JUEVES 12 DE OCTUBRE DE 2000

Ť El proyecto póstumo del creador escénico forma parte del Cervantino


Se escucha en Guanajuato la voz de Juan Ibáñez: Siempre es hoy

Ť Decenas de velas color naranja serán encendidas para alumbrar el tránsito del maestro

Ť La imaginación, para él, fue una especie de gran taller donde las cosas crecían: Sergio Vela

Mónica Mateos, enviada, Guanajuato, Gto., 11 de octubre Ť Un sabor agridulce permea los ensayos del concierto Siempre es hoy, proyecto que el maestro Juan Ibáñez, recién fallecido, dirigiría para el Festival Internacional Cervantino (FIC).

Hay entusiasmo entre los actores, los músicos, los técnicos y en Sergio Vela, director del FIC, quien se negó a cancelar la presentación de este espectáculo y retomó la dirección escénica del mismo.

Las palabras del libreto que preparó Ibáñez para el recital, enunciadas por Martha Verduzco y Gastón Melo, retumban en la cúpula de la Santa Casa, una pequeña capilla que, antes de morir, Ibáñez había seleccionado para el montaje: ''Sabe la muerte a tierra, la angustia a hiel/ este morir a gotas me sabe a miel".

Se trata de poemas contemporáneos que se entrelazan con la música antigua que interpreta el ensamble Los Tiempos Pasados y que conducen a una reflexión acerca de Dios, la vida, el amor, el erotismo, la sensualidad, el misterio, la música y el final de la existencia.

Entusiasmo a flor de piel

''Juan Ibáñez fue uno de los grandes artífices de la escena en nuestro país. Inquietante, siempre buscando replantear y arrojar luz sobre los textos dramatúrgicos y la música. Aunque nunca fui ni su alumno ni su asistente, me siento su discípulo", señala Vela, quien transforma Siempre es hoy, más que en un homenaje, en una celebración al talento imperecedero.

Se escucha en la Santa Casa: ''Todo es misterio. El misterio de todo se acerca tanto a mi ser que me disuelvo en tinieblas. Quiero huir del misterio. Pero hacia dónde huiré. Todo es misterio. El es la vida y la muerte. šOh dolor, a dónde huiré! Todo lo que vemos es otra cosa".

Decenas de velas color naranja serán encendidas para alumbrar el tránsito del autor, no para despedirlo. Habrá flores amarillas y los susurros de un laúd, de címbalos, flautas y varias piezas corales de Bach.

''Ibáñez tenía muchas obsesiones, pero no eran malsanas, pues alrededor de ellas giraba toda su creatividad e inteligencia. Eran ideas acerca de la naturaleza de la música, del transcurso del tiempo, del amor, de la metafísica. Y es muy significativo que se haya alejado del teatro de prosa para incorporarse cada vez más a la ópera, es decir, hacia la fusión de la música y la palabra", explica Sergio Vela.

Pocos días antes su muerte, añade, Juan tenía el entusiasmo a flor de piel por dirigir Siempre es hoy para el Cervantino. Es una obra que ya había trabajado varias veces, ''en distintas versiones que depuró, mejoró y replanteó, pues toda su vida creativa fue así. Su imaginación fue una especie de gran taller donde las cosas crecían".

Por eso, ''la semilla que sembró en las artes escénicas del país fructifican. Las enseñanzas de Juan nos acompañarán siempre. Estoy dirigiendo una obra de Juan, la obra es suya. Le hice una nueva dramaturgia simplemente porque somos dos personas distintas. Pero es mi dirección escénica a partir del texto de Ibáñez. Es, no una despedida, sino mi manera de desearle buenaventura, de decirle, ten un buen viaje".

El tiempo y la música de Dios

Para Sergio Vela el hecho de ver materializadas en la puesta en escena todas las obsesiones que acompañaron a Juan Ibáñez durante su vida es un proceso ''muy conmovedor, casi una especie de elegía. Me siento muy contento y muy triste al tener que hacerlo, pero nos llena de entusiasmo estar construyendo esta gran metáfora de una vida llena de música que, como ésta, a veces fue triste, otras alegre o encaminada a la divinidad, al otro. Estamos celebrando un gran genio."

Frente a una virgen arropada de satín rosa y azul cielo, los actores hacen eco de lo dicho por Ibáñez: ''Dios es un mago, mago de magos, nos sorprende infinitamente en este eterno frenesí de muerte. Todo se consume y se entrega al tiempo de una muerte gratuita y prematura, pero bella..."

La obra que se presentará este viernes en la Santa Casa de Guanajuato es el esfuerzo por ''no dejar que Siempre es hoy se convirtiera sólo en un concierto", sino en un tributo al creador. Para ello, se ha agregado al principio y al final, la voz de Juan: ''El tiempo es una manera de medir la música de Dios".

-ƑCómo defines el círculo creativo de Juan Ibáñez?

-El se planteaba preguntas todo el tiempo y cuando éstas son inteligentes las respuestas, muchas veces, son lo de menos. Al final de Siempre es hoy nos queda una gran pregunta, pero ese es el destino del hombre: cuestionarse a sí mismo. Juan supo plantear preguntas inteligentes y supo responderlas, pero también dejaba que cada quien contestara. Excitaba la imaginación del espectador y lo dejaba libre para responder, no imponía sus ideas. Ese es el gran aprendizaje que nos deja como director escénico: no casar al espectador con un concepto, sino ser intermediario entre la obra y el público.