JUEVES 12 DE OCTUBRE DE 2000
Ť El instrumento de tubos no es anacrónico, considera el músico
Con Mater dolorosa, de Mario Lavista, reinaugurarán el órgano del Auditorio
Ť Compositores como Olivier Messiaen desmienten esa apreciación, afirma el autor mexicano
Ť El canto gregoriano de las iglesias es sustituido por estudiantinas o mariachis, deplora
Arturo García Hernández Ť ƑEl órgano tubular es ya un instrumento ''pasado de moda", anacrónico? El compositor Mario Lavista no lo considera así. Por eso aceptó escribir una obra, Mater dolorosa. Adagio para órgano, creada ex profeso para la reinauguración del órgano monumental del Auditorio Nacional (el próximo 26 de octubre). Algo digno de tomarse en cuenta si se considera que el repertorio de Lavista es uno de los más representativos del panorama musical mexicano en el último tercio del siglo XX y se inscribe en una corriente que tiene, como premisa, la exploración y renovación continua de las posibilidades técnicas, estéticas y expresivas de instrumentos y formas musicales tradicionales.
El principal argumento de Lavista, en favor de la vigencia del órgano tubular, es que ''a lo largo del siglo XX varios autores han escrito obras extraordinarias renovadoras de la escritura y la estética heredadas del barroco. Compositores como el francés Olivier Messiaen, el más grande autor para órgano del siglo XX, desmienten esa idea superficial que tenemos del instrumento.
''Sin embargo, conviene señalar que no es un instrumento al que los compositores recurramos fácilmente para escribir música, quizá porque hoy los organistas, salvo grandes excepciones, no son contemporáneos de su música y prefieren tocar la música romántica y del Renacimiento.
''Como compositor uno escribe para los instrumentos que tiene a su disposición y para los instrumentistas interesados en la música contemporánea. Es por eso que el repertorio para órgano en este siglo ha disminuido."
Explorar, más que imitar
Mario Lavista recuerda que ''el órgano fue el primer instrumento que la Iglesia católica aceptó como su instrumento oficial. Estamos hablando del los siglos VII y VIII, cuando pasó a formar parte de los rituales cristianos, lo cual le dio un fuerte impulso. Lamentablemente, esa institución hoy carece de la cultura que tuvo en otras épocas; es triste ver que en lugar de los órganos tubulares, los mismos sacerdotes y los encargados de las iglesias han puesto aquellos espantosos órganos electrónicos que, a mi juicio, suenan a plástico".
La de Lavista no es una posición conservadora. No cabría en un espíritu renovador como el suyo. Simplemente hace notar que ni la tecnología más avanzada puede reproducir fielmente el sonido que logra, por ejemplo, el paso del aire por una flauta: ''Hay sintetizadores maravillosos, muy sofisticados, que me parece inútil emplearlos en la imitación de sonidos. ƑPor qué imitar en lugar de explorar las sonoridades nuevas que permite esa tecnología?"
El reto mayor que enfrentó Mario Lavista a la hora de escribir para el órgano del Auditorio Nacional fue sobreponerse a la historia misma del instrumento: ''El órgano, como la flauta o como el arpa es un instrumento muy antiguo, con una historia igual de brillante y digna. Es casi un voto de insensatez concebir una obra más para esos instrumentos que parecen una especie de dinosaurios de la historia musical. El repertorio que existe para órgano es maravilloso. Pensemos tan sólo en las grandes obras del barroco que hicieron Bach o Francois Couperin. Aún en el romanticismo Mendelssohn y Liszt hicieron hermosas piezas para órgano, aunque la estética romántica no se identificaba con ese instrumento.
''ƑDe qué manera me puedo adaptar a una gramática, a una sintaxis nueva? La obra que hice naturalmente es deudora de los compositores antiguos, sin embargo deseaba que el lenguaje utilizado por mí fuera lo más personal posible. No quería copiar a Messiaen o a Bach. Para eso, independientemente de mi lenguaje personal, fue necesario meterme en el instrumento, conocerlo mejor, saber de sus condiciones idiomáticas. En tanto que instrumento de viento, un órgano puede sostener un sonido durante mucho tiempo y posee una gama dinámica muy estimulante que va del fortissimo más espectacular al pianissimo más suave. En mi obra hago uso de esa gama y utilizo estructuras de tipo rítmico, basándome en fragmentos de los textos en latín de la misa de Occidente, del Gloria y del Stabat mater."
Inculta, la Iglesia católica
No obstante que no suele asociársele con la música religiosa, Mario Lavista trabaja con ella desde hace 20 años: ''De una manera u otra me he aproximado mucho a este tipo de música. Este interés religioso no es de hoy ni es una imposición del instrumento hacia mí. Aunque existen obras seculares para órgano, para mí es un instrumento fundamentalmente religioso. Como muchos en México, crecí oyendo el órgano en las iglesias y siempre identifiqué su música con el espacio arquitectónico donde lo oía, un espacio sagrado. Pero no quiero decir que no pueda escribirse música secular para órgano porque Mozart me desmentiría".
Para Lavista, una cosa es su aprecio por la música religiosa como acercamiento a Dios y otra es ''la relación que uno guarda con la Iglesia como institución. En México y en muchos otros países, la Iglesia es muy inculta; en tiempos recientes no se ha interesado para nada en el gran arte de Occidente, sobre el cual en el pasado tuvo enorme influencia. Hoy han sido capaces de sacar el canto gregoriano de las iglesias y meter estudiantinas o mariachis con una finalidad meramente populista de atraer feligreses".
El impacto que la reinauguración del organo monumental del Auditorio Nacional pueda tener en el futuro de la organística mexicana dependerá -insiste Mario Lavista- de que haya organistas interesados en tocar no sólo las grandes obras de repertorio, sino la música de su tiempo: ''Será importante si se le usa y se hacen conciertos y se programa la música que existe para órgano, aceptando que no será un espectáculo para muchedumbres. Porque la gran música, como la entiendo, no se vende".