JUEVES 12 DE OCTUBRE DE 2000

 

Ť Octavio Rodríguez Araujo Ť

Por la revancha

A juzgar por lo que hemos leído en internet, revistas y periódicos sobre el libro de Carlos Salinas, no vale la pena comprarlo ni leerlo. De sus capítulos publicados y de la pseudoentrevista en el programa televisivo de Aguilar Camín, se deduce sin posibilidad de error o de mala fe que el mamotreto del ex presidente es para exculparse de sus actos como gobernante y para echarle más leña al árbol ya caído que representa Zedillo en estos momentos. Por lo tanto, Ƒquién invertiría su tiempo en un libro del que ya se sabe que está plagado de imprecisiones, mentiras, tergiversaciones y autojustificaciones?

Escribir el libro, en realidad, tiene un doble propósito: 1) sirvió como catarsis de su autor al poner en blanco y negro su versión de los hechos en los últimos 12 años; una especie de desahogo trascendentalista (porque CSG está convencido de que nació para trascender históricamente, aunque ahora sea incomprendido), y 2) utilizarlo como pasaporte para regresar a México y tratar de cosechar lo que él, Zedillo, las circunstancias y las coincidencias sembraron durante su exilio.

El libro de Salinas es un acto político. Nada más. Y es continuación, en lógica política, de un anterior artículo en coautoría con Roberto Mangabeira (1999) en el que ya se deslindaba, šoh cinismo!, del neoliberalismo, de la tecnocracia y de los conservadores que, según él, forman "la nomenclatura" (sin darle crédito a Michael Voslensky por su libro con este título), es decir los privilegiados de México, quienes por cierto mucho le ayudaron incluso con favores personales durante y después de su mandato.

El libro es político, decía, y más que por su contenido por su intención. Con él Salinas trata de convencer a los "conservadores" priístas (como el gobernador de Tabasco y su socio político que le permitió ser presidente con la caída del sistema) que el PRI, con este nombre o con otro, puede resurgir y recuperar el poder que, contra sus cálculos en 1994, ha perdido gracias a "la traición de Zedillo" y de su grupo de tecnócratas. De paso, y aprovechando circunstancias y coincidencias que llevaron a Fox a la Presidencia, tratará, con Madrazo y sus amigos, de influir en el próximo presidente de México para que el equipo político que intentará fortalecer (bajo su liderazgo, obviamente) se confirme como garantía de estabilidad. ƑO acaso su crítica a los tecnócratas y a "la nomenclatura" tiene otra interpretación? (Entiéndase que Fox, para Salinas, sería más conservador que tecnócrata, pero no un miembro de "la nomenclatura".)

Ciertamente Zedillo hizo todo lo posible por derrotar al PRI, y lo logró. Incluso quiso usar el poder de su investidura para obligar a Labastida y a sus seguidores a reconocer el triunfo de Fox. Sorprendentemente, en este punto tiene razón Salinas: el protocolo indicaba que fuera Labastida (y también Cárdenas) el que reconociera el triunfo de Fox, pero se le adelantó Zedillo interrumpiendo, en cadena nacional, el acto del candidato priísta que estaba siendo televisado. Es obvio que Zedillo quería parecer, más que un estadista, como interpretaron algunos, el presidente que había cedido el poder, por primera vez desde 1929, a un partido distinto.

Se diría que Salinas también quiso destruir al PRI, pero no es exacto. Una cosa es que lo haya querido dominar para que junto con el PAN de Fernández de Cevallos apoyara sus contrarreformas neoliberales (liberalismo social, dijo) y otra que hubiera querido su derrota (1991 y 1994 lo demuestran). No, la gran traición de Zedillo, en la lógica de Salinas, fue precisamente haber facilitado el triunfo de un partido distinto (dudosamente de oposición) y no haber culpado a Salinas de los "errores de diciembre" y sus consecuencias económicas y sociales. ƑDe cuándo acá a Salinas le importó el pueblo de México, al que nunca oyó ni vio?

El cambio de piel de Salinas, de tecnócrata a político modernizador representante de una supuesta tercera vía en México, sólo tiene una interpretación: adecuación a los tiempos para recuperar el poder y la influencia que creyó que tendría con Zedillo como presidente designado. Salinas va por la revancha, no hay duda. Por el bien del país esperemos que Fox lo entienda y no trate de emularlo o de seguir (con nombres y hombres distintos) su política que, así como pinta, también podría encuadrarse en el "liberalismo social" y pronasolero de Salinas.