JOAN GARCES EN MEXICO
En
la circunstancia actual, México no puede desentenderse del proceso
de internacionalización de la justicia. Diversas circunstancias
internas y externas --el narcotráfico, los delitos de cuello blanco,
las corrientes migratorias, la presencia en México del ex torturador
y multihomicida argentino Ricardo Cavallo-- nos han involucrado plenamente
en ese fenómeno de la globalidad, y ello obliga a revisar a fondo
las nociones de territorialidad y soberanía en tanto que referencias
tradicionales del derecho.
Aunque esa internacionalización de la procuración
e impartición de justicia suscita reservas y temores precisamente
por lo que implica en términos de acotamiento de las soberanías,
uno de sus aspectos más alentadores es la perspectiva que abre para
el combate a la impunidad en el ámbito de los delitos de Estado,
de las violaciones masivas a los derechos humanos y de los crímenes
contra la humanidad.
En ese combate se ha distinguido el abogado valenciano
Joan Garcés, sobreviviente del ataque al Palacio de La Moneda del
11 de septiembre de 1973 y, cinco lustros más tarde, artífice
de la argumentación legal que permitió al juez español
Baltasar Garzón pedir la captura y la extradición de Augusto
Pinochet. La visita de Garcés a nuestro país, y su distinción
como huésped distinguido de la ciudad de México, otorgada
ayer por la jefa del Gobierno capitalino, Rosario Robles, son acontecimientos
que subrayan, para bien, la incorporación de nuestro país
a la lucha sin fronteras contra la impunidad de los genocidas y criminales
acusados de delitos de lesa humanidad como la tortura, las desapariciones
forzadas, las ejecuciones extrajudiciales y la persecución, desde
el poder, de opositores políticos.
Al conceder a Garcés la distinción, Robles
destacó la necesidad de globalizar la lucha por los derechos humanos
en forma paralela a los mercados y los intercambios financieros. Ciertamente,
en tanto que tales derechos --al igual que los laborales, los ecológicos,
los de libre tránsito, los específicos de género y
edad, los de las minorías étnicas-- no adquieran una vigencia
universal y no se garantice el fin de la impunidad a sus violadores, la
mundialización económica seguirá siendo una condición
insatisfactoria, exasperante e intolerable para millones de seres humanos.
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