MIERCOLES 11 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Astillero Ť
Ť Julio Hernández López Ť
Carlos Salinas se ha convertido en el mejor promotor de imagen de Ernesto Zedillo. Tantas y tan virulentas son las acusaciones que hace el ex presidente contra el sucesor que él mismo nombró, que está logrando un efecto contrario al buscado en sus ansias de revancha.
El beneficiario del crimen
Ayer, en Madrid, en la vigilada conferencia de prensa que ofreció luego de presentar su famoso libro, Salinas soltó otro dardo que de tan amargo y envenenado acaba volviendo en su contra. Ha dicho el hermano de Raúl Salinas que Zedillo fue el beneficiario de la muerte de Luis Donaldo Colosio. Tiene razón en estricto sentido, pero no en la lectura política obligada a que lleva un señalamiento como ese. Zedillo recibió ciertamente el beneficio de ser candidato presidencial, pero no por decisión o maquinación propia, sino por decisión y maquinación de Salinas, quien creyó encontrar en la figura apocada de Zedillo un candidato ideal para el maximato que pretendía mantener desde la presidencia de la Organización Mundial de Comercio.
Un gran beneficio: tomar una segunda decisión
El beneficiario inmediato de la muerte de Colosio fue el propio Salinas, que se deshizo de un candidato que le estaba resultando incómodo y que estaba a punto de tomar medidas propias, distantes o contrarias al deseo de Salinas, como remover a Zedillo (gente de Córdova, es decir, plenamente de Salinas) de la coordinación de campaña e impulsar a sus propios cuadros a las candidaturas priístas a San Lázaro y al Senado.
El beneficiado fue Salinas porque, entonces, con la muerte de Colosio, pudo seguir con el juego perverso de ambiciones que había iniciado con Manuel Camacho, al contraponerlo con Colosio en la campaña de la que ahora Salinas pretende abjurar como si con sólo juntar las manos a la altura del pecho y mirar hacia el cielo se pudiera creer que él es un santo en potencia. El beneficio de Salinas se dio al retomar el control de una sucesión que creía había fallado al decidirse inicialmente por un Colosio que lenta, pero consistentemente, iba ganando una autonomía que al entonces presidente le parecía insoportable y peligrosa para tantos intereses, entre otros los de la narcoeconomía institucional.
El fantasma de Colosio
Pero a Salinas le urge endosar las culpas históricas del asesinato de Colosio a cualquier otro personaje. En el terreno estrictamente jurídico no parece haber vuelta de hoja, y la propia PGR anuncia que en unos días más dará a conocer su dictamen final sobre el asesinato del sonorense, mismo que, según las filtraciones dominantes, será de considerar el caso como cerrado y sostener que la autoría del crimen fue sólo de Mario Aburto.
Omisiones del zedillismo
En el ánimo popular, sin embargo, Salinas es señalado mayoritariamente como principal sospechoso de la autoría intelectual de aquel asesinato. Salinas argumenta que tal percepción masiva se debe a una exitosa campaña de difamación organizada por el gobierno zedillista. Pero no logra, en su búsqueda desesperada de descargar culpas, entender que al gobierno zedillista se le considera también cómplice, por omisión, acaso por encubrimiento, del esclarecimiento de ese crimen, y que los mecanismos institucionales de este gobierno, el zedillista, fueron puestos en la ruta de sostener a Aburto como asesino único y en permitir el desvanecimiento de pruebas, la apatía indagatoria.
Huelga de hambre vs. orden de aprehensión
El mismo Salinas ha hecho una revelación altamente comprometedora para el presidente Zedillo, pues ha asegurado que el actual mandatario iba "tras él" y que pretendía encarcelarlo aduciendo responsabilidad alguna en el crimen de Colosio. Tal hecho fue el que movió a Carlos a declararse en ridícula huelga de hambre en Monterrey. Sabía que, luego de la detención de su hermano, irían por él. Entonces decidió oponer la presión política a una diligencia judicial, y forzó inclusive la realización de una entrevista privada con el presidente Zedillo, con quien habría pactado que a su hermano Raúl sólo se le siguiera juicio "justo" por el crimen de José Francisco Ruiz Massieu pero no por los latrocinios cometidos al amparo del poder salinista. Además, Salinas habría exigido que la PGR emitiera una declaración oficial eximiendo de responsabilidad a Carlos en el caso Colosio.
El presidente Zedillo jamás ha aceptado que se hubiera realizado tal reunión. Pero lo cierto es que después de aquellos días agitados pareció cumplirse efectivamente un pacto político que dejó en paz a Salinas en cuanto sospechoso del crimen de Colosio, y que, gradualmente, fue aligerando los padecimientos y el tamaño de la sentencia del hermano encarcelado.
Núñez llama en Tabasco a votar contra el PRI
Arturo Núñez ha sido siempre un priísta institucional, ortodoxo, apegado a la línea superior, normalmente incapaz de disidencias o retobos, ni siquiera en las peores circunstancias en las que imprudencias o consignas de sus jefes le hubiesen colocado. Pocos como él han tenido la oportunidad de demostrar lealtad al sistema mediante pruebas extremas. Una de ellas se dio tres años atrás, cuando fue nombrado coordinador de los diputados federales electos del PRI y debió moverse y moverlos a partir de órdenes confusas, contradictorias, ridículas en ocasiones, tanto al inicio de los trabajos legislativos como en el curso de ellos, sujeto siempre a humores alterados, a vacíos de poder, a frivolidades provenientes ya de Bucareli, ya de Los Pinos. Otra de esas pruebas la dio cuando quiso ser candidato de su partido a la gubernatura de Tabasco, apoyado por el equipo de Francisco Labastida y confrontado abiertamente con el del gobernador local que, finalmente, logró imponer a Manuel Andrade como instrumento para la virtual reelección de Roberto Madrazo.
De nada sirvió la disciplina
En esa ocasión, y aun cuando el fallido candidato barajó todo cuanto había aprendido en largas décadas de institucionalidad, fue aplicadamente ofendido por el madracismo, que simple y sencillamente le cerró el paso. A pesar de todo, Núñez reapareció días más tarde haciendo profesión de priísmo al ser nombrado por Labastida, de una manera que tal vez otro político habría considerado una burla, coordinador de proyectos de inversión para el sureste del país.
Todavía unos días atrás, cuando en Tabasco se le conminaba en público para que se definiera contra el madracismo, Núñez se resistía a actuar contra el candidato priista de paja y su jefe real, e inclusive pretendió convencer a sus seguidores locales de apoyar expresamente a tales priístas como una muestra de disciplina extrema.
Ni un minuto más de poder de Madrazo y su pandilla
Muy grave debe ser lo que hoy sucede en aquella entidad para que, a pesar de toda esa historia de apego a la ortodoxia, Núñez haya decidido convocar abiertamente, como lo hizo ayer, a votar contra Madrazo, es decir, contra Andrade, es decir, contra el PRI. Ha dicho el normalmente atildado Núñez que no se debe prolongar "ni un minuto más la nefasta influencia de Roberto Madrazo". Dijo también que en esa entidad se ha "prostituido" la práctica electoral, al condicionar la emisión del voto a favor del candidato madracista con la entrega de despensas y otras ayudas económicas.
Arturo Núñez se asume, sin embargo, y a pesar de llamar a votar contra el PRI, como priísta. Antes que él ha habido otro tabasqueño en situación similar, el ahora diputado y antes senador Humberto Mayans Canabal, de larga trayectoria dentro del PRI, partido en el que continúa, pero que igualmente ha llamado a votar contra el continuismo madracista.
Núñez, Mayans, ex presidentes del PRI, ex diputados, un ex gobernador, panistas y ciudadanos sin partido están dejando solos a Madrazo y su alianza con el foxismo, de tal manera que crece la posibilidad de que, a pesar de todo, Ojeda Zubieta sea el ganador de las elecciones de este 15, cuando podría comenzar a desmontarse la historia del más reciente saqueo criminal que ha sufrido Tabasco.