Ť Desigual encierro de Vaca Hermanos en la última novillada del año
Con otro atropello a la ley, Herrerías liquida la temporada más chica 2000
Ť Orejita para Casasola Ť Golpiza a El Pausado Ť Falto de carácter, el juez Ochoa
Lumbrera Chico Ť Con una orejita para Leopoldo Casasola, una severa paliza para Guillermo Veloz El Pausado, algunos detalles de Ricardo González El Arriero, una nueva arbitrariedad del "promotor" Rafael Herrerías, una falta de carácter del juez Salvador Ochoa, un encierro desigual de la ganadería jaliscience de Vaca Hermanos, una entrada miserable y, sobre todo, un frío de perros, concluyó la última novillada de la temporada más chica 2000, que pasará a la historia porque en su transcurso no sucedió nada digno de pasar a la historia.
Bien presentadas en general, las reses de los hermanos Pedro y José Ignacio Vaca Helguero, dieron un espléndido juego en los primeros tres turnos del encierro, y se convirtieron en jeroglíficos para los muchachos y en mansurrones enemigos para los caballos en la segunda parte del triste festejo, que reanudó y culminó el serial del verano con una victoria inicial para el nuevo delegado del gobierno capitalino en Benito Juárez, el panista José Espina, que no se dejó impresionar por el paro patronal de hace ocho días y ratificó a los eficientes veterinarios que le legó la administración del PRD.
Casasola, oreja de acero
El texcocano de apenas 20 años, Casasola, estuvo a punto de cuajarle una emotiva faena a Licenciado, negro bragado y cornidelantero de 380 kilos, con el que pudo trazar unos largos derechazos, aguantando mucho, pero que se le petrificaba por la izquierda y en un momento en que trató de aguantar la cansina indecisión del astado, fue empitonado en forma aparatosa, levantándose indemne para colocar una magnífica estocada de efectos inmediatos, que le valió, por petición del público, la única oreja de la tarde. Con Don Manuel, cárdeno nevado, caribello y calcetero de 404, de módica cornamenta y tocado del derecho, el mexiquense sudó la ropa ante las crecientes dificultades del bovino, al que despachó de cualquier manera entre el silencio de la escasísima clientela y el notable incremento de las bebidas de cebada, provocado por el enfriamiento del aire que azotaba los tendidos.
Veloz: demora y escándalo
Nada consiguió el tlaxcalteca de 21 años, Guillermo Veloz, mejor conocido como El Pausado, ante su primer colaborador y segundo del encierro, llamado Perdicero, un girón lucero bragado y meano de 440 (según la pizarra), al cual, pese a la buena calidad de la bestia, simplemente liquidó sin pena ni gloria. Pero con Flamenco, negro bragado de 379 y discretamente cornivuelto, el aspirante comprendió que tenía futuro con los telares, por lo que se aplicó en el segundo tercio y le colgó dos aplaudidos pares de calafia. Para rematar el show de los palitroques, volvió a citar al bicho muy cerca de tablas y le ganó el morrillo en un par al sesgo, que reditó la ovación. Sin embargo, al salir galleando, fue alcanzado por el cuatro patas, que lo empaló, derribándole y propinándole una señora golpiza en la arena, antes de noquearlo con un mandoble de pezuña en la frente.
Recogido por las asistencias, completamente nocaut, fue llevado a la enfermería. Tal como lo señala el reglamento, Casasola se aprestó a coger la muleta y el estoque pero, al margen de la legalidad ?esto es, en el único terreno donde sabe moverse a sus anchas?, Herrerías impidió que el primer espada cumpliera con su deber ysuspendió la lidia durante casi diez minutos. Ante el desconcierto del público, el juez Ochoa mandó un bocinazo para que se acelerara el trámite, pero el "empresario" volvió a impedirlo. Cuando al fin regresó del eter y volvió al ruedo, el burel estaba ya, lógicamente, intoreable, y no obstante las palmas entusiastas que saludaron el retorno del novillero, éste no acertó sino a dar unos cuantos trapazos por la cara, antes de pinchar y descabellar al segundo intento.
El Arriero y el frío
Para el chilango Ricardo González El Arriero, otro jovenzuelo de 20 años, fueron Tabernero, negro zaino de 410, y Ventanero, negro bragado de 390. Con el primero tuvo, como ya se dijo, breves detalles con el capote y la muleta. Con el segundo, para decirlo pronto, se fue en blanco, mientras el frío reconcentraba la pobre atención de los espectadores en el arte de tiritar y en el penoso deber de pagar a los cubeteros.