LUNES 9 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Ochoa Sandy, autor del libro La palabra dicha


Existe una historia paralela de las letras mexicanas

Ť Los críticos tendrá que consultar las entrevistas a escritores

César Güemes Ť Tiene razón Gerardo Ochoa Sandy: de 15 años a la fecha se han hecho en el país tantas entrevistas con escritores mexicanos y extranjeros que necesariamente los críticos del presente y del futuro cercano habrán de remitirse a ellas; la afirmación se desprende de la charla mantenida con el también novelista, a propósito de la aparición de su libro La palabra dicha, entrevistas con autores mexicanos, el cual acaba de aparecer publicado bajo el sello del CNCA, en su colección de periodismo cultural. Las conversaciones que incluye el periodista abarcan desde la generación de Juan José Arreola y Ricardo Garibay hasta Malú Huacuja y Carmen Leñero.

--Ciertamente, las entrevistas que ofreces en el libro representan una época específica de las letras mexicanas y, sin embargo, el tratamiento ha de darles atemporalidad. ƑEstás de acuerdo?

--Sí, e incluso habré dejado fuera alrededor de 30 entrevistas porque no cumplían con los requisitos mínimos de calidad como texto. Independientemente de que todos los trabajos reflejan un periodo en la vida de los escritores, aspiré a que fueran unidades integrales. Hay dos formatos básicos: uno es el diálogo constante, la pregunta y respuesta; el otro es una especie de monólogo, con lo cual desaparece el entrevistador para darle unidad temática al discurso de algunos entrevistados. Parte del trabajo de edición fue salirme del formato que se le va creando a uno a través de los años. Ese alejamiento me permitió respetar la naturaleza de la voz de los declarantes.

--ƑQué tan diferente eres como entrevistador ahora de lo que fuiste en algunos de los trabajos que incluyes en el libro?

--Fui el entrevistador de entonces y soy el corrector de hoy. Buena parte de las preguntas que aparecen en el volumen están asociadas al oficio literario y a la vida en general. Creo que fue una suerte de seminario que tomé a lo largo de esos años con grandes maestros como Garibay y con muy diversos compañeros de generación. Preguntaba entonces en torno a las obras, pero inevitablemente salían a relucir mis inquietudes personales en cuanto a la narrativa. Así que hoy esas mismas entrevistas serían distintas, más dirigidas a asuntos formales que en este momento me interesan más.

--ƑPodemos decir que es una especialidad hablar con escritores o lo mismo podrías entrevistar a los medallistas olímpicos mexicanos?

--Sería muy complicado para mí entrevistar a Fernando Platas o a Ricardo Legorreta, porque no conozco más allá de esos oficios lo que como espectador uno puede saber. Creo que aparte del abecé obvio para acercarse a un autor, que es leer su obra, se requiere un interés especial en el oficio literario.

--ƑSe dio el caso de algún personaje que no quisiera responder o lo hiciera con monólogos; que se pusiera difícil, pues?

--En general, no. Respecto de la obra negra no hubo especial complicación para que concedieran las entrevistas. En algunos casos hubo un encuentro previo, preparatorio, y en otros se dio de manera inmediata. Hubo quien pidió revisar el material para hacerle algunos ajustes o incorporarle ideas extra. Y como la intención era conseguir un trabajo que dejara satisfechas a ambas partes, accedí a esa revisión, de manera excepcional, porque sabemos que ese criterio no es usual en las conversaciones periodísticas que además están realizadas de buena fe.

--En ocasiones en el espacio que ofrece un diario o por la necesidad de que los trabajos aparezcan de inmediato, hay menos tiempo de rescribir o repensar las entrevistas. En el libro incluyes trabajos que caen en ambos rubros. ƑTe parece que en efecto el trabajo final es diferente cuando es para una revista?

--Así es, unas aparecieron en La Jornada Semanal, otras para la sección cultural de Unomasuno y algunas más para Proceso. Cuando resentí más la presión del tiempo fue en el diario; en cambio, en la revista contaba con una semana para trabajar un texto. La ventaja del diarismo, si hay espacio, es que puedes hacer dos o tres entregas de una conversación, que implica un ritmo de trabajo distinto a los dos casos anteriores, y es casi el ideal. Luego, varios reporteros que nos dedicamos al particular, hemos construido una especie de historia paralela de las letras mexicanas a la que hacen los especialistas. Así que los críticos tendrán que tomar en cuenta nuestro trabajo para complementar y afinar sus juicios.