Ť Cuévano, testigo de la ópera Cien objetos para representar el mundo
Reinventa Greenaway espacios que han incumplido promesas
Ť El auditorio estatal, convertido en "una tienda de juguetes celestiales y maquiavélicos"
Mónica Mateos, enviada, Guanajuato, Gto., 8 de octubre Ť Un poema visual de cien versos, una epopeya del desarrollo de la humanidad en cien instantes, una celebración a la vida con cien cantos, un paisaje de cien colores: así es el "planeta Greenaway", que anoche se develó en Cuévano.
Barroco, obsesivo y cargado de ironía, este mundo pudo ser conocido (y reconocido) durante 70 minutos cuando el escenario del Auditorio del Estado se convirtió "en una tienda de juguetes celestiales y maquiavélicos, en una sala faustiana de las maravillas", de la cual germinaron, puntuales, los cien objetos-imágenes-ideas-sensaciones para representar a la humanidad, seleccionados "con toda simplicidad y pedantería" por un provocador.
La ópera de los objetos (prop opera) creada por Peter Greenaway y Saskia Boddeke, presentada en el Festival Internacional Cervantino, nace con el sol, "energía aprisionada", que se refleja en las pantallas colocadas al fondo, en los costados del foro y al frente; ésta última es una gasa transparente que deja ver el interior de un paraíso caótico, del cual se elegirán las cien cosas que mejor definen lo hecho y dicho, los silencios y lo no realizado por el hombre.
"¿Eva deberá tener ombligo?"
El narrador es un misántropo --"un hombre muy triste", ha explicado Greenaway--, que en la ópera se llama Thrope (la voz, grabada, es de Michael Sheen) y es el encargado de realizar "la lista subjetiva" que transmite, muestra y recrea ante Adán y Eva (los actores Terence Roe y Margot Nies, respectivamente). Ellos son el ítem número 2 y surgen de una caja de cristal, al tiempo que se proyectan las frases: "¿Eva deberá tener ombligo?", "Dios hizo al hombre a su semejanza", "¿Estaba circuncidado Dios?"
El dulce canto del niño Kaija Saariaho enumera los objetos, lo acompaña la música creada por Jean-Baptiste Barriére. Aparece el ítem 3: la serpiente (interpretada por la actriz Claudia Boulton). Thrope explica:
"Serpientes, víboras, áspides, el Mal, Satanás, peligro, símbolo de potencia, antropomorfismo". Y Boulton, vestida toda de lustroso rojo, con tranquilo cinismo se acomoda en un sillón y replica: "¿Veneno? Y el preludio de un beso".
Los labios de Adán y Eva se unen. Una boca de neón se enciende. El ítem 4 es, precisamente, esa caricia: "El inicio del deseo". Así se van ligando las imágenes en blanco y negro que se deslizan o acribillan el escenario, así como la imaginación y las sensaciones del espectador.
A manera de lección, la voz en off de Thrope conduce a "los dos inocentes originales de la Tierra, desnudos y mudos que al principio actúan como intermediarios o coro silente" a través de un viaje "por la comodidad de la vida doméstica y del sentimiento, a través de los tormentos y delicias del sexo, el poder y el dinero, hasta las tragedias de la guerra, de la enfermedad, de la pérdida y de la muerte".
La ópera Cien objetos para representar el mundo reinventa espacios que, en opinión de su autor, no han cumplido muchas de sus promesas. Por eso, la serpiente permanece en constante acecho. Si Thrope muestra el ítem 5, que es el lecho conyugal al cual describe como "el lugar para ser concebidos, para nacer, enfermarse, morir, dormir", la serpiente añade: "Un mueble, pereza, legalidad burguesa".
Un catálogo es el sexto objeto que subraya la intención "evidente" de Greenaway con este espectáculo: "Estamos rehaciendo el mundo y todo lo que éste contiene. Mientras Occidente celebra los dos mil años del nacimiento de Cristo --'que nació en el 6 DC', interrumpe la serpiente--, vale la pena hacer un inventario, para ver qué se ha logrado hasta ahora. Naturalmente la lista es larga. Pero podemos acortarla. Con una pluma estilográfica hemos compilado una lista de compra de cien objetos para representar al mundo. Nada se ha dejado fuera".
Puntualiza la mujer de lustroso rojo: "Para representar la vanidad humana, la inseguridad, la incredulidad de ser cósmicamente irrelevante. Se dice que el mundo existe para meterlo en un libro". Y la voz de Thrope retumba: "Este es el libro".
Los números se suceden. Las ideas se encadenan. Al viento ("la metáfora de la inconsistencia"), le sigue la nube ("lo amorfo. Los inicios de la precipitación"), el agua ("la purificación" y "se usa muchísima para lubricar la cópula", acierta la serpiente), un paraguas ("demostración de urbanidad", "un protector. Muy semejante a Dios").
Aparece el objeto 11: la cabeza de un anciano sobre una almohadilla blanca, quien tampoco abandonará ya el escenario para estremecer, de cuando en cuando, a Adán y a Eva con un terrorífico estruendo: "!Yo soy Dios!" Mientras, un par de frases se despliega en la pantalla iluminada de rojo y sentencian: "Algunos dicen que con Dios se vuela. Otros dicen que con Dios se vive una soledad infinita".
La lista, los conceptos, lo mucho que hay que mirar, escuchar y sentir continúa: arcoiris, orquesta, sillas, silla de ruedas, el cuerpo, la cabeza, el falo, el cráneo de Mozart, mercurio, un regalo, el alma, un catálogo de colores, un espejo de dos caras, el cine, fuego, vaca, cerdo, dientes, un árbol de Navidad, una mesa de comedor, la manzana, tierra, hierba, una partitura de Mozart, un objeto de arte.
Una pizarra, la perspectiva, la Venus de Willendorf, fumar, un juego injugable, alcohol, sueño, un tatuaje, ropa interior femenina, zapatos, guantes, Freud, fragmentos clásicos, basura, una sierra eléctrica, un árbol caído, una columna, una escalera, una ventana, un mapa, el caballo, el alfabeto, monedas, medidas, petróleo, la tina.
Equipaje, un bote de remos, un ancla, una muñeca, la panza, un bebé, periódicos, los teclados, libros sacros, una reja, llaves, un muro, prisión, una horca, una cabeza decapitada, una armadura natural, una armadura artificial, el fusil, la mosca.
Una mesa de conferencias, tinta, libros rojos, gafas, luz artificial, pájaros, micrófonos, altavoces, un fósil, plumas, maquinas, un avión estrellado, cuchillo, un ataúd, una carroza fúnebre, polvo, sombras, nieve, hielo... "para mostrar el gélido Norte y el gélido Sur. Frío, inmovilidad. El fin del sol. Muerte universal".
Es el planeta Greenaway.