LUNES 9 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Iván Restrepo Ť
Zihuatanejo, otro paraíso contaminado
Cuando se habla de desigualdad en el estado de Guerrero se cita lo que ocurre en la región de la Montaña, donde los niveles de pobreza son extremos, y si se trata de referir daños al ambiente y falta de planeación urbana, se menciona Acapulco, ciudad que hoy tiene más de un millón de habitantes y sigue siendo el sitio preferido para vacacionar de quienes viven en el centro del país. Pero también en Guerrero hay otro polo turístico con problemas: Zihuatanejo.
Con una de las bahías más bellas del continente, principal recurso natural de sus habitantes, los turistas llegan a ese puerto atraídos por sus hermosas playas, el clima benigno y la hospitalidad de la gente.
No sobra recordar cómo Caltzonzin, rey de los tarascos, solía visitarlo para gozar del agua cristialina del mar, de la flora y la fauna.
Durante el sexenio de Luis Echeverría, Zihuatanejo comenzó a figurar internacionalmente luego que las autoridades decidieron crear ahí un polo de desarrollo. Con recursos federales surgió en pocos años Ixtapa, distante a seis kilómetros.
La infraestructura y diversos apoyos oficiales lo convirtieron en un atractivo turístico, pero, en paralelo, aparecieron grupos políticos y económicos que se apoderaron de las mejores áreas y de paso también lucraron con los dineros públicos.
No pocas fortunas tienen precisamente su origen en el mal uso de los recursos federales y estatales, sin que nadie detuviera el saqueo. El famoso Partenón del tristemente célebre Arturo Durazo no es la única muestra de ese saqueo: ahora se agrega a la lista, Puerto Mío.
Por el descuido gubernamental, Zihuatanejo está en crisis y perdió importancia frente a otros destinos turísticos. La ciudad creció más allá de sus posibilidades, sin plan regulador y hoy cuenta con 50 colonias, muchas de las cuales se extienden por los cerros y carecen de los servicios básicos. Cada segundo se vierten en la bahía 450 litros de agua contaminada. El deterioro se agrava cuando llueve, como en estos meses, pues las corrientes transportan al mar la abundante basura de cerros y calles, además de los desechos de talleres y otros negocios que funcionan sin las normas mínimas ambientales.
Como resultado, el agua antes límpida hoy muestra signos de contaminación y huele mal. La laguna de La Salina, que renueva sus aguas con las de la bahía, está convertida en cloaca por la inoperancia de la Dirección de Agua Potable, seriamente cuestionada por desvíos de fondos públicos.
Por otro lado, las autoridades no han puesto orden en la zona marítima federal, donde las playas fueron concesionadas a particulares influyentes que impiden el libre acceso a algunas zonas. Además, la construcción de diversas obras acabó con ricos manglares y la fauna, daño que también hicieron algunos "desarrolladores" en Ixtapa, a ciencia y paciencia de las autoridades ambientales.
Y para agravar más lo que sucede, el Instituto Nacional de Ecología había ordenado levantar un espigón construido por una inmobiliaria, Punta del Mar, debido al efecto ambiental que ocasionaría. Sin embargo, dio marcha atrás y aprobó la continuación de la obra dando luz verde para edificar un muelle de 170 metros de largo al que arribarán barcos cruceros, que en realidad, son pocos y los pasajeros pasan apenas unas horas en tierra; quizá se deba a que los organizadores de los cruceros les advierten que no ingieran alimentos locales porque están contaminados y que tengan mucho cuidado con sus pertenencias.
En fin, a las numerosas privatizaciones de áreas públicas se suma la destrucción del medio para "marinas" y campos de golf, que en muy poco contribuyen al desarrollo; mientras Fonatur vendió los mejores lugares a precio de remate.
Pescadores, lancheros, buzos, ecologistas, comerciantes y demás organizaciones locales reconocen que buena parte de lo negativo en la región se debe a la desidia y a que los afectados no participan en asuntos que son de interés público. Por eso iniciaron un amplio movimiento a fin de que Zihuatanejo e Itxapa tengan la importancia que merecen en el mundo turístico, y para detener la contaminación.
Por lo pronto, han exigido a la Semarnap aplicar la legislación que prohíbe convertir el mar en basurero y destino final de las aguas negras y la basura, y que evite la privatización de las playas, que por ley son públicas. Es un buen principio.