LUNES 9 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Astillero Ť

Ť Julio Hernández López Ť

Parece poco probable que Carlos Salinas de Gortari logre avances notables con el espectacular intento publicitario de recomponer su imagen que hizo en estos días.

A pesar de los largos años que dedicó a preparar el intento de remediación de su figura (expresado en dos vertientes: su libro de mil 400 páginas llamado México, un paso difícil a la modernidad, y la serie de declaraciones y entrevistas que generó), el ex presidente da la impresión de no haber encontrado aún (tal vez porque no existan) el argumento o los argumentos que permitan a los mexicanos atenuar la muy negativa imagen que tienen de su persona y de lo que fue su gobierno.

"Ya llegué"

Pero aun cuando no consiga los buenos resultados que desea en esa imposible tarea de restauración de los restos de su figura pública, Salinas de Gortari sí ha logrado, en lo inmediato, reinsertarse, así sea penosamente, en el escenario político mexicano. En primer lugar, está claro que pretende restablecer su domicilio físico en tierras mexicanas, presumiblemente en el Distrito Federal. Ha dicho que luego de cumplir con una agenda de presentaciones de su libro en Europa y en diversas universidades, habrá de regresar a México ("a fin de año") para quedarse a vivir aquí.

Las aristas polémicas de ese retorno pretenden ser limadas por Salinas con el argumento de que ya no se asumirá como factor político activo (pues ha renunciado a la "trinchera política"), sino, más bien, como una especie de pensador dedicado a la reflexión y el análisis, "al debate de las ideas".

El primer adelanto que ha dado de esa presunta nueva actitud no permite coincidir con sus promesas cuasi pacifistas. Por el contrario, ha resultado altamente explosiva su primera reaparición en forma (en las cuatro ocasiones anteriores, y en entrevistas diversas, había asumido una posición defensiva pero no de ataque).

Traiciones y venganzas

En cuestión de horas, Salinas ha puesto frente a su paredón particular al todavía presidente Zedillo, a quien acusa en privado de traicionar pactos y a quien virtualmente ha amenazado al advertir que debe ir poniendo a sus abogados a trabajar. (Carlos Marín ha publicado en las versiones diaria y semanal de Milenio partes de la conversación que tuvo el año pasado en Barcelona con Salinas. La manera de dar a conocer esa charla ha provocado un ríspido diferendo entre el periodista y el ex mandatario, pues éste llamó por teléfono a aquél para advertirle que no la debería publicar, pues había sido una conversación amistosa y no una entrevista periodística. Según Marín, Salinas habría amenazado con presentar denuncias contra él y contra los directivos de Multimedios, la empresa que edita los Milenios.)

Pero ni siquiera es necesario atenerse a una sola fuente para fundamentar el hecho de que Salinas considera a Zedillo "el traidor" (como señala en su portada de esta semana la revista Proceso). El ex presidente tachó a su sucesor muchas veces y de muchas maneras de traicionar ideas compartidas y proyectos políticos y económicos. Tal ejercicio sumario lo hizo a lo largo de un amplio itinerario declarativo cuyos principales puntos de referencia fueron el llamado error de diciembre y los resultados del 2 de julio.

El priísta que defiende al PRI

Pretendiendo salvarse del infierno al que muchos de sus connacionales le han condenado en vida, Salinas ha avivado, así, aún más el fuego. Intenta, desde luego, culpar a Zedillo de la derrota del PRI, sin darse cuenta de que una amplia franja de la sociedad mexicana está dispuesta a perdonar los muchos errores y titubeos del actual presidente tan sólo por haber tenido la decisión absoluta de respetar los resultados electorales reales del pasado 2 de julio, e impedir que el aparato tradicional de defraudación del priísmo intentaran cambiar tales cifras. Salinas se asume plena y tajantemente como priísta aun cuando sus presuntos colegas le consideran falto de autoridad moral (como lo dijo en Villahermosa el gobernador de Oaxaca, José Murat), y cree erróneamente que puede generar una corriente de opiniones adversas culpando a Zedillo de no hacer nada para sostener al PRI en el poder.

Una conspiración criminal

Esa pretensión de carácter subjetivo (litigar culpas por la derrota del tricolor) es en realidad una minucia, comparada con el mayor argumento que ha enderezado Salinas contra su sucesor. En entrevista con Roberto Zamarripa, en Reforma, Salinas ha hecho señalamientos que en un país de estricta observancia del derecho obligaría a la autoridad a intervenir de manera inmediata e implacable para asegurar castigo a quienes así hubiesen actuado. Ha asegurado el ex presidente que el llamado "error de diciembre" fue en realidad una confabulación criminal en la que autoridades bajo el mando directo de Zedillo, si no es que él mismo, anunciaron con gran anticipación a empresarios mexicanos que el peso mexicano iría en curso de devaluación, lo que habría permitido a éstos obtener grandes ganancias a costa de la debacle nacional.

En unas horas acabaron con las reservas

Léase la gravedad de lo dicho por Salinas a Zamarripa, tomando como base datos del libro que empezará a venderse esta semana en España:

-ƑFue error en diciembre?

-Esos no son precisamente los elementos del error de diciembre. En el libro, basado en documentos oficiales mexicanos, de organismos internacionales y de centros de investigación académicos de reputación, se concluye que el error de diciembre consiste en que entre el 19 y 21 de diciembre de 1994 a un pequeño grupo de empresarios mexicanos se les hizo saber por funcionarios gubernamentales que venía una devaluación. Con esa información privilegiada, en unas cuantas horas acabaron con las reservas internacionales del país.

-ƑInformación autorizada por Zedillo?

-Pues eso es lo que nos tienen que explicar.

-Es decir, no fue un personaje de segunda, que avisó...

-No. Lo que los documentos dicen es que los titulares de las dependencias gubernamentales informaron a un grupo de empresarios que había la posibilidad de devaluar. Eso dicen los documentos oficiales de México e internacionales.

De allí proviene el Fobaproa

Más delante, Salinas precisó los costos de esas presuntas acciones criminales: "No es mi dicho contra el dicho de otra persona. Es una afirmación que hago basada en estos documentos.

"Es un tema que necesita aclararse. De ese error se deriva el problema del Fobaproa, la mayor deuda que un gobierno le ha encajado a la espalda de los mexicanos.

"Nunca en una administración se le habían sumado cien mil millones de dólares a las espaldas de los mexicanos".

Nombres, nombres

Las acusaciones de Salinas son graves pero sin dar ni nombres de los presuntos funcionarios ni emprender acciones judiciales de esclarecimiento que hicieran ver tales alegatos como algo más que el despecho del ex presidente contra el hombre al que eligió para sucederlo con la esperanza de que le cuidara las espaldas.

Ese elegido no se comportó como cómplice sino que desarrolló, según Salinas, toda una campaña de Estado para calumniarlo, difamarlo y distorsionar su obra y sus éxitos. En esas tareas de inducción negativa del ánimo social habría participado inclusive el gobierno capitalino a cargo de Oscar Espinosa, que habría auspiciado y promovido, por ejemplo, la aparición de las máscaras de su escarnio público.

El ayuno y el asesinato de Colosio

Es notable y debe tenerse como referencia obligada para juzgar las palabras de Salinas el hecho de que sus puntos más llamativos no tienen mayor sustento que la propia voz del declarante, y que todo el andamiaje construido apunta claramente hacia un revanchismo de fin de sexenio.

Sin embargo, deben analizarse con cuidado los señalamientos de que su criticada huelga de hambre en realidad habría sido un recurso político para impedir el cumplimiento de una orden de aprehensión en su contra por considerarlo involucrado en el asesinato de Luis Donaldo Colosio.

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