DOMINGO 8 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Yolanda Montes aún conserva el grácil movimiento de caderas 


La noche de Salón México, para Tongolele

Jaime Whaley Ť Esa tendencia de recrear los tiempos de las cinturitas y las damas de la vida fácil, que comenzó con Aventurera y que por su éxito ha sido imitada en más de una puesta en escena, llegó al Teatro Blanquita con un revival, así le dicen foto -TONGOLELE en el argot artístico, de un cuadro de aquella máxima cinta del Indio Fernández sobre el tema, Salón México.

Y precisamente así, Salón México, con el añadido de 1950, se denomina el espectáculo en el que, efectivamente, el público se ve retribuido con creces en el virtual viaje al ayer, al toparse con protagonistas verdaderos de aquellos años.

La señorial Yolanda Montes, que causó furor en el medio y estragos en el sentimiento de más de uno hace medio siglo, es una de los iconos vivientes de aquella época y el crédito lo comparte, aunque sin menosprecio, pues ella se lleva la mayor parte, con Los Tres Caballeros, también figuras señeras de los días de la serenata, que encabeza el virtuoso Chamín Correa.

Aún grácil, la intemporal Tongolele revive días idos con su asombroso movimiento de caderas que remueve recuerdos y conciencias en ellos, y en ellas genera envidias y da lugar a las conjeturas. ''No, mi vida, Tongolele es de la edad de tu mamá y ella (la suegra, claro) acaba de cumplir 75 años'', le aclaró, tajante, una dama en el intermedio a su marido, de aspecto cincuentón, quien, vulnerable, se limitó a decir que él, cuando niño, admiraba a la dama del mechón blanco en las revistas que sus hermanos mayores compraban.

Pero qué tiene de importancia la edad de Tongolele, cuando todavía su anatomía, que por la exposición al baile se resiste a pagar la factura del tiempo, expele sensualidad al sonido de los bongoes.

Trama aparte, en la que abunda el albur barato y las alusiones sexuales que ya a pocos hacen reír y una retahíla de ''pendejo'' y ''chinga tu madre'', que a nadie sonrojan pues son parte ya del habla cotidiana de muchos, no privativos como en aquella época de la clase jodida, la noche es de Tongolele con su corta actuación en la que la señora, sin esfuerzo visible, despierta rescoldos que en los de su generación se creían apagados.

Correa, un estupendo requintista, y sus dos acompañantes se llevan también su rebanada de reconocimiento con interpretaciones de Roberto Cantoral, que con ellos cantaba, como El Reloj y La barca, que hacen aflorar recuerdos en el respetable que se convierte en sonora caja de resonancia. Además se rinde un tributo a Los Panchos, en el que, igualmente, hay coro por parte de quienes pagaron boleto.

Elizabeth Aguilar y Lourdes Munguía llevan los papeles estelares de la obra, con referencias de la época, como que en el burdelito se sirve Habanero con Pepsi Cola; actúa el ballet de Chelo la Rúe y se baila mambo y chachachá, y además figuran otras beldades, como Diana Golden y Edna Bolkan, en tanto que Sagrario Cueto personifica y bien a la infaltable puchacha alcohólica, mientras que Lena, mitad del dueto que formó con Lola, le hace a la cantada.

El Flaco Guzmán, Humberto Elizondo, Gaby Rivas y el director Beny Ibarra llevan los titulares masculinos. El programa de mano advierte que Salón México estará dos únicas semanas, esta y la que sigue. Las funciones son viernes y sábados a las 18:00 y 21:00 horas, y los domingos a las 17:00 y 20.00 hrs.