DOMINGO 8 DE OCTUBRE DE 2000

 

Ť Guillermo Almeyra Ť

Yugoslavia-Israel: dos pesos, dos medidas

Como todo el mundo sabe, Ariel Sharon, el asesino de Sabra y Chatila, durante la invasión israelí a Beirut y la ocupación de Líbano, el partidario del Gran Israel (o sea, de la anexión de los territorios árabes desde el Nilo hasta el Eufrates), el responsable del aumento de la colonización judía de los territorios palestinos y del armamento de esos colonos fascistas y racistas, desató la actual y enésima matanza de palestinos con una provocadora incursión armada en la Explanada de la Mezquita que es un lugar sacro de todos los musulmanes de esta tierra.

Su provocación equivaldría a un desfile nazi frente a San Pedro, en Roma. Sin embargo, Clinton y la mayoría de los gobiernos (con la honrosa excepción, sobre todo, del francés, el cubano y el sirio) fingen poner en un plan de igualdad a los provocadores de la ultraderecha israelí y a los palestinos que reaccionaron frente a la provocación. De ahí el llamado al primer ministro israelí, Ehud Barak, y al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, para que lleguen a un acuerdo de pacificación, cuando es evidente que es la ultraderecha israelí la que no quiere ningún acuerdo y saboteará toda aproximación al mismo, como hizo anteriormente con el asesinato del ex primer ministro Yitzhak Rabin.

Es más, sus provocaciones tienden a romper todo intento de Barak de hacer alguna concesión menor a los palestinos y, además, a crear las condiciones sicológicas en el pueblo de Israel para que, en un ambiente de feroz chauvinismo, empuje a Barak a abandonar su actitud de halcón palomizado para adoptar la línea más cercana posible al frente derechista Likud y a los judíos ortodoxos o, en caso de elecciones, provoque una marea de votos racistas gracias al miedo a una nueva Intifada.

El cinismo del gobierno de Estados Unidos, que sigue apoyando a Israel a pesar de la política fascista en los territorios ocupados, es apoyado por todos los que, como la Internacional Socialista y la mayoría de los gobiernos, simulan creer que el régimen israelí es esencialmente democrático aunque cometa algunos "deslices" y "exageraciones". Ese cinismo es compartido por los gobiernos árabes que, en el mejor de los casos, se limitan a protestar tibiamente por las matanzas de palestinos sin siquiera destinar un mínimo porcentaje de sus presupuestos y del aumento del precio petrolero a sostener al pueblo palestino y a la ANP.

La benevolencia cómplice frente a Tel Aviv se troca en cambio, ante Belgrado, en los aullidos de una jauría. Por supuesto, como indican todos mis numerosos escritos anteriores sobre Yugoslavia, no soy un defensor de Slobodan Milosevic. Pero no puedo evitar el asco ante la ocupación de Kosovo, frente al apoyo de la OTAN a la limpieza étnica perpetrada por los bandidos y racistas partidarios de la Gran Albania en esa región, a costa de serbios, gitanos, búlgaros, judíos, o al ver los intentos de Estados Unidos de romper la actual mini Federación yugoslava escindiendo a Montenegro de la misma. Tampoco puedo cerrar los ojos ante las incongruencias de la propaganda anti Milosevic para la cual el actual presidente (elegido antes por mayoría) sería un terrible dictador o incluso un "nuevo Hitler" y trataría de perpetuarse por el fraude robándole las elecciones a Vojislav Kostunica.

En la jauría aullante nadie parece pensar que un dictador no permite grandes manifestaciones de la oposición (al menos sin reprimirlas con el ejército), ni tampoco organiza elecciones en las que reconoce que la oposición resulta mayoritaria, ni convoca a otras para perderlas o se va sin resistir. Nadie se para tampoco a pensar de dónde saca el "dictador" el voto de más de 40 por ciento de sus conciudadanos. Ni sobre el hecho de que Kostunica, que rechaza la actual limpieza étnica en Kosovo y es nacionalista, aunque más moderado que Milosevic y también que los otros opositores, si llega al gobierno en brazos de la OTAN deberá abandonar sus veleidades de independencia y su nacionalismo y será una simple marioneta del extranjero en cuyo caso las medidas represivas de Milosevic, contra la prensa y las libertades, no serán nada frente a la colonización de los serbios y los montenegrinos.

La "libre información" es lo que los franceses llaman bourrage de crane (relleno del cráneo con basura). Trata, como en la neolingua de 1984, de George Orwell, de cambiar el sentido de los conceptos, para que las víctimas aparezcan como salvajes cuando se defienden de sus victimarios y para que quien se niegue a ser esclavo aparezca como peligroso perturbador y agresor. La condición básica, hoy, para la libertad, es generar una información alternativa digna de ese nombre y aprender a leer al revés lo que se nos presenta cabeza arriba.

 

[email protected]