SABADO 7 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Por cada 8 hombres, 2 mujeres piden ayuda profesional


2.5 millones de mexicanos han usado drogas, según encuesta

Ť El consumo de cocaína alguna vez en la vida aumentó a 68.2%, de acuerdo con cifras de los Centros de Integración Juvenil

Carolina Gómez Mena Ť El uso -continuo o eventual- de cocaína ha experimentado durante la última década un incremento notable en nuestro país, según se constata en cifras de los Centros de Integración Juvenil (CIJ).

Al respecto, el doctor Víctor Manuel Guisa Cruz, director de tratamiento y rehabilitación de los CIJ, refirió que en 1990, la prevalencia del empleo de cocaína, al menos una vez en la vida, era de 12 por ciento, mientras para 1999 ascendió a 68.2 por ciento.

El especialista citó que ese incremento concuerda con la curva ascendente mostrada por las dos últimas encuestas nacionales de adicciones, aunque no así con los porcentajes, pues el sondeo de 1993 arrojó 3.4 de prevalencia, y 5.6 el de 1998, en población entre 12 y 65 años.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones, poco más de cinco de cada 100 personas entre 12 y 65 años de edad, residentes en localidades urbanas -2.5 millones de mexicanos-, habrían utilizado droga alguna vez, excluyendo alcohol, tabaco y sustancias con utilidad médica.

Entrevistado en el marco del foro Conocimientos recientes sobre abuso de estimulantes, organizado por los CIJ y la embajada de Estados Unidos, Guisa Cruz destacó que una de las principales presentaciones en las que jóvenes y niños consumen la cocaína es la llamada grapa, droga de muy baja calidad y que en el mercado alcanza un precio muy accesible, entre 30 y 50 pesos.

Daños cerebrales irreversibles

El director de tratamiento de los CIJ citó que debido a su bajo costo y a la facilidad para adquirirla, ya que se vende a la salida de escuelas, en parques y otros lugares públicos, ha tenido un gran auge entre los adictos.

Este estimulante daña irreversiblemente el sistema nervioso, produce ansiedad, alteraciones de sueño, cuadros de esquizofrenia, delirios de persecución, daños al sistema cardiovascular, hipertensión e hipertermia (elevación de la temperatura corporal) en fases avanzadas de la adicción.

No obstante, en las etapas primarias el consumidor experimenta euforia, reducción de apetito, fatiga y mayor sensibilidad a los estímulos y al placer.

Richard A. Rawson, catedrático e investigador de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), resaltó en su exposición que los estimulantes más utilizados en el mundo son la cocaína y las metanfetaminas (drogas sintéticas), siguiéndoles la mariguana, los inhalables y la heroína.

Sobre la primera, citó que cuando ésta es inyectada sólo tarda entre 7 y 10 segundos en llegar al cerebro, mientras que cuando es inhalada lo hace en 3 o 5 minutos, siendo su vida media o duración activa de sólo dos horas, y con permanencia pico a los 20 minutos después de haber sido usada.

Las metanfetaminas, drogas mucho más agresivas que la cocaína, tienen una vida media de entre 8 y 12 horas en el cuerpo, y desde un principio generan alucinaciones y condiciones sicóticas abiertas. Luego, alteración de los centros cerebrales de la memoria, lo que se traduce en disfunción cognoscitiva, porque lesionan la superficie neuronal, interrumpiendo las sinapsis (conexiones) entre las células nerviosas.

En cuanto a las consecuencias del consumo de estas drogas, así como de los inhalables, la mariguana y los derivados opiáceos como la heroína, el especialista estadunidense destacó que todos los estimulantes generan una dependencia crónica, pues lesionan de manera irreversible el cerebro.

Por ello, subrayó, los pacientes jamás recuperan su capacidad cerebral anterior al comienzo del consumo, y de igual manera, una gran mayoría recae en la adicción.

En torno a esto, Guisa Cruz manifestó que sólo entre 30 y 40 por ciento de los adictos se recuperan casi totalmente, alrededor de 45 por ciento no disminuye su consumo, mientras 10 o 15 por ciento retoma el vicio.

Respecto al primer contacto con la droga, 80 por ciento de los jóvenes narran que se dio por invitación de un amigo, y de éstos, en promedio recurren a la ayuda médica entre tres y cinco años después de que se inició la adicción.

Entre los síntomas más evidentes del consumo de enervantes están el cambio repentino de actividades, cambios de carácter, aislamiento, hostilidad, apatía, cambio de amistades y tendencia a realizar hurtos repetidos.

El galeno comentó que con base en la experiencia de los Centros de Integración Juvenil, parece ser que la utilización de drogas es más común en el sexo masculino que en el femenino, pues por cada ocho jóvenes que acuden a los centros de atención médica, van dos mujeres.

Asimismo, sólo 40 por ciento son llevados por sus padres, y el resto, especialmente los cocainómanos y los adictos a la mariguana, por ser un poco mayores, suelen acudir solos y cuando el problema ya es evidente.

Refirió que las tendencias observadas en los últimos años indican no sólo un incremento en la magnitud de las adicciones, sino también la ocurrencia de importantes cambios en su forma, los que serían indicativos de una creciente complejidad y de un probable proceso de transición epidemiólogica, que exigirán el desarrollo de alternativas de atención más efectivas y de una amplia participación de los sectores público, privado y social.

De acuerdo con los datos de la última encuesta, el grupo más afectado es el de los hombres entre 18 y 34 años, entre quienes el uso de drogas alguna vez en la vida alcanza una prevalencia de 15.61 por ciento, es decir, cerca de 1.3 millones de usuarios.

En torno a la incidencia por zonas del país, Víctor Guisa dijo que en el norte son más utilizados los opiáceos, en su modalidad de inyectables, mientras que en el centro la mariguana y la cocaína son las más empleadas, y en el sur sobresale el uso de mariguana. En el caso de la cocaína, ésta tiene gran auge también en los estados del Pacífico, como Sonora, Sinaloa y Baja California.