VIERNES 6 DE OCTUBRE DE 2000
Ť José Cueli Ť
Cartas a una joven psicóloga
Ignacio Solares, como buen poeta y estudioso de Freud, busca y encuentra en su propio niño las primeras huellas de su quehacer poético en su nuevo libro Cartas a una joven psicóloga -Maty, su hija- en el que crea y recrea un espacio lúdico entre ambos donde juega con ella a la psicología, sabedor de que la ocupación predilecta del niño es el juego. Piensa, con Freud, ''que todo niño que juega se comporta como un poeta, pues se crea un mundo propio, o mejor dicho, inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrada".
Solares abre camino y toma muy en serio ese mundo, invirtiendo en ello grandes montos de afecto. ''Lo opuesto al juego no es la seriedad, sino la realidad efectiva". ''El niño distingue muy bien la realidad de su mundo de juego a pesar de toda su investidura afectiva y tiende a apuntalar sus objetos y situaciones imaginarias en cosas tangibles y visibles de su mundo real...'' (Freud, S. El creador literario y el fantaseo).
Del libro de Ignacio Solares se desprenden varias lecturas. Una, el viaje por la historia de la psicología, enfocando su ''angular" fotográfico con énfasis en algún autor en especial; otras, cargadas del afecto por su hija, joven psicóloga, en donde el juego entre ambos se desliza hacia el espacio poético en el que tan a gusto el texto se convierte en buena prosa, musicalidad, ritmo... creándose un espacio entre ella y él, en el que los tiempos desaparecen, se difuminan y el conocimiento se torna un juguete más de ese espacio entre ellos.
Al estilo del proyecto freudiano, Solares abre básicamente dos líneas y juega entre el espacio fantaseado con su hija y la lectura seria y metódica de la psicología, desde los griegos a nuestros días. Espacio y tiempo se trasmudan, pasando del pensamiento formal y académico al espacio del juego y la ilusión de donde emerge mágicamente la creación literaria permeada por la ternura que se despliega en el íntimo diálogo padre-hija.