VIERNES 6 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Gilberto López y Rivas Ť
A 20 años de la Cruzada de Alfabetización
Este año se cumplieron 20 años de la Cruzada Nacional de Alfabetización de Nicaragua, acontecimiento que constituyó un importante paso para el desarrollo democrático de nuestra América. Dejo un testimonio para que la memoria no pierda frente al olvido.
El 28 de febrero de 1980 me incorporé como asesor técnico de la cruzada dentro de un proyecto para alfabetizar y a su vez rescatar la historia oral de la insurrección popular sandinista.
Como mexicano recién llegado con el deseo de ayudar a la segunda revolución triunfante en América Latina, la experiencia me marcó para toda la vida: la cruzada fue la luna de miel del Frente Sandinista con el pueblo nicaragüense, la iniciativa que concitó el mayor consenso nacional e internacional, el más diáfano esfuerzo del gobierno revolucionario, la entrega generosa de miles de jóvenes y su adopción en familias campesinas que compartieron hambre, miseria, esperanza y sueños.
Como antropólogo llevé un diario de campo en el que registré las vicisitudes diarias de nuestro equipo. A 20 años de aquella gesta, reproduzco algunos extractos representativos.
Lunes 17 de marzo de 1980. Día de intenso trabajo. Por la mañana hicimos el horario y el programa para el seminario de preparación de nuestros brigadistas. A las once de la mañana nos fuimos a la Plaza de la Revolución. Llegaba de León un contingente de estudiantes de la UNAN con un millón de aspirinas y otros medicamentos para entregar al Ministerio de Salud y a su programa de alfabetización. En el acto hablaron varios funcionarios del gobierno, pero todos esperábamos el discurso de la Comandante Dos, Dora María Téllez, quien recordó a los estudiantes que antes que ellos, otros habían hecho la misma marcha en 1973, cuando no tenían un ejército que los escoltase; se refirió al movimiento estudiantil de aquellos años, cuando muchos compañeros habían abandonado carrera, estudios, comodidades, una vida segura, por la lucha revolucionaria. Hizo mención a la campaña burguesa contra la revolución y reafirmó que la alfabetización era una cruzada para que obreros y campesinos fueran conscientes de su historia de explotación. Terminando el discurso, se dispuso a juramentar al contingente: "Por esos muertos, nuestros muertos, juramos alfabetizar". Jueves 27 de marzo. Grandes emociones entre los brigadistas; se sortean los lugares adonde irían las distintas escuadras alfabetizadoras. Toda la brigada deseaba ir al norte, pues es el lugar donde se inicia la lucha del Frente Sandinista. Salen los nombres de las cuatro escuadras que irían al norte y cada papeleta ocasiona un desbordamiento de alegría en unas escuadras y expectación en otras. Después sale la que va al sur, que es el segundo lugar en la preferencia de los muchachos, y, por último, las escuadras de occidente y centro, cuyos integrantes se sumen en la tristeza y la desmoralización. La dirigente de la brigada les dice que Nicaragua entera es el objetivo de la cruzada, que para ser buenos hijos de Sandino, buenos revolucionarios, deberían despojarse del individualismo pequeño-burgués. Le aplauden y repiten consignas, pero no se alegran de ir a lugares sin el "romanticismo" de la vida de montaña, con ríos, y todo ese mundo bucólico y pintoresco que se han imaginado. Se organiza el trabajo de campo para el día siguiente: cada escuadra ocupará un barrio de Managua, dividida en grupos de cuatro, con una grabadora por grupo. Sábado 29. Analizamos la práctica de campo de nuestra brigada en los barrios de Managua. Los resultados fueron impresionantes: 200 entrevistas con extensos relatos sobre la insurrección popular. En muchas de ellas, los entrevistados lloraban al recordar los acontecimientos y la muerte de sus seres queridos. Además, se recogieron balas, granadas, "un buzón" con diarios de combatientes. La opinión general fue que la entrevista funcionaba. Miércoles 2 de abril. La despedida de la Brigada de Rescate Histórico fue emotiva y espontánea; organizada por los propios brigadistas, quienes mostraron sus dotes musicales y de declamación. De nuestro equipo, Manolo (Manuel Ortega Hegg) dio el discurso político, combatiendo la campaña de bolas (rumores) desatada en contra de la Cruzada de Alfabetización. Todo parece indicar que se repetirá la experiencia cubana y los ataques contra los brigadistas son de esperarse. Lunes 21. Reunión en Estelí con la escuadra Mildred Abaunce. Discusión del trabajo de campo. La moral muy alta entre los brigadistas. Después de la reunión nos dirigimos hacia al norte, rumbo a la frontera con Honduras. Visitamos la escuadra "Che Guevara" en Condega. Nos informan de problemas por la actividad contrarrevolucionaria de los somocistas. Se habla de hostigamiento y de represalias contra los alfabetizadores. En Somotillo resolvemos problemas de abastecimiento de nuestros brigadistas y llegamos de noche a El Ocotal, en donde tenemos reunión con otra escuadra. Martes 22. Por la mañana llegamos a Matagalpa. Esta ciudad, que también sufrió los embates de la guerra, es distinta a las que hemos conocido; rodeada de montañas, con calles que suben y bajan a la manera de Taxco. Nos hacen una entrevista para la estación de radio de la zona y aprovecho para dar a conocer al auditorio el lema de nuestro proyecto: "la historia la hacen los pueblos, es hora de que la escriban". Viajamos hacia Jinotega, acomodándonos para pasar la noche en la Coordinadora Distrital. Colocamos una cobija en el suelo y con el cansancio del viaje el sueño llega pronto, escuchando la conversación entre dos jóvenes brigadistas que se relatan sus experiencias, sus enfermedades, su entusiasmo: "yo sí lloré el primer día, decía uno, pero ahora ya no me acuerdo".