VIERNES 6 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Nervioso, el veracruzano reafirmó la tesis gubernamental de esos hechos
Indiferencia senatorial ante la versión de Gutiérrez Barrios sobre el 68
Ť Plantea el PRD integrar una comisión de la verdad Ť Priístas y panistas defienden al Ejército
Andrea Becerril Ť El PRD propuso ayer en la tribuna del Senado de la República la integración de una comisión de la verdad para los crímenes de lesa humanidad, que se encargue de investigar la masacre estudiantil de 1968, la guerra sucia de los setenta, Acteal, Aguas Blancas y todas las matanzas que, desde la sombra del poder, se han dado para reprimir a los disidentes en México.
La propuesta perredista motivó el primer debate entre senadores durante la naciente 58 Legislatura, en el que priístas y panistas coincidieron en la defensa del Ejército.
Una discusión que obligó al mismo Fernando Gutiérrez Barrios a dar su versión de lo acontecido en Tlatelolco, hace 32 años, tan oficial que fue recibida con frialdad por los mismos priístas.
A su vez, el coordinador de los senadores del PAN, Diego Fernández de Cevallos, planteó estar a favor de que se abran los archivos del 68, como lo propuso Vicente Fox, pero sin traer ''a valor presente los odios y resentimientos del pasado''.
Las posturas de PAN y PRD chocaron, pues mientras el senador guerrerense Armando Chavarría Barrera advirtió que ''no se puede cruzar el umbral de la historia sin saldar cuentas del pasado'' y, en ese sentido, se requiere ''dejar bien claro'' quién estuvo detrás de la masacre estudiantil, por qué se utilizó al Ejército contra una manifestación pacífica y por qué fueron detenidos y torturados más de 5 mil jóvenes'', Fernández de Cevallos dijo que no debe explotarse ''facciosamente'' el dolor de un pueblo que ''nunca mereció vivir esa pesadilla''.
Cadáver insepulto
El senador Chavarría, primer orador, pidió no olvidar que la derrota del PRI no habría sido posible sin la trágica noche del 2 de octubre en Tlatelolco.
''Entre los cadáveres de niños, mujeres y jóvenes, quedó un cuerpo que nadie quiso reconocer, que ninguno se presentó a reclamar y que permaneció insepulto por más de tres décadas. Era el cadáver del régimen revolucionario, que deambuló como zombi por 32 años, causando graves estragos al país, pero que por fin el 2 de julio fue enterrado por la ciudadanía''.
Sin embargo, insistió el guerrerense, ''si no sacamos a la luz los fantasmas que nos agobian, éstos empezarán a obstaculizar nuestra transición democrática''.
Es cierto, dijo, que muchos de los culpables ya no podrán ser castigados, porque están muertos. ''Pero hay algunos que física y políticamente hoy detentan puestos de responsabilidad; el esclarecimiento de Tlatelolco no se trata sólo de un asunto penal. Es, sobre todo, una responsabilidad histórica y moral, una deuda con los cientos de jóvenes caídos, con las familias y con el pueblo de México''.
De ahí que, remarcó, se requiere esclarecer lo que pasó realmente el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas y toda la secuela posterior llamada guerra sucia, pues desde el año de 1968 hasta el 2000 en Chimalhuacán, no sólo en la misma política, sino que en muchos casos, son los mismos responsables.
''Esa política que usó el Ejército para acallar la protesta estudiantil, es la misma que hoy se usa para someter la inconformidad campesina en Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Política que está exponiendo a nuestras fuerzas armadas a un grave desprestigio y descomposición, por esto y por su contacto con el narcotráfico''.
Versiones encontradas
Hay, agregó, una enorme satisfacción en la sociedad guerrerense por la detención del general Mario Arturo Acosta Chaparro, uno de los responsables de la guerra sucia, y por ello también ''nos congratulamos de que a nivel internacional se estén creando tribunales para castigar los crimenes de lesa humanidad''.
Contraria a esa visión del 68 fue la que dio Fernández de Cevallos, quien dijo que la postura del PAN quedó clara desde ''los días aciagos'' del 2 de octubre. ''Desde entonces, para nosotros fue claro cómo miles de estudiantes idealistas quedaron atrapados en la barbarie que originó el choque de provocadores con un gobierno represor. Los estudiantes no agredieron, el Ejercito Mexicano no agredió, ambos fueron agredidos''.
El panista aludió a las fuerzas que hace 32 años se disputaban el poder y se valieron de paramilitares para masacrar a estudiantes y soldados, y sostuvo que más de tres décadas después, sigue siendo válido el llamado de Acción Nacional: ''Por un lado, su enérgico reclamo de verdad y justicia y, por el otro, convocar a la juventud a no desperdiciar su valor, sus valores en algaradas y caos''.
Fernández de Cevallos Ramos concluyó su intervención con un llamado a fortalecer las instituciones: ''Hagamos votos porque jamás los ideales de la juventud y el honor del Ejército vuelvan a ser sacrificados en el festín ominoso de noches de Tlatelolco''.
El priísta Fernando Gutiérrez Barrios salió también en defensa del Ejército y pidió privilegiar la razón por encima de la pasión y la emoción, para poder comprender ''la multiplicidad de factores y fuerzas que desencadenaron'' lo acontecido el 2 de octubre.
Aunque parecía sereno, el temblor de sus manos al pasar las cuartillas evidenció el nerviosismo de quien fuera el encargado de seguridad nacional en el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, y que a 32 años de distancia, desde el pleno senatorial, daba su versión, muy coincidente con la gubernamental.
El Ejército, sostuvo Gutiérrez Barrios, ''cumplió con el sentido jerárquico de su estructura orgánica con base en los valores de disciplina y lealtad. Hasta donde se sabe, su presencia el 2 de octubre tenía como propósito la disuasión para evitar un enfrentamiento, ya que los estudiantes, después del mitin en Tlatelolco, planeaban trasladarse al casco de Santo Tomás, que se encontraba custodiado por miembros de las fuerza armadas''.
Agregó que diversos testigos presenciales coinciden en afirmar que la provocación provino de personas ubicadas en los edificios aledaños a la Plaza de las Tres Culturas, pero ''a tres décadas de lo ocurrido, esto no se ha logrado esclarecer''.
Entregó luego a la mesa directiva copia del informe que la madrugada del 3 de octubre de 1968 hizo llegar a Díaz Ordaz, en el que, en su carácter de director federal de Seguridad, informa al Ejecutivo que había mil 43 detenidos, 26 muertos y cien heridos, entre ellos el general José Hernández Toledo.
Gutiérrez Barrios regresó solitario a su escaño, ante la indiferencia de su bancada que, a excepción de Dulce María Sauri y Emilio Gamboa, no le aplaudió.
Debió escuchar además cómo el coordinador del Partido de la Revolución Democrática, Jesús Ortega, refutó sus argumentos y los de Fernández de Cevallos.
''El movimiento del 68 no fue un choque de provocadores al que se condujo a los estudiantes. El movimiento del 68 tiene una raíz plenamente legítima, la lucha por las libertades civiles en este país'', afirmó
Ortega Martínez hizo notar a Fernández de Cevallos que, ''por supuesto, tampoco el movimiento estudiantil fue una manifestación de caos o algarada'', sino ''un acto de lucha consciente por crear un México más justo''.
El 2 de julio, remachó el coordinador de la fracción perredista, ''no podría entenderse sin el 2 de octubre, sin el sacrificio de los jóvenes''.
Advirtió también que sin descartar la hipótesis de que la masacre haya sido resultado de un conflicto entre actores e intereses del gobierno, ello ''en modo alguno excluye la responsabilidad de las autoridades políticas y algunas autoridades militares en los terribles acontecimientos''.
Finalmente, aprovechó para insistir en la necesidad de conformar la comisión de la verdad, porque el 68 ''es todavía una herida abierta''.