JUEVES 5 DE OCTUBRE DE 2000
Ť La competencia se cerró más, dice analista político
Luego del primer debate entre Gore y Bush, todo quedó igual
Ť Ninguno conquistó nuevos votos, pero tampoco hubo pérdidas
Ť En la lucha por la presidencia de EU, lo que vale "es la forma"
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 4 de octubre Ť Un día después del gran debate sobre el futuro de la democracia estadunidense, no ocurrieron sorpresas, ni nadie fue designado campeón.
Los dos principales candidatos presidenciales afirmaron que este debate y la elección están marcados por "enormes diferencias" (Bush) y una "opción histórica" (Gore), pero para los observadores eso fue difícil de detectar.
Lo que fue proyectado, tanto por los candidatos como por los principales medios, es que este primer debate (de tres en total) sería un acto clave para determinar las elecciones. Pero todo indica que sigue igual después del debate. Lo único que no sucedió fue una sorpresa, una definición clara de las supuestas "enormes diferencias" entre las posiciones de ambos aspirantes o algo parecido a un momento "histórico".
De hecho, diversos observadores políticos aquí coincidieron en que el debate terminó en un empate. "En un empate", comentó el analista político de CNN Bill Schneider, "(gana) el retador", o sea Bush.
El hecho de que Gore, reconocido como un político mucho más talentoso, de mayor experiencia y con mayor capacidad intelectual que su contrincante, no logró destruirlo, que Bush se "mantuvo", resulta en un triunfo para el republicano. "Una competencia muy cerrada se ha cerrado aún más", concluyó Schneider.
"Este es un momento crucial en la historia estadunidense", insistió Gore. La próxima elección, argumentó, se trata de una opción "histórica" sobre cómo se manejará la prosperidad, para el bien de todos, o sólo para el beneficio de pocos. El mensaje era que las propuestas de Bush son para el beneficio de los ricos y que resultarán en minar el auge económico.
Bush también insistió en que "existen enormes diferencias de opinión", y su mensaje fue que se necesita nueva sangre en Washington, que Gore -como segundo de Clinton- ya tuvo suficiente oportunidad para promover cambios que no ha logrado, y cuestionó la integridad moral de este gobierno. "Yo no soy de Washington, soy de Texas", subrayó.
Las diferencias entre las propuestas de ambos no serán lo que recuerde la gente, si uno propone invertir mil millones y pico más que el otro en un programa o no. Los debates ya no se definen por el contenido, sino por las formas. Gore obviamente sabe manejar cifras, datos y cálculos, pero la gente recordará más el comentario de Bush: "este (Gore) es un hombre que tiene buenos números. Habla de números. Empiezo a pensar que no sólo inventó el Internet, sino que también inventó la calculadora".
Gore, reconociendo las críticas por su falta de efervescencia, comentó: "Podría no ser el político más excitante, pero trabajaré para ustedes cada día... y jamás los decepcionaré".
Lo que cuenta no son las propuestas y las posiciones, sino la forma en que se presentan, el comportamiento de cada candidato, quién "cae bien", y si tiene frases chistosas o agudas. Por lo tanto, los candidatos probablemente no conquistaron a nuevos fieles, pero tampoco los perdieron después de su primer combate verbal.
Sin embargo, el acto fue significante, se insiste, por ser el primer enfrentamiento directo ante un público televidente calculado en unos 75 millones, y que ocurre en un contexto en el que hay un empate técnico en las encuestas entre estos dos candidatos cuando faltan sólo 35 días para la elección.
ƑExisten grandes diferencias?
La imagen habló más que las palabras: los dos candidatos se presentaron ataviados con traje oscuro, camisa blanca y corbata roja. Se subrayaron diferencias en cómo cambiar el sistema tributario, los programas de apoyo para jubilados, y sobre el aborto. Pero eso no fue noticia. Aquí no se percibió más que un acto en el que se reiteraron posiciones, se evitaron sorpresas, y donde hubo poco sabor a un combate político a fondo.
Peor; hubo una confesión del cinismo de este ejercicio democrático. Gore, reconociendo que hay un amplio desencanto popular con la influencia del dinero en la política estadunidense (esta ya es la elección federal más cara de la historia), se vio obligado a señalar que es necesario "limitar la influencia de los intereses especiales y regresar la democracia al pueblo estadunidense".
Bush insistió en que Gore no tenía la autoridad moral para hablar de ese tema porque ha sido uno de los principales recaudadores de estos fondos. Gore con toda razón podría haber decidido, aunque se abstuvo, regresarle la acusación a Bush. El hecho es que ambos son protagonistas de un sistema de financiamiento electoral que ellos mismos reconocen como corrupto.
Y nadie se atreve a preguntar si después de todo este ejercicio hay alguna razón para que ese 50 por ciento del electorado que no participa en las elecciones recientes decida regresar a ejercer su derecho electoral.
"Esto es un juego donde el resultado está ya determinado: ganarán los grandes intereses del poder y el dinero", comentó un taxista en Nueva York. "Nadie puede esperar grandes cambios desde arriba, todo cambio real tiene que venir desde abajo, como siempre ha sido. A estos políticos les conviene que la mitad del pueblo no vote, y decir que son servidores de todos los estadunidenses, pero las palabras son baratas, y sabemos para quién actúan siempre: el business de la política aquí es el business".