JUEVES 5 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Octavio Rodríguez Araujo Ť
La UNAM en riesgo (otra vez)
Dos principales proyectos de universidad están a debate en estos momentos: el que pretende generalizar e imponer el modelo de las universidades privadas a las públicas y el que respeta y enfatiza la distinción entre la universidad pública y autónoma y la universidad privada.
Los defensores del paradigma de las universidades privadas lo encabezan la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y, con diferencias de matiz, el grupo de transición de gobierno del presidente electo Vicente Fox, cuyo coordinador de asuntos educativos es precisamente el rector del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), que ve en este instituto el modelo para todas las universidades y en la educación virtual el futuro de éstas.
La concepción de la OCDE, sintetizada por Pablo Latapí Sarre (Proceso, 01/10/00), sugiere "que es imperativo un cambio de paradigma educativo, un nuevo enfoque racional, pragmático y articulado a la revolución informática, para rediseñar la educación" y, por cuanto a la investigación, el modelo ideal sería el que asimila la actividad universitaria con las grandes empresas corporativas, lo que equivale a subordinar la investigación universitaria a la lógica del mercado y la ganancia y no a la formación humana y a la rentabilidad social que mira "hacia los bienes públicos y los valores colectivos". La concepción del Tec de Monterrey y del grupo foxista no es muy diferente de la que recomienda la OCDE, como tampoco lo es la posición de varias de las universidades públicas y supuestamente autónomas de los estados, como la Universidad "Autónoma" de Nuevo León.
Cito el caso de la universidad nuevoleonesa porque con ella tuve una experiencia interesante que revela la enorme diferencia entre una universidad pública, que quiere ser privada y no autónoma, y una universidad pública y autónoma que quiere seguir siendo ambas cosas. La revista Trayectorias de la UANL me pidió, en 1999, un ensayo sobre el conflicto en la UNAM. Los dictaminadores de la revista lo rechazaron, entre otras razones, porque yo no aceptaba la inserción de la educación superior pública en la lógica y en los imperativos de la globalización ni la subordinación de las universidades públicas y autónomas a los dictados, en materia educativa, del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y de la OCDE. Asimismo, porque en ese artículo rechazaba los argumentos a favor de las cuotas, que se estaban debatiendo en ese momento en la UNAM. Los dictaminadores, en cambio, defendieron indirectamente el paradigma del Tec de Monterrey (implantado ya en la UANL).
Ese mismo artículo lo entregué después a la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM (incluida en el índice de revistas científicas mexicanas de excelencia del Conacyt) y fue publicado en el reciente número doble 177-178, con lo cual se demuestra la enorme diferencia entre una universidad que actúa como si fuera privada y no autónoma y la UNAM, cuyo rector actual ha defendido su carácter público y su autonomía (respeto a la pluralidad) en reiteradas ocasiones.
Este artículo formó parte, meses después, de un largo ensayo incluido en un libro que coordiné y en el que participaron varios consejeros universitarios de la UNAM (El conflicto en la UNAM, 1999-2000, Ediciones El Caballito, julio de 2000). En el texto se defiende, desde luego, la universidad pública y autónoma, pero también que sea gratuita; sin embargo, pese a que preferimos publicarlo fuera de la UNAM, debemos decir que sus autoridades centrales estuvieron dispuestas a editarlo. ƑSe nota la diferencia entre la UNAM y la UANL-ITESM?
Vale decir que el rector Juan Ramón de la Fuente, aunque nunca ha dicho que defendería la gratuidad de la universidad pública, sí ha insistido en la defensa de la universidad pública y de su autonomía, como ha sido más que evidente en su discurso del 25 de septiembre, en la Ceremonia de Investidura de Profesores e Investigadores Eméritos. Con este discurso, por si había dudas, la UNAM y su rector, junto con decenas de miles de universitarios (académicos, administrativos y estudiantes) no sólo se reivindica la esencia de la Universidad Nacional y su autonomía sino que se guarda una clara distancia del proyecto de educación superior que, al parecer, querría implantar Vicente Fox desde la Presidencia del país.
Es poco probable que De la Fuente suscriba la demanda de gratuidad de la educación superior pública, y en este sentido seguiremos insistiendo. Pero dadas las circunstancias del momento y conocidas las intenciones de Fox y sus amigos, una posición táctica recomendable sería apoyar al rector y luego discutir sobre las cuotas o la gratuidad. La lucha en defensa de la universidad pública y autónoma no será fácil, pero es un punto en el que podríamos ponernos de acuerdo todos los universitarios a pesar de nuestras diferencias. Si no lo hacemos, la intolerancia de los defensores del modelo Fox-OCDE-ITESM-UANL se impondrá como han querido imponer otras intolerancias.