JUEVES 5 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Gustavo Leal F.Ť Ť
Médicos, especialistas, hospitales y aseguradoras
Es un hecho que frente al actual estado de la oferta pública (IMSS, ISSSTE, Ssa) cada vez más médicos, también seriamente comprometidos con su profesión, emprenden los más diversos caminos para expandir la oferta de servicios privados buscando dignificar su labor.
A fines de junio se anunció la creación de la red privada de especialidades Medisalud. En la ocasión, R. Rosenkranz, presidente del grupo Inovamed -accionista mayoritario de la Clínica Londres-, comunicó que entran al mercado para "complementar el trabajo hecho hasta ahora por los sectores público y privado", pero con una visión de atención integral y un vínculo estrecho médico-paciente. Su prioridad empresarial es "fomentar la cultura de la prevención y más que curar enfermedades, colaborar para que las personas estén sanas". Las clínicas cubrirán problemas básicos de salud, todas las especialidades y subespecialidades del primer y segundo niveles de atención: pediatría, oftalmología, medicina alternativa, odontología, otorrinolaringología, gineco-obstetricia, medicina interna, ortopedia, rehabilitación, hemodiálisis, medicina del deporte, psiquiatría, clínica de colon, cirugía plástica y reconstructiva, así como atención de corta estancia, entre otras.
Ya desde que el entonces secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente, presentara ante el Congreso la iniciativa para conformar las Instituciones Especializadas en Servicios de Salud (ISES), se propaló un argumento similar. Sin embargo, sus defensores no lograron probar cómo se "colabora para que las personas estén sanas" cuando los grupos privados concentran invariablemente su oferta de atención en las especialidades. Una vez que el paciente toca a la puerta del especialista, la prevención de la salud ya ha sido traspuesta. No busca una recomendación general sobre su "estilo" de vida: reclama un tratamiento específico.
Lo que tradicionalmente ha reportado dividendos en la medicina privada mexicana, han sido precisamente esos costosos tratamientos de especialidades, mientras que ha correspondido al sector público diseñar y operar algunas medidas preventivas acotadas, de bajo costo y rutinarias.
Fox y el gobierno entrante arriban justo en el momento en que la política pública puede ser orgánicamente reorientada. Podría fortalecer con toda decisión la oferta que atiende a la gran mayoría de los mexicanos y además apoyar la acción colectiva de ese sinfín de médicos que desde los tempranos años ochenta reperfilan de facto la oferta privada.
Para ello cuenta con la capacidad regulatoria del Estado. Una buena regulación empieza por identificar con claridad a los actores de la arena política: los médicos constituyen el primer eslabón en la cadena de la atención, pero no son empresas hospitalarias ni aseguradoras. Y sin embargo, como dice la Federación de Colegios de la Profesión Médica (Fenacome): "son los que menos ganan".
El gobierno entrante podría ajustar la regulación mexicana tomando muy en cuenta el destino de la oferta de servicios privados más extendida del orbe: la estadunidense.
1) Según un reciente reporte de la American Medical Association, 70 por ciento de los 150 grandes hospitales de enseñanza, considerados como las "joyas de la corona" del sistema sanitario de Estados Unidos, enfrentan agudos problemas financieros y tratan de sobrevivir en desigual combate frente a la competencia de las Health Maintenance Organizations. Si el gobierno federal no interviene, algunos de ellos se extinguirán o quebrarán, y otros, que ya acarrean déficits masivos, tendrán que fusionarse. Su principal problema consiste en preservar el equilibrio entre la misión social de enseñanza clínica e investigación en contextos de severo desfinanciamiento, lo cual los está obligando a transformarse en entidades de lucro. Pero esta salida conduce al inevitable "control" de la atención del paciente: "la ética de los negocios no es aplicable a la ética de la atención de la enfermedad", advierte el reporte.
2) Según la calificadora Weiss Ratings Inc., cerca de 50 por ciento de las Health Maintenance Organizations -especialmente las grandes- sufrieron pérdidas durante 1999, afectando a millones de pacientes. De ahí que hasta la consultora Moody's tuviera que reconocer que ninguno de los 500 hospitales no lucrativos y con deuda registrados en sus listas, se encuentren en condición de mejorar la calificación de su grado de inversión. Se predice que 800 hospitales cerrarán en los próximos cinco años.
Sin duda, apoyando a los médicos podrá mejorar la suerte de los pacientes. Las nuevas políticas para los médicos, deben distinguirse con precisión de aquellas que "regulan" en México ISES, cadenas hospitalarias lucrativas y compañías aseguradoras.
Ť Universidad Autónoma
Metropolitana-Xochimilco