JUEVES 5 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Astillero Ť

Ť Julio Hernández López Ť

Hay tres asuntos que el presidente Viajante Fox debe desahogar pronto, a riesgo de que los ya tradicionales problemas de comunicación de su equipo los conviertan en puntos de conflicto o mal entendimiento cuya responsabilidad le sea luego achacada a los medios de comunicación.

La boda real

Uno de ellos correspondería en estricto sentido al ámbito privado, pero quienes deberían esforzarse por mantenerlo en tal demarcación nada han hecho en tal sentido y, al menos, parecieran disfrutar o tolerar que tales asuntos sean ventilados públicamente.

Fox no ha recibido aún la autorización eclesiástica que, dando por disuelta su relación con Lilian de la Concha, le permita celebrar nuevas nupcias, pero corren insistentes versiones, aun en el seno del equipo foxista, en el sentido de que el presidente electo ha hecho gestiones ante influyentes instancias del Vaticano para que se dé por formalmente roto el vínculo con la señora De la Concha (con quien Fox no vive desde años atrás, y con quien adoptó a sus tres hijos), y se le permita llevar al altar a la señora Martha Sahagún, quien a su vez está divorciada de un militante panista radicado en Guanajuato, de apellido Bribiesca.

A ambos cónyuges desplazados se les ha usado en publicaciones de escándalo para nutrir el apetito de morbo que el asunto sugiere. A la esposa formal de Fox se le ha preguntado con insistencia sobre el carácter del marido y sus desplantes autoritarios. Al ex esposo se le han puesto los micrófonos para que despotrique contra el panismo foxista y para que valore la conducta de su anterior compañera.

Lo privado y lo público

Todo ello es parte de los riesgos que se corren cuando se juega con un tema tan delicado. Fox y Sahagún han permitido (y fomentado, en el caso de ella) la versión de la inminente boda y han admitido su manejo en el ámbito público, sin ningún reparo por esa invasión de lo privado. En estos momentos es probable que el asunto les haga ganar puntos de popularidad, y que incluso los ribetes frívolos del caso permitan que la gran masa ciudadana desatienda tópicos de mayor interés y trascendencia.

Pero habrá que estar atentos al momento en que esa apropiación mediática de un segmento de la vida privada del mandatario resulte molesta, o incluso ofensiva, pues tal incursión habrá sido propiciada por los propios interesados quienes, llegado el momento de las incomodidades, podrían no tener gran autoridad para frenar a los medios en la indagación de lo que ellos mismos pusieron especialmente como distractora carnada circunstancial.

El presupuesto y las contingencias

El segundo tema es el del presupuesto de ingresos y egresos de 2001 y el de un plan económico de contingencia. Parece increíble que el hombre que pretende generar toda una revolución estructural en México sea pillado en errores elementales y, además, deba recurrir a tretas menores para tratar de disimular tales pifias.

Luis Ernesto Derbez, el economista en jefe del equipo foxista, anunció en Madrid que está elaborando un programa económico alternativo, en previsión de que baje drásticamente el precio del barril de petróleo y que la economía estadunidense no crezca el año venidero lo estimado.

El lavatorio de manos de Aspe, según Derbez

Las razones que da Derbez parecen sensatas y hasta obligadas. Sólo la soberbia y el faraonismo priísta pudieron hacer que la economía mexicana se moviera a partir de programas únicos, en los que era una especie de traición a la patria prever escenarios de catástrofe. En 1994, recordó Derbez, según nota de Juan Manuel Venegas publicada ayer en La Jornada, los gobiernos saliente de Salinas y entrante de Zedillo "perfectamente sabían que a finales de 1994 debían cubrir el vencimiento de créditos internacionales por más de 30 mil millones de dólares, y que un error en el manejo de las finanzas internas podría desatar una crisis. Lo sabían de antemano y no hicieron nada. El gobierno entrante (de Zedillo) careció de un plan de contingencia y no tuvo o no quiso emprender acciones de prevención; del otro lado, de los que se iban, (Pedro) Aspe, pues como no fue ratificado en Hacienda, se lavó las manos y no hizo nada por dejar protegida la economía del país''.

Pero, con esa impresionante capacidad de triturar en cuestión de segundos la mejor iniciativa o la mejor voluntad, resulta que Viajante Fox no sabía en tierras hispanas lo que su mano derecha en materia económica acababa de revelar y, preguntado por reporteros sobre el asunto, reviró al periodista pidiéndole la fuente de información, a instancias de Jorge Castañeda y Martha Sahagún. Sencillo: el informante era el mismísimo doctor Derbez.

Sin embargo, Fox no quiso aceptar el hecho sensato, natural, plausible, obligado, de estar elaborando un programa alternativo, de emergencia, para que cualquier crisis, ahora o más delante, no nos vuelva a tomar a los mexicanos entregados a la contemplación priísta de la que algunos bien informados sacaron millonarias tajadas.

La reforma fiscal

No. Fox prefirió eludir las razones verdaderas de esa estrategia y dijo que tal programa de contingencia era motivado por las expectativas de que el Congreso no aprobara su proyecto de reforma fiscal. En ese caso, si los legisladores no autorizaban sus propuestas, el gobierno de Fox habría de arrancar con un presupuesto "austero", con "poco margen de maniobra" que no le permitiría aplicar de inmediato sus ideas revolucionarias en materia educativa y de salud.

Con sus improvisaciones sobre el tema, Fox dejó en claro que el asunto del programa económico de contingencia es considerado secreto, como si el fantasma de una crisis debiera ser encerrado bajo cien llaves. Además, puso en evidencia que las "grandes ideas" puestas en su proyecto de presupuesto serán polémicas y difícilmente encontrarán el apoyo del Congreso federal. Y, finalmente, comenzó a trasladar culpas hacia el ámbito camaral -como en su momento lo hizo Zedillo, el año pasado, cuando los legisladores le cambiaron su proyecto de presupuesto- en la tesitura de que no pueda cumplir sus desproporcionadas promesas de campaña.

Gravar los medicamentos

En este terreno de las ofertas electorales aparece otra novedad anunciada por Derbez: la intención de gravar los medicamentos, supuestamente para trasladar ese impuesto -que pagarían los pudientes- al sistema público de salud al que acudirían los más necesitados. No es menester cargar la tinta sobre este punto: en los hechos significaría alzas y más penurias para esos necesitados y sería la confirmación de que hay desesperación del equipo de Fox por conseguir fondos a como dé lugar, así sea creando nuevos impuestos en áreas tan sensibles como la de los medicamentos.

ƑPacto político para el retorno de Salinas?

Por último, esta columna desea advertir sobre el tenor asumido por Fox en sus declaraciones respecto del regreso del ex presidente Salinas a tierra mexicana, en lo que parece el final de su largo exilio voluntario y su reinstalación para hacer aquí vida activa (tal vez no pública, en lo inmediato, por el rechazo militante que su figura genera). Fox reitera que el pueblo mexicano tiene un juicio hecho sobre el ex mandatario y menciona que ante denuncias concretas habrían de actuar los mecanismos judiciales del caso. Pero, además de esas obviedades, ha señalado que el ex presidente tiene derecho a entrar y salir del país (lo cual es jurídicamente cierto) y que él, Fox, habrá de ver hacia delante, sin volver los ojos al siglo pasado.

Astillas: ƑQué tal esa revelación hecha por George Bush de que en la reciente visita de Fox a Estados Unidos platicó acerca de la importancia de coordinar la política energética mexicana con la canadiense y la del país de las barras y las estrellas? Eso dijo el gobernador texano en su debate con Al Gore. "Hablé con él -dijo Bush- sobre la mejor manera de acelerar la exploración de gas natural en México y transportarlo a Estados Unidos, de manera que seamos menos dependientes de fuentes foráneas de crudo". Claro, México no es una fuente "foránea".

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