Ť Hoy, hace 30 años salió de escena; fue hallada con piquetes frescos en sus brazos
Sobre el escenario hago el amor con 25 mil... y me voy a casa, sola: Janis
Ť Joplin siguió el camino del blues; logró, según la tradición, la forma más pura de la palabra hablada
Pablo Espinosa Ť Cuatro de octubre no se olvida.
Es 1968. San Francisco. Un camerino vulgar. El foro: Winterland, San Francisco. Epoca dorada y al mismo tiempo crepúsculo nitzcheano de los ídolos.
Jean Paul Sartre había publicado 25 años antes, mientras Janis nacía, El ser y la nada.
Un año antes de que Janis fuera fusilada de la forma como la observamos hoy aquí, miserables de nosotros, por el fotógrafo Jim Marshall, se había celebrado el centenario de la muerte de Charles Baudelaire, el autor del término spleen, que al igual que saudade o esa expresión capital, primigenia, gineceo magnífico de la música que parió al rock: I´ve got the blues, no tiene traducción literal sino aproximaciones metafóricas a su espejeo de la realidad.
Janis tiene el blues. She´s got the blues. Está poseída por sus propios demonios. Aterrada, íngrima y sola. Acaricia con dignidad una botella de su acompañante favorita: una breve botella de Southern Confort, bebida que tiene una celebridad inversamente proporcional al Jack Daniel´s, que resulta de otra manera prestigiante.
Plasmada en el papel para la posteridad
En su libro Sixties, portraits of an Era (Pyramid Books, London, 1992), la fotógrafa Linda McCartney puso a Janis en la posteridad merced a una foto de la serie Southern Confort: la reina del blues sostiene la botella con gesto chispeante, achispada, presa de la dicha. Eso fue en un camerino de Los Angeles, antes de un concierto histórico. Pero la historia habría de ocurrir un año después, en 1968, en San Francisco:
Jim Marshall, a quien Annie Leibovitz bautizó como El Fotógrafo del Rock, sólo usó dos rollos de película 400 ASA. En su libro de reciente aparición, Not Fade Away (Bullfinch Books, 2000, impreso en Italia), publica dos fotos que seleccionó de esos dos rollos. En una de ellas aparece Janis sonriente con su botella de Southern Confort. Yace recostada sobre un sofá de cuero negro en posición de maja vestida. La segunda de ellas es la que aquí reproducimos.
Dice Marshall que por la emoción no recuerda cuál de las dos fotos tomó primero, pues cada una corresponde a uno de los dos únicos rollos que disparó. Si uno observa, en la foto en que sonríe Janis falta un trago largo de su whisky. En la que luce abatida, la botella está sin destapar. A Marshall le han recriminado el haber hecho pública esta segunda foto. El defiende a muerte este documento trágico: "Es honesta, además, a Janis le gustaba. Cuando se la mostré me dijo: Jim, así es como es a veces. Asqueroso".
Es 1968. Janis está por salir a escena. Pero está en escena. He aquí la foto. Así es a veces. Asqueroso. Como la fría numeralia.
Janis en primera persona: "Sobre el escenario hago el amor con 25 mil personas y al terminar me voy a casa, sola".
Janis salió de escena. El 4 de octubre de 1970, dos años después de esta foto, fue encontrada muerta con piquetes frescos en uno de sus brazos.
¿La estructura de la desolación? ¿El spleen? ¿El infierno son los otros? El ser, la nada.
Janis Joplin cumple hoy, que es 4 de octubre, 30 años de fallecida.
Es autora de una intensa obra póstuma. Fue introducida por un poeta. Ella era texana, él californiano. Chet Helms es el nombre del poeta. El la trajo a escena. Ella siguió el camino del blues, entonó, como lo hacen los griots africanos cuando es la hora de comunicarse con Dios, los tonos más altos, que según las tradiciones seculares es la forma más pura de la palabra hablada. Detentar la palabra es una misión. Janis la gritó, pujó todas y cada una de las palabras, las llenó de whisky, semen, lágrimas, gemidos. Hay gemidos cuyo estertor de clímax no distinguen si es placer o dolor tal éxtasis. Como el hielo y la hoguera, que ambos queman. Su voz quemadura.
Es obra póstuma la suya en más de unsentido: tan sólo dos discos grandiosos, al principio y al final: el inmensamente irónico iniciático Cheap Thrills (1968) y el doblemente póstumo Pearl (1971). De ahí en adelante todo ha sido memoria documental, antologías, recopilaciones, desde sus grabaciones anteriores a Cheap Thrills, majestuosísimas, hasta las ediciones piratas y los bootlets más notorios.
A su voz de cañón de gran batalla le quedó siempre pequeño el grupito que heredó sus glorias, de nombre orwelliano: Big Brother & The Holding Company, compañía requetebuena pa´l reventón pero malona (más que Bugsy Malone) para hacer música. El segundo grupo, qué digo grupo, grupazo The Kozmic Blues Band se armó para poder estar a tono con la grandeza musical de Janis, pero era demasiado tarde.
Su obra maestra, la desesperada Piece of my hearth, la única versión de Summertime que se hermana en pathos y pasión extrema con la de Billie Holiday, únicas ángeles que entendieron lo que alguna vez quizo decir/escribir George Gershwin, Summertime, esa obra de arte titulada Ball and Chain, su canción emblema todo un autorretrato, una foto de cuerpo entera: desnuda: Little Girl Blue, sus palabrotas en recitativi contra el stablishment, sus conciertos en vivo (grabaciones prodigiosas), su fraseo inimitable en la rola Misery´n (a la que, es curioso, se aproximó hasta la muerte Kurt Cobain), su manera de gemir, orgiástica, es póstuma hasta la muerte o hasta que los nuevos dioses demuestren lo contrario. ¿Los hay? ¿Dónde chingaos se metieron los dioses, carajo?
Janis, ¿qué te hicieron?