MIERCOLES 4 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Mayra Santos-Febres: las palabras son una mercancía y se deben liberar
Las ciudades de América Latina son travestis con ropaje de Primer Mundo
Ť La escritora difunde en México sus obras Sirena Selena vestida de pena y Tercer Mundo
Ť En el fortísimo mercado del libro, la mujer deviene importante gancho publicitario, dice
César Güemes Ť Rumbosa sin ser rumbera, bailarina consumada, Mayra Santos-Febres ha comenzado a comerse el universo literario con la aparición de su novela Sirena Selena vestida de pena (Mondadori) y el poemario Tercer Mundo (Trilce Ediciones). Este año su obra llegó a Europa en italiano, francés y alemán, y fue recibida con singular voracidad por los lectores. La primera acaba de aparecer en Estados Unidos con los mejores augurios. Hoy está en México a fin de apoyar la salida al mercado de ambos títulos y es, sin duda, la única mujer de color latinoamericana que desde su natal Puerto Rico conquista felizmente con la palabra.
-Aunque la poesía y la prosa sean mundos parecidos, están alejados entre sí. ƑCómo haces para ir de uno a otro?
-Hay algunos poetas que también son novelistas y que he tomado como modelo, el mayor de ellos Lezama Lima. Es verdad que la manera de utilizar la palabra es distinta en ambos casos, en una se condensan sensaciones y conceptos, mientras en la otra se trabaja en la creación de un tiempo y un espacio literarios. Sin embargo la poesía que elaboro también intenta generar un espacio poético amplio, muy parecido a la ambientación novelística que luego pude trabajar en Sirena... sin enfrentar demasiadas dificultades de estilo.
Afortunada yuxtaposición
-Tercer Mundo contiene también el Cuaderno de las traiciones. ƑEs intencional colocar la idea de los países en vías de desarrollo con la de la traición?
-Son dos textos independientes que decidimos reunir porque guardan una buena yuxtaposición. Cuaderno... tiene que ver con el proceso del lenguaje, aunque ambos hablan de los usos de la palabra en el presente. Hoy la palabra se ha convertido en mercancía. Si decimos ''la chispa de la vida" públicamente, hay que pagarle un dinero a la Coca Cola. ƑQué hacen los poetas cuando las palabras tiene dueño? Sacarlas de ahí, liberarlas. Sobre todo en un lugar como Puerto Rico, donde la palabra nación sirve lo mismo para hablar de independencia que para seguir con la colonización y vender "estabilidad". Así que uno al escribir se hace preguntas básicas como: Ƒa quién traiciono cuando digo lo que trato de decir? Cuaderno... es una reflexión que desea medir la ideología.
''Tercer Mundo, por su lado, es el grito: lo que tengo que decir es este balbuceo, palabras llenas de historia lo mismo que de mercadeo y con esas mismas he de contar lo mío. Si en Cuaderno... tuve el temor de traicionar la palabra al utilizarla fuera de los espacios limitados en que la han colocado, en Tercer Mundo digo que ya no puedo hacer más. Voy fuera de los espacios sancionados por los discursos impuestos, incluso los del amor."
-ƑDirías que esta inquietud social e ideológica también está presente en la novela?
-Claro que sí: utilizo al personaje de Sirena..., un travesti, de dos maneras, una metafórica y otra social. El concepto de travestismo me ayuda a pensar en cómo está organizada la sociedad en el Caribe y en América Latina: sus ciudades son travestis que se visten de Primer Mundo, adoptan los usos y las maneras de naciones que no les corresponden a fin de ''escapar" de su realidad y acercarse a lo que cada día se ve más lejos: el progreso y la civilización. Muchos de los habitantes de nuestros países crean esos extraños exilios emocionales.
''En segundo lugar, el personaje me ayudó mucho a trabajar otra manera de pensar el género femenino. Soy una escritora que hereda toda la literatura de los años setenta y ochenta, tanto de Elena Poniatowska como de Mayra Montero o Isabel Allende. Son personas que salieron al mundo con sus libros a contar cómo una mujer se hace mujer. Así que quise abordar al género desde otro espacio, no quise ser repetitiva ni deseaba meterme en el carril de las genealogías. Quiero ser más que una mujer que escribe."
-ƑQué más?
-Una escritora en el sentido más grande de la palabra.
-ƑEso se planea, Mayra?
-Creo que sí, se elige. Siempre escribí, al menos desde los 13 años. Como era asmática, mi mamá no me permitía jugar con los niños de mi calle y me refugié en la escritura. Lo hice como un juego, por eso ahora mi quehacer es lúdico. La seriedad del trabajo literario no me llegó en primera instancia. Después continué laborando de esa manera porque se me metió en la sangre.
-Además de que el personaje central de Sirena... sea un travesti que puede ser interpretado como una representación social, no es común que una mujer aborde a un varón que se transforma.
-En América Latina no, ni en la literatura, pero hay muchas mujeres que trabajan con el tema, como puede ser en el cine. Por otra parte, siempre ha habido un extraño contubernio entre las mujeres y los travestis. Es verdad que me gustan mucho los hombres, pero soy amiguera, se me hace muy fácil establecer relaciones de amistad con esos hombres con los que comparto el gusto por los hombres mismos.
Ni rumbera ni intelectual eurocéntrica
-Manuel Puig había incursionado en el tema pero situándose casi desde la mira del protagonista. Quizá para un varón sería más sencillo meterse en ese ámbito.
-Pero si hacemos lo mismo. Las mujeres estamos al pendiente de la coreografía, que por cierto se tiene que aprender. Por ejemplo, nunca aprendí a caminar con zapatos de tacón. Ahora, los hombres que ven desde afuera toda esa parafernalia la saben mejor que nosotras. Hablamos de los travestis que estudian todo eso con propósito definido, voluntad concreta y alevosía manifiesta. Es por eso que sus transformaciones se vuelven muy visibles. Para una de mujer es muy interesante ver ese cambio porque nos aclara cómo es que nos hemos vuelto ''mujeres". La experiencia biológica de serlo es muy distinta a la social.
-ƑHay alguna coreografía de ser escritora latinoamericana?
-Exteriormente sí, pero no en la forma de escribir, de ninguna manera. Lo que pasa es que empiezo a confundirme.
-Son distintas de las estadunidenses, que atacan literalmente al mercado libresco.
-Eso es la sangre latina. Aunque hoy en el fortísimo mercado del libro la imagen de la escritora se convierte en un gancho publicitario de gran importancia. Ahí sí hay una coreografía, pero no está escrita en ningún lugar. Una tiene que inventarla para deslindar a la persona de la escritora, al ser íntimo del ser social.
-ƑEstás en eso?
-Me estoy inventando una manera de enfrentar al mundo desde la literatura. Pero fíjate en algo: en Latinoamérica no hay muchas mujeres negras escritoras, por los problemas sociológicos que conocemos. Entonces, hay que ver cómo se entra a la ciudad de las letras desde el espacio que se genera como mujer. No puedo, por ejemplo, jugar a la intelectual eurocéntrica; y tampoco quiero ser la rumbera caribeña porque no me llamo Carmen Miranda ni Celia Cruz. No puedo desvirtuar mi formación intelectual. Es un estado muy peculiar cuando uno tiene un pie dentro de la academia y otro afuera. Es conflictivo encontrar esa forma de ser a la cual una le saque partido, que sea cómoda y permita el desempeño del oficio literario. Estoy en eso. A veces me resbalo, como cuando camino con zapatos altos.
-Aunque nada tiene que ver con la novela, Ƒpensaste en la cantante Selena al titular tu libro?
-No, lo tenía decidido antes de que la asesinaran. Cuando me enteré de esa noticia, dije: bueno, chica, lo siento mucho pero mi novela ya tiene nombre y no pienso cambiárselo.