MIERCOLES 4 DE OCTUBRE DE 2000

 


Ť Alejandro Nadal Ť

Homo sapiens, patente en trámite

ƑSe puede patentar el material genético del ser humano? Independientemente de las implicaciones éticas de esta pregunta, la respuesta es afirmativa para las empresas de biotecnología y las oficinas de patentes de Estados Unidos y Europa.

En el centro del debate se encuentra el proyecto de genoma humano cuyo objetivo es elaborar el mapa de los 80 mil-100 mil genes del ADN humano. Este resultado permitirá diagnosticar por adelantado todas las enfermedades de una persona a lo largo de su vida. Todo un abanico de nuevos medicamentos podría ser fabricado para curar o prevenir esas enfermedades.

El valor comercial involucrado es extraordinario y por eso se ha intensificado la carrera para patentar el material genético humano.

Tradicionalmente los examinadores de las oficinas de patentes pensaban que un organismo no era patentable. Las patentes estaban reservadas a la actividad inventiva, no a los descubrimientos de cosas preexistentes en la naturaleza. Pero en 1980, en el caso Diamond vs. Chakravarty, la Suprema Corte de Estados Unidos rompió ese criterio tradicional y abrió la puerta a la distorsión del sistema de patentes.

En 1993 la Oficina de Patentes de Estados Unidos (USPTO) concedió las primeras patentes sobre secuencias incompletas de ADN humano (la molécula que contiene toda la información genética de un ser humano), a pesar de que se desconocía la función biológica de dichas secuencias. Así se rompió otro criterio tradicional del sistema de patentes que exigía demostrar la utilidad del invento. Una secuencia de ADN de la que se ignora su función principal es un objeto de utilidad desconocida. La USPTO argumentó esta falta de utilidad demostrada para negar solicitudes de patentes de ADN humano en 1992, pero poco tiempo después cambió su posición. Hoy, el número de solicitudes para patentar secuencias de ADN es de aproximadamente 3 millones y en la mayoría de los casos se desconoce la principal función.

La proliferación en el número de solicitudes de patentes se debe a los adelantos en la tecnología para identificar más rápidamente secuencias genéticas en las cadenas de ADN humano, acortando la duración de la tarea a meses en lugar de años. Las empresas dueñas de esta tecnología son las que hoy inundan las oficinas de patentes con solicitudes.

La compañía Incyte de Estados Unidos, antes propietaria de 453 patentes, recientemente presentó solicitudes para más de 50 mil patentes sobre genes humanos, aún cuando desconoce su función principal. La empresa Celera ha solicitado 6 mil 500 patentes sobre genes humanos y el número de solicitudes crecerá porque esta empresa tiene cerca de 90 por ciento del genoma humano en sus bases de datos.

Hoy las empresas buscan identificar los llamados poliformismos nucleótidos únicos (SNPs por sus siglas en inglés), que son la unidad de variabilidad genética más pequeña. Las variaciones genéticas entre individuos de cualquier especie son resultado de diferencias minúsculas en su ADN. Todos los individuos de cada especie comparten la misma estructura genética, pero también tienen rasgos exclusivos provenientes de los SNPs que determinan su especificidad genética individual. Los SNPs pueden explicar rasgos individuales de longevidad o de resistencia a ciertas enfermedades o medicamentos. Y estos poliformismos pueden ser compartidos por diferentes grupos o segmentos de una población. El interés comercial para las empresas de biofarmacéutica es enorme.

La USPTO recientemente comenzó a otorgar patentes sobre SNPs humanos, acelerando la carrera para patentar. Nadie sabe cuántos millones de solicitudes de patentes sobre SNPs ya han sido presentadas y esperan ser procesadas. Estas patentes pueden transformar la industria farmacéutica y la prestación de servicios de salud a nivel mundial. Para las empresas en este negocio, comprender la estructura del genoma humano es menos importante que identificar las fuentes de su variabilidad. El mercado potencial de productos diseñados exclusivamente para cada individuo en función de su propia estructura genética (y su poder de compra) alcanza dimensiones astronómicas.

El argumento de que las patentes actúan como incentivo para el desarrollo de la biotecnología es falso. Las patentes sirven para segmentar mercados y prolongar la obtención de rentas monopólicas. Además, la mayor parte de la investigación básica ha sido sufragada con recursos públicos, no con fondos privados. Sin embargo, la privatización de material genético humano a través del sistema de patentes avanza rápidamente. La presión para uniformizar el sistema de patentes de países como México con el de Estados Unidos es enorme. Desgraciadamente , frente a lo que amenaza convertirse en un hecho consumado, el debate ético, político y económico en nuestro país se mantiene rezagado, por no decir que es inexistente.