MIERCOLES 4 DE OCTUBRE DE 2000

 

Ť Bernardo Bátiz Vázquez Ť

Puruarán, un ejemplo

La Universidad Obrera de México, institución fundada por Vicente Lombardo Toledano hace más de cincuenta años, me envió, como suele hacerlo, su boletín de investigación de septiembre de este año, dedicado en este número a un trabajo excepcional titulado: "Los evasivos beneficios del neoliberalismo" con un subtítulo clarificador: "Un estudio de caso en Puruarán, Michoacán".

Se trata de un trabajo escrito por la investigadora Donna L. Chollett, asistente de Antropología en la Universidad de Minnesota-Morris, que me parece importante comentar y volver a poner en la discusión pública, porque estamos iniciándonos en una nueva etapa política en el país y es necesario que el equipo de gobierno del presidente electo, Vicente Fox, reciba información más allá de la que le den los empresarios y los potentados que costearon la campaña.

La investigadora relata la lucha de un pueblo, Puruarán, en contra del "sistema", representado por políticos y empresarios insensibles. Puruarán es una comunidad que durante 300 años vivió y trabajó alrededor de un ingenio azucarero que de pronto, por razones inexplicables para ellos, fue cerrado y abandonado; alguien muy lejos, en alguna oficina lujosa de la capital o de Monterrey, tomó la decisión de que era incosteable y no competitivo y simplemente lo cerró sin tomar en cuenta que dejaba en la indigencia a los hombres, mujeres, niños y ancianos que tenían como modus-vivendi el trabajo en y alrededor de la empresa azucarera.

Los afectados desde 1993, un año después del cierre del ingenio, crearon un Comité de Lucha Pro-apertura del Ingenio Puruarán; ellos mismos repararon la maquinaria y se pusieron a trabajar logrando una primera zafra de 36 mil toneladas de caña, que produjo 3 mil 300 toneladas de azúcar, sin la ayuda de técnicos, ingenieros, químicos o financieros; sin necesidad de créditos del exterior ni de grandes inversiones, solamente con su propio trabajo y organización demostraron que el ingenio podía seguir trabajando y ser competitivo.

La respuesta fue persecución por parte del gobierno de Michoacán y del propietario, quien ha sido también senador y diputado. Este último, según el estudio que comento, dijo: "el aspecto social, el desarrollo, salvar a tanta gente de la pobreza, ésa no es mi responsabilidad. Como empresario me interesa que la empresa me genere ganancias".

La falta de conciencia social y la mínima solidaridad con los trabajadores de Puruarán y sus familias es evidente; el trabajo de L. Chollett así lo destaca como un ejemplo entre muchos de los efectos que produce en la economía popular el neoliberalismo capitalista, inhumano e injusto, arbitrario y soberbio, que ni siquiera se percata del rencor que va sembrando y del espíritu de lucha por la justicia que genera a lo largo y a lo ancho de los países que explota.

No puedo concluir este artículo sin recordar las palabras de la carta del apóstol Santiago, leídas en la misa del domingo pasado: "El salario que ustedes han defraudado a los trabajadores que segaron sus campos está clamando ante ustedes; sus gritos han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Han vivido ustedes en este mundo entregados al lujo y al placer, engordando como reses para el día de la matanza. Han condenado a los inocentes y los han matado porque no podían defenderse".

El cierre de la fuente principal de trabajo para toda una población con el alto costo social que significó, es una pequeña muestra de los criterios egoístas movidos tan sólo por la codicia; afortunadamente, hay personas conscientes, como la investigadora Chollett, instituciones como la Universidad Obrera, que se ocupan de estos asuntos, y pueblos como el de Puruarán, que no se rinden y siguen empeñados en rescatar su fuente de trabajo.

bernardobátiz@terra,com.mx