MARTES 3 DE OCTUBRE DE 2000

 

Ť Marco Rascón Ť

Memorias del subneoliberalismo

Sin memoria no hay rumbo ni cambio. Para eso hay que reconocer que el neoliberalismo abrió una era de expansión al capitalismo en la que sus cruentas leyes y contradicciones se mostraron como "viables" e imitables en beneficio de ocho grandes potencias que se reparten el mundo mercantilizado.

Pareciera haber triunfado definitivamente el capital frente al trabajo, como soñó Margaret Thatcher, quien sí cree en la lucha de clases, pues el liberalismo económico liberó al capitalismo de las ataduras del estatismo defensivo en las subeconomías y logró de manera más eficiente, con las guerras del siglo XX, la destrucción de viejas fuerzas productivas. Las ondas expansivas del capitalismo financiero y las medidas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional han tenido mayor alcance que las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

El neoliberalismo arrasó con el nacionalismo de los países dependientes e impuso el gran nacionalismo imperial de las economías centrales: fuertemente proteccionista, estatista y cerrado, hizo de la privatización una idea de exportación para los países subdesarrollados: el subliberalismo.

La globalización fue vendida como una relación matricial (horizontal) y, sin embargo, ha sido la misma imposición piramidal basada en amenaza militar, embargos, bloqueos e inversiones virtuales con capital especulativo. El neoliberalismo se convirtió en la fase superior del imperialismo, pero la resistencia y presencia de países como Cuba y su revolución nos recordaron que la guerra fría no ha terminado y que tratándose de injusticias, dependencia y subdesarrollo, el mundo ha cambiado muy poco; perviven el colonialismo y los protectorados financieros, pero ahora se presentan como modernos, globales e igualitarios.

Descalificados los nacionalismos por la modernidad, las guerras fueron justificadas por la integración económica y la libertad de mercados. La "heroicidad" de la OTAN se convirtió en una simple entrada al mundo de la comercialización y el consumo, y sobre los fusiles imperiales entró la democracia en Haití, Yugoslavia y Medio Oriente restableciendo mercados potenciales.

La filantropía, fundaciones de todo tipo y organismos gubernamentales de los países centrales (disfrazados de no gubernamentales en los países pobres) completaron la misión e hicieron de sus actividades el sida de las naciones, pues atacaron su sistema inmunológico y su capacidad de resistencia en espera de los beneficios y protección de los derechos humanos, doctrina cínica que reconoce que en los países dependientes y subliberales el derecho no existe y las leyes no son aplicables. ƑAlgún ciudadano estadunidense acude alguna vez, aunque sea en película, a un organismo de derechos humanos en Estados Unidos?

Lo nacional se fragmentó en lo "local" y lo "comunitario"; del río Bravo a la Patagonia, ciudades y regiones se relacionan ahora como mercados y la cultura se convirtió en un valor con potencialidades de franquicia. Los pueblos ya no se enlazan identificados por el trabajo, sino por el consumo y nuevos tipos de segregación, y al igual que en el infierno de Dante existen niveles, donde se coexiste y se crea una realidad de aparente evolución infinita y sin contradicciones de clase. ƑAcaso el neoliberalismo se apropió de la dialéctica?

En México se vive un aparente éxito del gradualismo; no obstante, el país ha cambiado por las rupturas y no por la capacidad reformadora de las burocracias. La clase política no es precursora de nada y su naturaleza ha sido el conservadurismo y sometimiento a todas las reglas impuestas desde fuera. El PRI es un cadáver que nadie se atreve a enterrar por la larga complicidad que hubo y porque se considera que, en estos momentos de incertidumbre, hasta los despojos sirven y la nostalgia autoritaria cohesiona. El PRI prefirió corromper la política a niveles inimaginables, reprimir con saña las luchas del pueblo y los propósitos reformadores y usar las instituciones nacionales como el Ejército, para la canalla, la masacre, la tortura y el crimen contra la "conspiración comunista" en abierta actitud entreguista con Estados Unidos. Paradójicamente, al igual que Fujimori en Perú o que los militares argentinos y chilenos, los responsables de la represión en México ahora se escudan en la "soberanía" y los tribunales militares de excepción para no comparecer frente a la sociedad y eludir el juicio imparcial.

Recuperar la capacidad de reforma y asumirse como revolucionarios es hablar del compromiso que nació en Tlatelolco hace 32 años y que tiene tarea frente a estas condiciones de subliberalismo o neoliberalismo de Tercer Mundo que nos han impuesto.

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