MARTES 3 DE OCTUBRE DE 2000

 

Ť Alberto Aziz Nassif Ť

No nos vayas a fallar

Entre el 2 de julio y el primero de diciembre hay un largo periodo de cinco meses en el que están pasando demasiados acontecimientos. Son más de 150 días entre los que termina una administración y se inicia otra.

En los primeros tres meses de este trayecto ha habido una sobrexposición pública del presidente electo y de sus múltiples equipos de transición; una búsqueda obsesiva de los medios de comunicación masiva por encontrar la nota del día en las señales del próximo gobierno; conflictos reales sin difusión amplia y, simultáneamente, problemas secundarios que son la noticia principal; nombramientos que nadie sabe si serán efectivos a partir de diciembre, junto con apuestas, rumores y rivalidades. Esta es la punta del iceberg del complicado mundo de la primera alternancia en la Presidencia de la República después de 71 años.

La contabilidad de aciertos y errores del presidente electo y sus equipos de trabajo han abultado la visibilidad pública y han lastimado un proyecto que todavía no se inicia. Primero vinieron los cambios de actitud y la reconciliación de Vicente Fox con sus adversarios; luego empezó el circo de los grupos de la ultraderecha con el problema del aborto y la censura; más tarde apareció el delicado manejo de los sueldos del equipo de transición; siguió el malestar dentro de los equipos y la esquizofrenia de las dos cabezas; para no perder el interés se dio a conocer el espionaje durante la campaña; de forma intermitente han estado las giras al extranjero y las batallas de opinión pública sobre sus resultados; y de manera permanente ha estado la cascada de nombres para el nuevo gobierno y la complicada relación entre los medios y el presidente electo.

La situación política es la de una sociedad que votó por un cambio, que tiene expectativas amplias de que los grandes problemas nacionales: pobreza, inseguridad, injusticia, impunidad, corrupción, falta de oportunidades, se puedan empezar a combatir. Una parte considerable de las esperanzas de un cambio se basa en la gran oferta que hizo el mismo Fox durante su campaña. Pero firmar acuerdos con los grupos sociales y al mismo tiempo con los intereses económicos resulta conflictivo a la hora de hacer equipos y proyectos, porque necesariamente hay jerarquías, visiones y proyectos no sólo diferentes, sino opuestos.

ƑQué tan plural e incluyente será realmente el equipo del próximo gobierno y el proyecto? ƑEs compatible el perfil marcadamente empresarial de algunos colaboradores con una agenda social y democrática? ƑSon conciliables los grandes intereses económicos con políticas públicas de Estado, lo cual supone autonomía y transparencia institucional? Quizá todos estos interrogantes pudan sintetizarse en uno solo: Ƒhabrá espacio suficiente para hacer las reformas institucionales que transformen a México en un país democrático? Estos cambios tienen que ver con el mundo laboral y la gran ausencia: la democracia sindical; con la comunicación masiva y la necesidad de trasparentar las concesiones y legislar el derecho a la información; con una política económica que pueda recuperar el espacio del mercado interno y de las deprimidas condiciones salariales; con una política efectiva para resolver los conflictos armados y el emblemático caso de Chiapas; con los movimientos necesarios para hacer el mundo de la justicia, la seguridad y los derechos humanos, un territorio civilizado y confiable. Podríamos seguir indefinidamente con la lista, pero es más práctico destacar una idea que vincula los diversos temas: el próximo gobierno necesita convertir los temas importantes de una democracia sustentable (libertades, equidad, transparencia, participación) en políticas de Estado, que no sean manoseadas por los intereses inmediatos de corto plazo. En este nivel radica el mayor reto, pero también la mayor dificultad.

Faltan menos de 60 días para que se inicie la nueva administración y, como han marchado las semanas anteriores, se prevé que seguirán las complicaciones. Vendrá la hora de formalizar el gabinete y los equipos, situación que llenará el espacio de la opinión pública durante un buen tiempo, pero terminará la especulación sobre las personas y empezaremos a ver las políticas públicas estratégicas. Además, habrá noticias sobre reformas legislativas y cambios en la estructura del mismo gobierno federal, con lo cual podremos ver el mapa y los instrumentos mediante los cuales se gobernará durante los próximos seis años.

Con todas las dificultades que conlleva entender cómo funciona un gobierno y cómo se le puede evaluar, durante este largo periodo en el que se está construyendo una nueva administración sigue vigente el grito que la ciudadanía lanzó espontáneamente a Fox en el Angel de la Independencia el 2 de julio pasado: "no nos vayas a fallar".