LUNES 2 DE OCTUBRE DE 2000
Ť José Cueli Ť
En espera del toro
Los aficionados esperamos en la temporada grande que se avecina un retorno al toro con edad, trapío, pitones, leña y casta y no el novillo mensón y parado. Lo que interesa al fanático cabal, no al neoaficionado de corrida festivalera, no es de ninguna manera el novillín despuntado, sin malas ideas y picado brutalmente, sino el toro tira cornadas, de encastada nobleza que promueva la emoción en el ruedo.
Interesa a su vez en el toro su barbo, su expresividad en la mirada agresiva, agilidad basada en músculos desgrasados y entrenados en los paseos en la ganadería, que les dan en su galopar la tonada de la música que permita faenas de cante grande. Retorno al toro, pero sin abandonar ninguna de las conquistas del toreo artístico o actual. Para el que se requiere un oficio que dan torear toros cinqueños, no novillines de tres años.
Lo novedoso en el toreo en la hora actual será el regreso al toro cinqueño aquí y en España y el resto del mundo taurino. Un toro bien graneado, obligado a largas caminatas y la depuración de la suerte de varas, la suerte suprema del toreo que permita valorar la bravura de los toros y no como se insiste la bobaliconería de los mismos, rescrita como clase y nobleza.
Es el toro el personaje central en la fiesta brava. Ese toro a punto de desaparición que algunos pretendieron cambiarlo por un torito fabricado en la industria taurina, dejando de lado la difícil crianza de los toros en el campo bravo. El toro bravo en las varas, no es un capricho generacional, sino una sugestiva interconexión entre dos generaciones. Bien que surja el toreo poesía con cante grande, natural y los pies clavados en la arena. Pero, bien, a su vez, que sea realizado a toros con raza, barbas y bigotes y no a novillos descastados, amaestrados, sospechosos de afeitado; aparte, los toreros actuales no saben, nunca lo aprendieron, a torear toros cuatreños, cercanos a los cinco. Toros que en su sangre traen al demonio y son la representación en sus pitones de los instintivos, las fuerzas brutales incontroladas de la naturaleza, en busca de toros jóvenes que artísticamente, transformen en belleza, el dominio de esa endemoniada embestida.