LUNES 2 DE OCTUBRE DE 2000
Ť El músico alemán ofreció en el Auditorio un recorrido por Innamorare
Noche onírica con la terapia sonora de Liebert
Arturo Cruz Bárcenas Ť Noche de Innamorare, de luna negra; noche de sueños. Ottmar Liebert en concierto en el Auditorio Nacional, con su flamenco de verano, crisol, cromatismo de influencias: jazz, clásico, afrobeat, funk, merengue y otros ritmos bailables de donde sea, de donde se mueva el cuerpo en danzas. Moverse es vida.
Bombay, el oriente, tan caro para el guitarrista que ha logrado un estilo que gusta a millones desde hace más de una década, cuando surgió su disco Noveau flamenco, del que ha dicho que se parece a Innamorare: ''la vibra es similar en el sentido de que estaba muy contento cuando lo grabé. Para mí todos mis discos son una declaración de cómo estoy emocionalmente en ese momento''.
Casi lleno el foro de Reforma, casi. En las filas de adelantes, esas de las que se burlaba Lennon, parejas maduronas despedían el tufo alcoholero. El chavo de lentes, apariencia de búho intelectual, sabiondo, la mano en el mentón, juzgando el virtuosismo. Alumnos de escuelas de música, con sus guitarras, špara que vean que están al tanto de todo, hasta de lo comercial!
Snakecharmer, para muchos la síntesis del sentimiento y el estilo de Ottmar, plantó en sus asientos a quienes han hecho del Auditorio un pretexto para libar y escuchar música. No hay tos. Pero están en medio; salen dos o tres veces al baño o por otro chupetín. Una receta para que no molesten: échense tres de un jalón. Molesten sólo una vez. Hay quienes sí van a oír una obra, al artista que han esperado por años.
En el fondo una escenografía con imágenes difusas, fotos desafocadas a propósito para dejar apenas entrever que su realidad se halla en el oriente, en otro clima y en otros ámbitos. Una estrella, una luna, tal es la constelación de Liebert. El satélite de amor, diría Lou Reed.
Innamorare es una palabra italiana que significa amor y encanto. El disco respectivo empezó con una visita extensa en la Tosscana, Italia, en la primavera de 1977. El flamenco de Ottmar difiere del de Paco de Lucía porque el estilo es el hombre, como en literatura. Más allá de la definición geográfica -como dijo Goethe, "Ƒqué tengo que ver yo con un río?"-, a Ottmar no se le da una sola tendencia, pues el cambio le es sustancial.
Nació en Colonia, Alemania, de padre chino-germano y madre húngara. Viajero cual investigador darwiniano, a los 18 años cruza Rusia y Asia; se suma a bandas de jazz-funk de Alemania y Boston, Estados Unidos. Sigue su trabajo en Santa Fe, Nuevo México. Hoy su fama va de Australia a Canadá, y México, por supuesto.
A Noveau flamenco siguieron los discos Poets & angels (1990) y Borrasca (1991), nominado al Grammy. En 1992 lanza Sólo para ti, donde tuvo a Carlos Santana como invitado en dos canciones, incluyendo Samba pa' ti, que le otorgó el galardón de artista new age del año en la revista Billboard.
The hours between night & day, de 1993, lo consolidó como un precursor de la denominada global music y un buscador de nuevas direcciones musicales. En 1995 da a conocer su álbum Euphoria, colección de remixes inspirados en las giras de 1993 y 1994 en Europa y Latinoamérica. En junio de ese año sale šViva!, su primer cd en vivo. En 96, Opium, que refleja una pureza espiritual callada y pensativa. Sigue Wide-eyed & dreaming, grabado en vivo en Calgary, Canadá. En 1997, Leaning into the night, con 12 piezas arregladas para guitarra y orquesta.
En 1998, Rumba collection 1992-1997, imprevista retrospectiva. Ahora, Innamorare define otra fase crucial.
La gente salió tranquila del Auditorio. Eso ya es un logro de Ottmar, una oferta diferente entre tamborazos y batacazos sin ton ni son. Para más de uno fue una terapia de sonidos, olores, colores y sabores.