LUNES 2 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Rodríguez Alcaine alerta sobre oscuras intenciones
Confía la UNT en dialogar con Abascal; el CT, a la defensiva
Ť La imposición de flexibilidad laboral, un hecho: Universidad Obrera
Elizabeth Velasco C. Ť Mientras que para el Congreso del Trabajo (CT) la designación de Carlos Abascal como coordinador de las relaciones laborales en el equipo de transición de Vicente Fox es una alianza contra los derechos de la clase asalariada, para la Unión Nacional de los Trabajadores (UNT) representa la posibilidad de establecer un diálogo abierto para iniciar la modernización de las relaciones obrero-patronales.
Abascal, impulsor junto con el cetemista Juan S. Millán de la nueva cultura laboral en el país, acuerdo suscrito en 1996 que ha representado el proceso paulatino de modificaciones en las relaciones entre capital y trabajo sin reformas a la legislación laboral, no se caracteriza por tener una "gran sensibilidad y sentido social" para ocupar la Secretaría del Trabajo (STPS), asegura el vicepresidente del CT, Enrique Aguilar Borrego.
Leonardo Rodríguez Alcaine, presidente de ese organismo obrero cúpula, interpreta el reaparición de Abascal como la "alianza" entre el sector empresarial y el gobierno foxista, por lo que no dudó en señalar que éste tiene "oscuras intenciones" contra los derechos de la clase asalariada, a la cual llamó a defender las conquistas plasmadas en la Ley Federal del Trabajo (LFT).
Cauteloso, Francisco Hernández Juárez, líder colegiado de la UNT, evita hacer valoraciones sobre la designación de Abascal, así como "predicciones" en torno a si pudiera ser el próximo titular de la STPS y su impacto en la clase asalariada.
"Antes vamos a buscar un diálogo con él (Abascal), para conocer la propuesta del próximo gobierno", dijo sin perder su optimismo de que habrá un mejor y mayor diálogo con la administración foxista, en tanto que ambas partes comulgan en la necesidad de eliminar el corporativismo sindical y su control gubernamental.
En cambio, para la Universidad Obrera de México (UOM) es claro que la "imposición" de la flexibilidad laboral es ya un hecho que sólo falta concretarse en reformas a la LFT, y que su desarrollo en las últimas décadas ha representado un "aumento en la tasa de explotación de los trabajadores". De la relación proporcional de un aumento al salario con respecto a la productividad, que pregona el nuevo coordinador laboral, asevera que no ha sido más que un mito.
Ilustra: "Mientras que la productividad del trabajo manufacturero aumentó 33 por ciento en 1999, los salarios reales en esa industria cayeron 23 por ciento".
En entrevista, Aguilar Borrego establece que la designación de Abascal como coordinador en materia laboral y su eventual nominación en la STPS, no representa una sorpresa para los líderes obreros. "No podemos esperar menos; seríamos muy ingenuos en pensar que (Fox) iba a nombrar coordinador a un líder social".
Reconoce, no obstante, que el ex líder de la cúpula empresarial del país "tiene cosas buenas, como reconocer que hay liderazgos y que los sindicatos y el sector obrero son un factor social importante". También, indica, es un "hombre capaz, que escucha, que va a buscar el diálogo y la productividad, pero el sentido y sensibilidad social no es una de sus principales características".
Aguilar Borrego recuerda que Abascal fue el promotor, junto con el cetemista Juan S. Millán, de lo que se ha denominado la nueva cultura laboral, nuevos principios para el entendimiento entre el capital y el trabajo, que surgió de un acuerdo negociado entre el sempiterno líder cetemista Fidel Velázquez y el ex presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana.
A pesar de las resistencias de Fidel Velázquez a reformar la LFT, o al menos intentarlo, en agosto de 1996 se suscribe el documento -luego de once meses de negociaciones- que el propio Abascal califica como el reflejo de una nueva etapa. Tanto para obreros como empresarios representaba el fin de "enfrentamientos estériles" que habían caracterizado las relaciones entre capital y trabajo, para dar paso "al diálogo y a la concertación".
Aunque quedó claro que "no habría reformas laborales", desde entonces se proclamó el aumento al salario de acuerdo con la productividad de la clase trabajadora y de la empresa; el salario mínimo quedó como punto de referencia "institucional", y se habló de un salario natural como aquel que permita "mantener una vida digna y decorosa". Entonces, como ahora, se estableció que la productividad tenía que ser medible y era la única vía para elevar los salarios y el poder adquisitivo. También se incluía la libre sindicalización, el pago por hora, la capacitación y competitividad y a más largo plazo la reforma laboral.
De esa nueva cultura laboral -establece Aguilar Borrero- ha habido propuestas, pero ahora hay que aterrizarlas, como es el caso del Código de Procedimientos Laborales, que ya casi está terminado y que Abascal conoce perfectamente.
Al respecto, el secretario del Trabajo, Mariano Palacios Alcocer, ha anunciado que las reformas a ese código están prácticamente afinadas y, en breve, podrían ser presentadas por los representantes patronales y obreros.
Palacios consigna que la aprobación de ese código representará un importante instrumento para "privilegiar la conciliación, dar claridad y transparencia al registro de asociaciones, a las disputas por la titularidad de los contratos colectivos y para la agilidad de los juicios colectivos, que se propone se resuelvan a la brevedad".
De ocurrir dicha reforma, indica el jurista laboral de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos (ANAD), Jesús Campos Linas, sería el inicio de la reforma constitucional y la eventual pérdida del carácter tutelar de la LFT.