LUNES 2 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Algo parecido pasó a estudiantes y pueblo, dice


Alerta López Austin sobre una "rebelión sin conciencia"

Ť En julio ganó "lo mercantil: un par de botas, unos bigotes"

Karina Avilés Ť El historiador Alfredo López Austin hace un análisis sobre el estado que atraviesa la juventud universitaria, y advierte que en el aspecto ideológico hay momentos en los que la desesperanza la rebasa y, por ello, lo que debería transformarse en una conciencia social más profunda, se convierte en "una rebelión de desahogo que no nada más es contraproducente, sino que llega a fanatizar". Lo anterior, expresa, sucedió con muchos de los integrantes del movimiento estudiantil, pero también con el pueblo, cuya "rabia" frente a un situación de inconformidad con lo que pasa en el país lo llevó "precisamente a eso, a negar, a rebelarse sin conciencia".

El investigador emérito de la UNAM destaca que no se puede permitir que en la educación permee la visión "limitada de los mercaderes". La gratuidad, subraya, "no es una mercancía", sino un servicio público que recibe un ciudadano para que en términos morales -no mercantiles- quede comprometido a una retribución. "Esto es lo que produce la gratuidad, un compromiso más fuerte que el de un vale firmado, no en cuanto al cumplimiento, sino en cuanto a su calidad moral", enfatiza.

En una conversación con La Jornada, advierte que obedecer a las determinaciones que plantea la iniciativa privada sería convertir a la universidad en una "simple maquiladora barata", porque la investigación se realizaría conforme a los requerimientos que reporten mayores ganancias para la empresa y, sobre todo, sería "totalmente" ajena al interés nacional.

Pero apunta que uno de los grandes problemas de que la universidad obtenga sus recursos de una sola fuente, es decir, del Estado, es que el gobierno "puede perfectamente estar chantajeando con el presupuesto a la universidad para mantener controlada una crítica que no sólo es más necesaria, sino indispensable para el buen funcionamiento del gobierno, y sobre todo del país".

Expresa que la idea de que no se requiere tener un centro de dirección y de conciencia es porque se trata de imponer que la acción del gobierno "pueden suplirla los intereses particulares de los empresarios". Y la educación -subraya- no es enseñarle a cada mexicano que puede tener una tiendita de paletas, "no es dándole un changarro a cada uno para que todos nos la pasemos bien vendiéndonos unos a otros".

Lamentablemente, dice, dicha mentalidad no es nada más del empresario, sino "de esa clase media tan limitada, tan simplona, que es la que está representada en buena parte por el panismo".

Explica que la desventaja de la iniciativa privada como una fuente de recursos a la universidad es la de dar dinero para determinado tipo de investigaciones, lo cual produce al interior de la institución "un desajuste tremendo", porque se privilegian unas áreas sobre otras y, por otro lado, convierte a la universidad y a los investigadores en gestores de dinero. Por ello, plantea que la vía más sencilla para que el presupuesto no dependa de la voluntad "de nadie" es que las empresas aporten su participación respectiva a través del pago justo de sus impuestos, para que ese dinero lo entregue el gobierno a la universidad "en abstracto, en forma fija y determinada".

Maestro de no pocas generaciones en las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras de la máxima casa de estudios, López Austin hace los siguientes señalamientos:

-Usted que ha tenido tanto contacto con los jóvenes universitarios, Ƒqué está pasando hoy con la juventud?

-Antes, cuando uno venía de la universidad, tenía como meta alcanzar una cierta seguridad, un cierto prestigio; se pisaba un terreno más firme; la juventud actual no; están metidos ahí, muy, muy conscientes de que el estar preparándose no lopez-austin-alfredo-2-jpg significará ninguna seguridad; van a poder tener un papelito en la mano y eso no quiere decir empleo... En muchos muchachos hay una voluntad de saber mucho más meritoria que la nuestra, porque no tienen ninguna compensación asegurada, pero eso no quiere decir que en todos los aspectos tengan una mayor solidez, porque en el ideológico hay que reconocer que en momentos les gana la desesperanza, y lo que debería transformarse en una conciencia social más profunda, deriva en una rebelión de desahogo, que no nada más es contraproducente, sino que llega a fanatizar.

-ƑComo lo que pasó en el movimiento estudiantil?

-Con muchos de ellos; es decir, no se alcanza a comprender que la rebelión es construcción, y confunden rebelión con voluntarismo y caos; eso es muy peligroso porque no nos lleva a nada.

-Esta desesperanza de la juventud, Ƒhacia dónde conduce al país?

-Veamos la situación del país en los últimos tres sexenios y prolonguémoslo para adelante. Deterioro de los recursos naturales; en lo político, una corrupción que hasta les hizo perder el control del gobierno; pobreza generalizada; deterioro de la educación...

-En ese camino, Ƒque pasaría con la UNAM?

-La universidad desaparecería, se convertiría en una de tipo americano, de carácter mercantil. Yo no niego la calidad que ellos tienen pero son universidades socialmente elitistas, no crean conciencia, que sí necesitamos aquí en México.

-A nivel de declaraciones se perciben ataques a la universidad pública y, en particular, a la UNAM...

-Yo entiendo que con la mejor fe que pudiera tener (el futuro gobierno), de que esta gente tiene intenciones honestas, de todos modos tiene uno que reconocer que no tienen idea de qué van a hacer. ƑQué fue lo que ganó? Algo mercantil, una figura, un slogan, una hebilla, un par de botas, unos bigotes, una imagen a colores que salió en la televisión. La esperanza, la rabia de un pueblo ante una situación de inconformidad a lo único que lo llevó fue precisamente a eso, a negar, a rebelarse sin conciencia a todo eso que estábamos viendo dentro de la universidad, que es el reflejo de lo que pasa en el país.

Por último, Alfredo López Austin manifiesta que el verdadero espíritu del congreso universitario debiera ser la defensa "de unos principios universitarios que correspondan a las necesidades del pueblo de México... Una universidad pública, autónoma, gratuita, de muy alta calidad académica, y una universidad que hacia el exterior pueda recuperar el prestigio que se ha venido derrumbando... El hombre puede transformar a la sociedad, a su mundo; tal vez sea utópico, pero sigo creyendo en ello".