Ť La ausencia de reconocimiento de esa labor, tema capital para el análisis
La servidumbre doméstica, desafío político para el feminismo: Lamas
Ť "Vergonzoso", que las mujeres hayan tardado tanto en examinar el caso, dice Sandra Lorenzano
Myiriam Audriffred Ť "Cuando desaparezca la última criada, el colchoncito en que ahora reposa nuestra conformidad, aparecerá la primera rebelde furibunda", escribió con actitud visionaria la ensayista, cuentista y novelista Rosario Castellanos casi un lustro antes de morir. Para muchas luchadoras sociales, las palabras de la autora de Oficio de tinieblas y Balún Canán han ignorado el paso del tiempo para realizar uno de los más grandes milagros de los movimientos en pro de los derechos humanos: mantener con vida la memoria. Y es que hoy, a tres décadas del surgimiento en México del movimiento feminista, esta sentencia continúa siendo la mayor herida en la lucha por la reivindicación de los derechos de la mujer. Es una de las demandas que se han dejado truncas.
Así lo reconoce la publicación Debate
feminista que, en su más reciente número, presenta como tema central el trabajo doméstico: "Uno de los grandes desafíos políticos del feminismo es incorporar la ausencia de reconocimiento del valor del trabajo doméstico como factor determinante de la carencia de poder de las mujeres", indica Marta Lamas.
Si Rosario Castellanos utilizó frases como la "nación en los bordes" para definir a las mujeres y a los indios, el coraje y la furia se han alejado de la mayoría de las escritoras del país. De hecho, las excepciones pueden contarse con los dedos de una mano.
En opinión de Sandra Lorenzano, especialista en narrativa latinoamericana contemporánea, la mayor parte de las escritoras proviene de la clase media. "Rara vez logran romper con la mirada de su grupo ?dice?. Se regodean en su retrato".
Investigadora y profesora en la Facultad de Filosofía de la UNAM, Lorenzano no duda en asegurar que la pionera del movimiento feminista se ha quedado sin discípulas en el mundo literario, no obstante las numerosas cuestiones que permanecen en el tintero. Si bien sostiene que la literatura "no sirve para cambiar ninguna situación", lamenta que las escritoras hayan perdido su compromiso con el ser femenino.
En palabras de Sandra Lorenzano es "vergonzoso" que las feministas hayan tardado tanto tiempo en volver a poner sus ojos en un asunto que, como el trabajo doméstico, es parte de la vida cotidiana.
Lejos de lo expresado por Lorenzano, la investigadora Hortensia Moreno considera que la pelea tienen que darla las empleadas domésticas; aunque el feminismo debe servirles como apoyo. De acuerdo con la especialista del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, "uno de los grandes problemas políticos del siglo radica en pensar que se puede hablar por quien no somos".
En su opinión, sólo a través de la identidad es posible encontrarle sentido a la lucha. "Quienes pusieron a andar el feminismo en este país pertenecían a la clase media alta ?añade?. Eran parte de los grupos ilustrados o de la comunidad universitaria a las que no pertenecen las empleadas doméstica. De ahí que esta situación sea una herida que tenemos en el centro del movimiento feminista ante la conciencia de que muchas de nosotras podemos dedicarnos al activismo gracias a que contamos con una mujer que nos apoya con los quehaceres de la casa".
Si bien las feministas se han enfocado a reivindicaciones que están en un plano inmediato, la autora de obras como Ideas fijas y Adolescentes concluye que "debemos eliminar las cargas social y cultural que acompañan invariablemente al término servidumbre y transformar el trabajo doméstico en un empleo con una sanción legal clara en el sentido del salario mínimo, los horarios de trabajo, los servicios médicos y la seguridad social. "El reto es lograr la deconstrucción del discurso en que se basa la ideología del trabajo doméstico", puntualiza.
¿Cuánto cuesta una sirvienta? Se pregunta la periodista Alma Guillormeprieto, para responderse de inmediato: "no es fácil calcular la relación de su salario con el manejo que le otorgamos de nuestras cosas, exigiendo que no nos las robe, sabiendo de su necesidad. Tampoco es fácil calcular el sueldo apropiado para alguien que ?sin necesidad de que se le pida? no cuenta con quién amanecimos cuando nuestro compañero habitual de cama anda de viaje. Por definición, una sirvienta tiene que costar poco, porque si no desconfiamos de su necesidad y, por lo tanto, de su lealtad".
"Es bien sabido ?aclara Hortensia Moreno-- que para la mayoría de la gente la feminidad incluye una buena dosis de abnegación, sacrificio, satisfacción del interés de los demás antes del interés propio. El trabajo doméstico no es bonito, ni divertido ni interesante: es necesario y alguien lo tiene que hacer. La mística de la domesticidad dicta que deben hacerlo las mujeres, aunque no les guste".