DOMINGO 1o. DE OCTUBRE DE 2000
Ť Graciela Mendoza, por otro ciclo olímpico, sin importar si la descalifican
Nunca consideraron mi evolución: Joel Sánchez
Abril del Río Ť Sin el ánimo de reprochar a las autoridades deportivas carencias en la preparación de ciertos atletas, el marchista Joel Sánchez, uno de los deportistas que no aparecían en las estadísticas oficiales como los capacitados para pelear por las medallas olímpicas, consideró que ''nunca tomaron en cuenta mi evolución; que había mejorado mi marca firme y paulatinamente, y que todos vamos a unos juegos con el ánimo de ganar''.
Sonriente, tranquilo, y con la medalla de bronce guardada en una pequeña maleta de mano, Joel Sánchez llegó ayer al aeropuerto capitalino, y tras saludar a sus padres, esposa e hijos en un salón donde se programó una conferencia de prensa, se reveló ''sorprendido porque es la primera vez, en 14 años de deportista, que viajo solo y que soy esperado de esta forma''.
Y es que el andarín capitalino comentó que ''hasta el momento no he pensado si la medalla me va a hacer cambiar o si voy a aguantar otro ciclo olímpico; por ahora quiero descansar, y lo único que sé es que quiero seguirme preparando para sacarme la espina'', esa de todos conocida, que es volver a enfrentar, para vencer, al polaco Robert Kortzeniowski.
Feliz por haberse librado de la severidad de los jueces en Sydney 2000, Sánchez dijo que prefería ser reservado en torno al caso Bernardo Segura, pero aunque su compañero y mucha gente lo considere ganador, ''lamentablemente, si no se tiene la medalla, no se es campeón''. Indicó que está dispuesto a sumarse a una revisión de la marcha mexicana, la que ''desde luego que no va a desaparecer, porque hay muchos talentos jóvenes que vienen detrás, pero debemos unirnos en la Comisión de Marcha para mejorar nuestro deporte''.
Pese a que Sánchez batalló con las autoridades deportivas para realizar su preparación, pues no contó con médico, no lo respaldaron con todos los viajes, y su entrenador, su hermano Víctor Sánchez no estuvo acreditado, agradeció a la Defensa Nacional el haberle proporcionado incluso a dos sparrings que lo acompañaron en el campamento de Bolivia. Sargento del ejército mexicano, aseguró que no ambiciona retribuciones, y que cualquier premio será decisión de las autoridades.
En otro vuelo, llegó la también marchista Graciela Mendoza, a quien sólo esperaba su familia y su entrenador, Juan Hernández. Como no hubo conferencia ni acreditaciones para reporteros, la deportista caminó entre el tumulto del pasillo de espera, donde fue ovacionada por la gente que, al enterarse de su presencia, reconocía su esfuerzo pese a haber sido descalificada en el kilómetro 13 en la prueba de 20.
Graciela, de 37 años, no lo dudó ni un instante: ''Seguiré en las competencias, pase lo que pase''.
La pionera de la marcha mexicana femenil no habló, sin embargo, de objetivos precisos o alguna motivación especial para continuar en el alto rendimiento bajo el riesgo de ser objeto de una tercera descalificación olímpica en Atenas 2004, luego de quedar fuera en Atlanta 96 y Sydney 2000. ''Yo creo que si me descalifican ya no voy a sentir nada; a eso estamos expuestos y así es el deporte'', anotó, resignada y sonriente.