DOMINGO 1o. DE OCTUBRE DE 2000

Ť Los cambios implican ir "al fondo de las cosas"


Las revoluciones educativas no son posibles: Fuentes Molinar

Ť Lo mejor, plantear cuestiones sensatas a plazos pertinentes

Rosa Elvira Vargas Ť Para el responsable de las políticas aplicadas a la educación pública básica y normal en los últimos ocho años, el subsecretario Olac Fuentes Molinar, las "revoluciones educativas" no existen ni son posibles, al menos en lo que lo que implica la verdadera acepción del término revolucionario. En educación, explica el pedagogo, "los cambios importantes implican trabajar sobre el fondo de las cosas, despacio, con tenacidad, atendiendo realmente la sustancia del asunto".

Indica que al prometer grandes cambios en esta materia, el problema no es tanto que se hable de ellos (aunque generalmente hay mucho desconocimiento de la realidad), sino que se abre la posibilidad, y el riesgo, de que pasen otras cosas que ni siquiera son un cambio positivo, "y que provocan un desorden absolutamente peligroso en el sistema".

Convencido de que el sistema educativo público tiene un sentido de recurso social que constituye un "patrimonio insustituible", el educador insiste en que frente a la espectacularidad de los cambios que se proponen en materia de enseñanza, es mejor plantear cosas sensatas, hechas a plazos pertinentes, "y no en los que impone la política. Hay que trabajar con toda claridad y tranquilidad en el gradualismo".

Para llegar a esa conclusión, Fuentes Molinar hace previamente una amplia reflexión sobre la escuela como el centro del cambio educativo, donde establece la necesidad de perfilar en las aulas una política de calidad, pero no vista aquella desde definiciones tan de moda y que incluyen "aspiraciones que parecen mágicas y en las que a veces hasta se gasta mucho dinero: incorporar el uso de computadoras, conectarlas a Internet o utilizar tal sistema de calidad total o de desarrollo de la capacidad de pensamiento que anda vendiendo tal empresa o tal señor".

Desde la perspectiva del subsecretario de Educación Básica, una "escuela de calidad" es un espacio, un ambiente y un conjunto de relaciones en los cuales niños y niñas tienen posibilidad de desarrollar sus competencias fundamentales, de aprender lo central, de vivir en un ambiente que genere la seguridad y confianza en sí mismos; aquel donde desarrollan su curiosidad y se la apropian como una actitud permanente, donde pueden adquirir un sentido de gusto, de gozo y de curiosidad por aprender, donde en la práctica y no en el discurso, se general el respeto, se recrea una experiencia social capaz de alentar y de potenciar en los educandos, lo mejor de lo que sucede en sus hogares y de combatir lo peor, lo más dañino y destructivo que ocurre en ellos.

Una plantel de alta calidad, añade, es también el que anula la desigualdad generando la posibilidad real de que los alumnos trasciendan las experiencias negativas, poco alentadoras o agresivas, y las carencias que sufren en sus medios sociales.

Lograr tales avances -subraya- impone que los maestros hagan siempre a los niños el centro de su atención, que realicen un desempeño comprometido y correcto de su profesión y que superen la rutina y la repetición en las que caen muchos docentes, quienes dejan entonces de mirar a sus alumnos como individuos y el grupo se convierte en una especie de entidad impersonal y su labor se vuelve solitaria, y se vacía "de lo que puede ser siempre tan absolutamente novedoso e irrepetible como es trabajar con niños".

Defensor a ultranza de los principios de la enseñanza pública y laica, Olac Fuentes señala que es menester pugnar por más recursos para la enseñanza estatal, no sólo para su expansión, sino además para desarrollar una política salarial sistemática, transparente, justa y ordenada, así como un sistema de jubilación que permita oportunamente el recambio natural de quienes deseen hacer uso de esa posibilidad.

Existe, admite, un gran rezago -regionalmente desigual- en la construcción de equipamiento básico y reparación de escuelas; se necesitan recursos para realizar una verdadera política compensatoria dirigida a los sectores más vulnerables.

Y precisa el subsecretario: es indispensable que en la política educativa de futuro se integre una línea de trabajo que busque fortalecer la escuela real, la escuela integrada como una realidad viva y compleja, "en la cual toman sentido, o no, las demás cosas que se hacen para la educación: los libros, los programas de formación y de actualización, y los recursos para la planta física".