FRENO A VICENTE FOX
En un evidente afán de mostrar ideas, proyectos, actividad, imaginación de gobierno, el equipo de Vicente Fox y él mismo han hecho declaración tras declaración y anunciado muy variados proyectos para hacer modificaciones en prácticamente todas las áreas de gobierno. Las cosas han cambiado. Los anteriores presidentes electos guardaban un prudente silencio hasta el día en que tomaban posesión, hablaban poco y dejaban ver menos; procuraban, en la tradición, que el gobierno saliente recibiera los reflectores que, de hecho, iban haciendo cada vez más tenue su luz. Pero también, los miembros del equipo entrante se libraban del escrutinio y el desgaste antes de tiempo. Efectivamente, los tiempos han cambiado y es saludable que el nuevo equipo empiece a mostrar sus cartas para la discusión pública y, en teoría, cuando llegue el momento de la verdad, definir acciones más consensadas y analizadas.
Los procuradores del país expresaron al presidente electo su profundo desacuerdo con las ocho propuestas que su equipo ha dado a conocer para modificar el sistema de justicia del país, empezando por hacer cambios a los artículos 21 y 102 constitucionales.
Es saludable también que entre los procuradores los hay pertenecientes a gobiernos emanados del propio partido de Vicente Fox, pero eso no les ha impedido mostrarse en desacuerdo con las propuestas de éste.
A nadie escapa la realidad de que el sistema de justicia mexicano cayó en el descrédito y en una muy desigualdad calidad de aplicación: ante logros indiscutibles, rezagos y desatenciones que irritan en todo el territorio nacional, además de una corrupción enquistada en todos los niveles, en todas partes, lo que ha generado, con razón, una absoluta falta de credibilidad en los Ministerios Públicos, en las delegaciones, en los policías. Pero las novedades no siempre son las soluciones más correctas. Si bien es cierto, como señala el procurador de Querétaro, Apolinar Ledezma, que las instituciones están desgastadas, también lo es que obedecen a una tradición y a un marco jurídico acorde con la idiosincrasia, la historia y las peculiaridades de México, muy diferentes a la mentalidad anglosajona de la cual se quieren copiar formas y modos. Sería absurdo pensar en que ser como ellos nos va a hacer mejores.
Por otra parte, no basta cambiar o modificar estructuras para terminar con la corrupción o la ineficiencia, lo que de sobra está demostrado.
Al parecer las decisiones y los ordenamientos autoritarios tendrán poca cabida en la próxima administración; ése, también, es un cambio importante, pero surgido de la conciencia nacional, de la decisión social, no de propuestas que, en la mayoría de los casos, hoy parecen aventuradas.
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