SABADO 30 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Impera la desinformación sexual entre los jóvenes
El sabor de la primera vez
María Rivera Ť La tarde del 20 de julio marcó la vida de Alán González. Sus 19 años habían transcurrido como los de cualquier muchacho de la colonia Condesa, punto de referencia de la clase media bohemia del DF. Nunca le faltó el apoyo familiar, ni la posibilidad de hablar sobre cualquier tema, incluida la sexualidad. Pero eso no lo había librado de embarazar a los 15 años a su primera pareja sexual, ni de estar ahí, solo, en la sala de Conasida, ante un futuro incierto. Aunque trataba de mantenerse tranquilo mientras esperaba turno para hacerse el examen del VIH, las miradas evasivas de los otros jóvenes no contribuían a tranquilizarlo. En el ambiente se sentía el temor de quienes han sido desalojados violentamente del sueño de la inmortalidad.
La duda que le produjeron algunos encuentros sexuales sin protección, y el comienzo de una relación sentimental seria lo habían llevado hasta ese lugar. Se había preguntado qué le provocaba más miedo: tener sida y saberlo, o ignorarlo. Decidió que prefería conocer la verdad fuera cual fuera.
"Sabía que tenía que usar anticonceptivos y condón, pero no lo hice. Hasta que no te ocurren las cosas a ti, o alguien cercano, aprendes. Cuando uno ve la aguja y luego su sangre, sabe que la cosa es de a deveras. Dos días después fui por el resultado; cuando me dijeron que era negativo volví a vivir. La prueba te marca. Ya nunca se te olvida".
Con su nueva pareja quiere establecer una relación igualitaria. Después de su examen médico le pidió a su novia que también se lo practicara. "Hicimos un pacto de que si uno engaña al otro sin protección, lo dirá. Ahora vamos a empezar a hablar sobre los anticonceptivos. En esta relación busco a una compañera, deseo sentirme querido, pero, además, el sexo con amor es más rico".
La vida de Zoraida Cacho ha quedado marcada por la desinformación. A los 13 años inició su vida sexual. Como la mayoría de las muchachas de la colonia San Simón, donde vive, nunca tuvo información que le permitiera controlar esa parte de su existencia. En quinto año de primaria, el último grado que estudió, le hablaron de la menstruación, pero no sobre métodos anticonceptivos. A los 14 se embarazó. El nacimiento de su hijo se lo "aventó" sola porque su novio dudó de su paternidad. "Por lo menos ahora -sonríe satisfecha- ya reconoció al niño y me da algo de dinero; también su familia me ayuda".
Zoraida tiene actualmente 19 años y su niño ya está por entrar al kínder. Comparten con los cuatro miembros de su familia un departamento de dos recámaras. Reconoce que la maternidad le cambió la vida, pero aunque las fiestas y el baile que tanto le gustaban han quedado en el pasado, lo toma con resignación. "Por algo quiso Dios que fuera así, que de repente apareciera mi bebé". Sigue sin usar anticonceptivos porque no cree en ellos. "Dicen que fallan o que uno queda mal". Tiene información sobre el sida, pero reconoce que su pareja (el padre de su hijo) no usa preservativo. "A los hombres, como son muy liberales, no les importan las infecciones ni nada de eso".
Al final de la conversación la palabra control aparece en una de sus frases. "Ya quiero controlarme", susurra. Pero lo dice como quien expresa un deseo que cree imposible. Ninguna de las mujeres de su entorno ha usado anticonceptivos. Ella de vez en cuando ve el programa Taller de sexualidad, que transmite Canal Once de televisión abierta, única posibilidad de información para este mundo que empieza y termina en los límites de la unidad habitacional.
La mayoría de los jóvenes mexicanos como Alán y Zoraida comienzan a ejercer su sexualidad sintiéndose inmunes, infértiles e inmortales, afirma Rocío Mejía, coordinadora del Programa Gente Joven, de Mexfam.
Si se considera que la edad promedio para la iniciación sexual está entre los 15 y los 16 años, los problemas alcanzan proporciones insospechadas, explica. La encuesta realizada por esta organización para identificar los conocimientos, actitudes y conductas sobre sexualidad de quienes tienen entre 13 y 19 años indicó que 6.9 por ciento de las adolescentes ya había estado alguna vez embarazada, pero entre las edades de 18 y 19 años el porcentaje se eleva a 14.5 por ciento. Y aunque más de 80 por ciento de los jóvenes ha escuchado hablar de anticonceptivos y 97.9 por ciento sobre sida, sólo menos de la mitad dijo haber usado un método anticonceptivo en su primera relación sexual y el uso del condón sólo es ocasional.
Pero con todo y todo, para los especialistas el panorama tiene un lado alentador. Explican que de alguna manera las aguas profundas de la sociedad mexicana se están moviendo. Tanto en el ámbito urbano como en el rural se empiezan a notar cambios en la forma en que los jóvenes ejercen su sexualidad.
Las relaciones sexuales están ya desacralizadas, afirma el especialista Luis Leñero, quien ha realizando estudios sobre comportamiento sexual en México desde 1967. El autor de Los jóvenes de hoy pone una cifra sobre el tapete: 64 por ciento de los jóvenes mexicanos ha tenido relaciones prematrimoniales y la cifra va en aumento.
Alán González cuenta que entre su grupo de amigos la mayoría ha comenzado sus relaciones sexuales entre los 16 y los 17 años. Ahora en cualquier noviazgo se da por descontado que el sexo está incluido. ƑCuánto tiempo después de haber comenzado la relación? Depende, explica, algunas veces una semana es mucho tiempo de espera; otras veces, como con su actual relación, fueron cuatro meses. "Esto es demasiado tiempo hoy en día -reconoce-. Yo me tardé porque primero quería conocerla, además me he dado cuenta de que las parejas que luego luego tienen relaciones truenan, y las que primero se estudian duran más tiempo juntas".
El hecho de que estas relaciones sean tan efímeras complica el uso de anticonceptivos. Estos empiezan a aparecer después de varios encuentros, cuando se entra en confianza. El cómo y dónde se dan los interludios amorosos varía. Cuando el amor llega así de esa manera sirven autos, azoteas, fiestas y hasta la casa de la muchacha cuando salió la familia. Los moteles son para las relaciones más formales como el caso de una novia, por lo caro, explica Alán, y saca cuentas: entre 50 y 100 pesos de la habitación, más el condón... y la cifra se dispara para jóvenes que viven de su familia, de un primer trabajo mal pagado o de plano en el desempleo.
Las nuevas relaciones
Otro dato que enfatiza el investigador Luis Leñero es que los muchachos de ahora están tendiendo a una mayor informalidad en las relaciones porque ahora éstas se basan más en lo afectivo. "Por una parte esto significa un avance, pero por otro un problema, porque los afectos no son estables. Ahora dicen 'nos queremos, vamos a formar una pareja', pero eso dura poco, cuando ya no hay amor se rompe el nexo".
Con esto también coincide Alán. "Las relaciones de ahora ya no son muy formales, duran muy poco: entre cuatro y seis meses. La mayoría de mis amigos tienen parejas por cortos plazos. Yo soy de los pocos que tiene novias por años, hasta ahora sólo cuatro". ƑCuáles son las expectativas de este tipo de relaciones? Hacer proyectos juntos, viajar, y ya en una segunda etapa, cuando la relación está más consolidada, vivir juntos y tal vez casarse.
Sobre las características que debe tener la media naranja ideal del mexicano la cosa está cambiando. Un estudio de Conapo, Mujer y planificación familiar, señala que a principio de los ochenta los hombres preferían como esposas a mujeres hogareñas, femeninas, trabajadoras, honestas y sencillas. Hoy en día las prefieren comprensivas, responsables e inteligentes. Lo que de plano ya pasó a la historia es que sean aguantadoras, sufridas y sumisas. Por su parte, las jóvenes los prefieren trabajadores, fieles, comprensivos, buenos e inteligentes.
Sobre estas aparentes contradicciones Leñero pide calma, indica que las generaciones son a la vez continuidad y cambio. Si bien los muchachos están aprendiendo a no ser machos, todavía arrastran muchas de las conductas de sus predecesores. A este fenómeno él le ha llamado neomachismo, un comportamiento que si bien posee elementos del machismo anterior, adquiere nuevas formas.
"Los datos estadísticos siempre son variantes - explica-, pero lo importante es ver cuáles son las tendencias, y éstas se dirigen hacia una mayor apropiación del cuerpo, a una mayor permisividad de las relaciones sexuales prematrimoniales y a la informalidad de las relaciones, ya que ahora éstas se basan sobre todo en lo afectivo".
Por su parte el sexólogo José Aguilar, director de Democracia y Sexualidad (Demysex), afirma que la sexualidad ya se realiza con mayor conciencia.
Apunta algunos datos para sostener su argumentación: en el medio urbano los jóvenes se inician sexualmente cada vez más temprano, y cuando se les pregunta con quién tuvieron su primera relación sexual los hombres responden que con una amiga, mientras las mujeres dicen que con su novio. El mismo personaje pero con distinta significación.
Una sexualidad más integrada
Resalta el investigador: "lo importante es que ya empiezan entre pares; los hombres ya no lo hacen con una prostituta, como ocurría en la generación de sus padres. De hecho este personaje ahora aparece en el cuarto lugar a la hora de citar con quién comienzan los hombres a ejercer su sexualidad, después de la amiga, la novia y la "conocida". Desde lo cualitativo esto significa que se inician con alguien cercano, hecho que puede empezar a romper con el paradigma de que unas mujeres son para el placer y otras para el amor y la reproducción. Es decir, se están dando pasos hacia una sexualidad más integrada. En las mujeres jóvenes también se está concibiendo mejor el placer, aunque siguen asociándolo con el amor".
Esta doble valoración del sexo según el género sigue vigente. Mientras Alán habla con desenfado de sus parejas y siempre tiene presente el tema del placer -"mi novia y yo comenzamos juntos, fue muy padre porque los dos estábamos igualmente nerviosos; la primera vez debería ser algo especial y placentero"-, para Zoraida la sexualidad está permitida, pero sólo si es por amor, porque éste es el medio para establecer relaciones -"mi pareja había tenido varias relaciones antes, bueno, yo digo, porque si no no me hubiera enseñado cosas, pero él para mí fue el primero y el único"-. Ante la pregunta de qué pasa con el placer, ella sólo tiene un largo silencio como respuesta.
Para José Aguilar el valor de la virginidad, aunque se mantiene, ha perdido peso. "Se sigue manejando el concepto de mujer decente, pero ahora este calificativo tiene que ver con que una joven ejerza su sexualidad en el marco de una relación estable y que exista un vínculo amoroso. A las que transgreden estas reglas y se permiten relaciones con un hombre en cualquier momento se les llama zorras. Son cosas sutiles, pero que pueden verse como grandes pasos, ya ahora el requisito no es estrictamente la virginidad".
En el medio rural el ejercicio de la sexualidad todavía tiene más impedimentos que en las ciudades, tanto por el mayor grado de iniquidad entre los géneros como por la carencia de fuentes de información, apunta la antropóloga Gabriela Rodríguez, presidenta de Afluentes, organización que promueve vínculos entre instituciones que favorecen los esfuerzos en la aplicación de la salud sexual y reproductiva. Sin embargo, agrega, también ahí están ocurriendo cambios.
Conocedora del medio, indica que la información sexual que manejan las jóvenes en el área rural es la que han escuchado en las escuelas o la que han oído de sus madres y tías -52 por ciento de las mujeres de las áreas rurales usan método anticonceptivo, contra 73 por ciento en los centros urbanos-. Por su parte los muchachos tienen más información sobre el uso del condón y de enfermedades sexualmente transmisibles, pero es un conocimiento que sólo circula entre hombres.
Entre los factores que han contribuido a abrir ese horizonte la investigadora resalta el papel de la televisión y de los migrantes, tanto de los que salen a otras ciudades del país como de los que traspasan las fronteras.
Las pautas de la iniciación sexual, puntualiza, siguen siendo las mismas que las de la generación anterior. "Chamaco que empieza a ganar dinero, se estrena. Hoy cobraste tu primer sueldo, hoy demuestras que puedes pagar una mujer".
Respecto a las expectativas que surgen a partir de las relaciones sexuales prematrimoniales, señala que ahí lo único que se espera es el matrimonio. "Si una muchacha consiente en mantener relaciones sexuales la expectativa es que se van a casar con ella y punto. O por lo menos que se la van a llevar, y si no pasa šolvídate!, a esa niña se le acaba la vida. Pero aunque sigue siendo muy fuerte el vínculo entre sexualidad y vida conyugal, los jóvenes están empezando a tener relaciones de manera más abierta".
Lo cierto es que poco a poco la sexualidad entre los jóvenes está cambiando. Todavía queda mucho camino por recorrer. La nueva generación que está emergiendo marca distancias con su predecesora, pero no acaba de definir sus rasgos. Se están volviendo explícitos una serie de fenómenos que ya existían pero que permanecían ocultos por la estructura familiar predominante. "Vamos caminando -concluye Luis Leñero-, por lo menos ahora este tipo de temas están sobre la mesa".