SABADO 30 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť Me gustaría ser recordado no por uno, sino por todos mis papeles, dijo
De Niro, breve presencia de un mito en Donostia
Angel Vargas, enviado, San Sebastián, 29 de septiembre Ť La presencia de Robert De Niro resultó inversamente proporcional a toda la parafernalia de expectativas que acerca de él se sembraron desde el comienzo del festival de cine no sólo entre los medios de comunicación, sino entre los propios donostiarras.
El actor neoyorquino llegó este mediodía a la ciudad entre medidas de seguridad extremas, y acudió a una rueda de prensa multitudinaria y corta en tiempo debido a la previsión de una partida rápida, urgentísima, como si lo persiguiera el diablo.
El acontecimiento, entonces, quedó resumido con los siguientes comentarios de los reporteros, tanto nacionales como extranjeros: ''aburrido", ''se nos ha caído el mito", ''gilipolleces" fueron, entre otros, los conceptos que el mítico actor estadunidense despertó.
Dirigir, experiencia estimulante
De Niro no quiso (o no logró) articular más de 60 segundos de habla continua para responder cada una de las muchas y variopintas interrogantes de los comunicadores que de la emoción y de los agradecimientos pasaron al desencanto y al enfado.
A favor del artista, célebre por sus interpretaciones en Taxi driver, El Padrino II, Erase una vez en América y El fanático, entre decenas de cintas, se puede decir que, si bien no prodigó generosidad en su charla, su trato y disposición tuvieron matices afables.
Mafioso, cura, psicópata, fanático del beisbol, ladrón, cocinero analfabeta, ex combatiente de Vietnam, De Niro dio a entender que lo suyo es la actuación.
''No quiero controlar el proyecto de otra persona. Yo soy el actor, la herramienta, yo tengo que apoyarlos (al director y al productor).''
Previo a la ceremonia en la que su colega español Javier Bardem le entregaría el reconocimiento por su trayectoria -uno más que se suma a sus dos Oscar-, el protagonista de Toro salvaje, en la reunión con la prensa, lo mismo aclaró que abordar la fama ahora le resulta más fácil que antes. Y abundó: ''Ya no pierdo energía como lo hacía en el pasado".
Asimismo, rechazó que su proyecto de crear unos estudios alternativos en Nueva York, en caso de lograrse, pueda hacer de esa ciudad una opción frente a Hollywood o Los Angeles.
De Niro, quien apenas concluyó su participación en una cinta al lado de Marlon Brandoy Edward Norton, manifestó su satisfacción por dirigir Una historia del Bronx, en 1993. Al respecto, añadió que encargarse de la realización de una película tiene muchas responsabilidades, ''como ser la primera persona que llega, la última en irse y no tener descansos", apuntó.
No obstante, recalcó, se trató de una experiencia tan grata y estimulante que piensa repetirla el año entrante, aun cuando no tiene un proyecto específico.
Los agradecimientos por estar en San Sebastián, que le manifestó la prensa, se sucedieron uno a otro. Incluso hubo periodistas que no se contuvieron y, en lugar de preguntar algo, se acercaron al actor para entregarle algunos obsequios, como una caja de puros: ''Para usté, que sabemos os gusta fumar y pa' que se acuerde de España", dijo un comunicador.
Alter ego de Scorsese
Robert De Niro es un nombre y un rostro emblemático del cine más arriesgado que se ha realizado en Estados Unidos en los últimos 25 años, los mismos que cumple la película Novecento, en la que él tiene un papel estelar junto a otro actor que entonces comenzaba a despuntar, Gérard Depardieu.
Cuando Bernardo Bertolucci llamó al joven actor estadunidense para que fuera uno de los puntales de su filme histórico, De Niro llevaba seis años trabajando en el cine más independiente de Estados Unidos. Nacido en Nueva York el 17 de agosto de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, estudió en el Actor's Studio. Sus primeros pasos histriónicos los dio de la mano de Brian de Palma y Roger Corman en 1969.
Sin embargo su encuentro, en 1973, con Martin Scorsese, fue el que lo convirtió en uno de los rostros imprescindibles del cine hollywoodense hasta volverse el alter ego de ese director de ascendencia italiana. Desde entonces, De Niro ha sido su intérprete ideal en al menos ocho ocasiones.
Durante su encuentro esta mañana con la prensa, previo a la entrega de gala de su premio Donostia, que se efectuará la noche de este viernes en la recta final del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, Robert De Niro comentó que la decisión de hacerse actor ocurrió cuando tenía 10 años y mencionó su convicción de respetar siempre el trabajo de los directores, por muy noveles que éstos sean.
De Niro culminó su breve encuentro con la prensa, con una aseveración: ''Me gustaría ser recordado no por uno, sino por los papeles que he realizado en cine, los cuales, todos, me han acarreado dificultades."