JUEVES 28 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Tras millonaria inversión, ocupará el Palacio Konstantin


Putin: vuelve el fausto zarista

Palacio de Konstant=n Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 27 de septiembre Ť Cuando los rusos aún no se reponen de la noticia de que un numeroso grupo de oficiales del ejército tuvo que hacer un plantón para poder cobrar los míseros salarios que les correspondían por meses de combatir en Chechenia, el presidente Vladimir Putin encontró una controvertida forma de sustentar en hechos la fastuosidad que, en su opinión, merece el jefe de Estado.

Putin destinó 35 millones de dólares para restaurar el Palacio de Konstantin, en San Petersburgo, que perteneció a los zares y que ahora piensa utilizar como residencia oficial en los frecuentes viajes a su ciudad de origen.

La decisión se tomó a mediados de agosto, pero se hizo pública hasta ahora debido a que el país entero estaba consternado por la tragedia del submarino Kursk y difícilmente comprendería la necesidad de gastar con ese fin una suma diez veces superior a la ya de por sí poco habitual compensación prometida a todos los deudos juntos.

El gasto resulta aún más incomprensible, ya que lo realiza un mandatario que heredó el poder de Boris Yeltsin y tiene a su disposición una decena de residencias oficiales, aunque ciertamente ninguna en San Petersburgo.

Construido en 1720 por encargo de Pedro el Grande, el conjunto residencial fue cedido por el zar Pavel I a su hijo, el gran duque Konstantin, que lo convirtió en su lugar preferido de veraneo. En los años de la Segunda Guerra Mundial el Palacio de Konstantin fue saqueado y quemado por los nazis.

Durante un largo periodo sirvió de sede de la Academia Naval, que hace unos años se tuvo que mudar a otro sitio ante el deterioro del edificio principal y la falta de financiamiento para una elemental reparación.

Acaso por ironías del destino, el magnífico palacio de estilo barroco será restaurado por órdenes y para beneficio de una persona que, si no se enorgullece, tampoco oculta que su abuelo fue cocinero de Lenin y Stalin, según reveló el propio Putin en el libro En Primera Persona.

Desde su pomposa ceremonia de toma de posesión en mayo pasado, los asesores del presidente ruso, conocedores de que no es indiferente a los atributos del poder, le inculcan la idea de que debe crearse una imagen digna de un zar. Creen, y le hacen creer, que ello corresponde con los deseos de una parte importante de la población que anhela un líder fuerte como premisa para devolver a Rusia su devaluado sentimiento de dignidad nacional.

Muchas veces se exceden en el cometido. Estos días, según un reportaje del semanario Moskovskie Novosti, el movimiento oficialista Edinstvo empezó a circular entre los alumnos de primer grado de primaria un folleto propagandístico que ilustra su ideario político con pasajes de la vida de Putin.

Distribuido en las escuelas de San Petersburgo, el folleto está dirigido a niños de 7 años que deben tomar como ejemplo a su ilustre paisano. El folleto no tiene desperdicio y vale la pena reproducir los fragmentos culminantes.

Con una foto en que el pequeño Vladimir aparece en brazos de su madre, el texto dice: "Cuando él (Putin) era así, no sabía que iba a ser presidente, nadie lo sabía. Pero en el patio de su casa todos sabían que Vovka (diminutivo de Vladimir) no le temía a nada y jamás sería capaz de dejar mal a nadie. Su maestra, cuando comenzó a ir a la escuela, sabía que era un alumno muy aplicado..."

Más adelante, con una foto de Putin adolescente, se insiste: "Nadie sabía que iba a ser presidente. Pero todos los muchachos sabían que Volodia (otro diminutivo) Putin es un amigo de verdad y que se puede confiar en él. Su entrenador de sambo (lucha rusa) y judo sabía que Volodia es un auténtico luchador con carácter fuerte, que siempre va a luchar hasta el final y es incapaz de traicionar a nadie".

Como en un cuento de hadas se relata que Volodia creció, estudió y viajó a otros países "por razones de trabajo" -los autores no quisieron precisar que como espía del KGB-, pero "siempre regresaba, porque quería mucho a su casa, a su familia, a sus amigos... Y después llegó a tener muchos amigos, todo un país llamado Rusia, y ellos lo eligieron presidente".

La exaltación de Putin se remata con una foto reciente y unas palabras que seguramente deben resaltar su heroísmo: "Ahora tampoco le teme a nada. Vuela en cazabombarderos, desciende de las montañas en esquís y viaja adonde hay guerra..."