JUEVES 28 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť Pide mayor cooperación para extraditar delincuentes sin importar nacionalidad
Cuestiona el embajador Davidow el principio de "no intervención"
Ť La población debe dejar de verse como víctima de la relación México-Estados Unidos, dice
Georgina Saldierna Ť El embajador de Estados Unidos, Jeffrey Davidow, estableció anoche las condiciones que deben darse para lograr una mayor integración de los países de América del Norte, entre las que se encuentran: la firme adhesión al estado de derecho, reconocimiento de la democracia como la mejor forma de gobierno y una mayor cooperación en el ámbito judicial que permita incluso la extradición de los delincuentes sin importar su nacionalidad.
Otro elemento para crear las condiciones de convergencia es la forma como una nación manifiesta su apoyo a la democracia en el mundo. "La no interferencia en los asuntos de otras naciones es un noble principio, pero no es encomiable la indiferencia ante la situación difícil de quienes sufren bajo regímenes dictatoriales", puntualizó el representante de Washington, en alusión a la política de no intervención que ha desarrollado México con respecto de Cuba y otros países.
Al ingresar a la Academia Mexicana de Derechos Internacional, dijo además que es necesario crear una nueva percepción de "nosotros mismos", a través de una educación libre de sesgos y prejuicios, que permita a la población dejar de verse como víctimas de la relación México-Estados Unidos.
En lo que se consideró un mensaje al presidente electo Vicente Fox, quien en su reciente visita a Estados Unidos y Canadá propuso una mayor integración económica, Davidow señaló que es factible una mayor convergencia de los tres países.
Sin embargo, la integración no va a suceder de manera natural; se va a requerir de gran dedicación y trabajo para promover valores comunes y un mejor entendimiento de "nuestras naciones y de nuestros posibles socios", agregó.
El embajador de Estados Unidos advirtió que en cualquier esfuerzo por construir una mayor convergencia, tiene que tomarse en cuenta la existencia de otras naciones. Por ejemplo, "una cuestión que debe ponderarse es si se puede esperar que los tres signatarios del TLC avancen hacia una mayor integración, sin atraer de alguna manera importante a los 40 millones de residentes de América Central, una cifra que va a crecer rápidamente en los años venideros", puntualizó Jeffrey Davidow.
Al respecto, señaló que la migración centroamericana ya no sólo se dirige a Estados Unidos, sino que se empieza a quedarse en México. Según datos del Instituto Nacional de Migración, el año pasado se deportó a un total de 120 mil indocumentados de América Central, puntualizó.
Para hablar sobre el flujo de migrantes, el representante de la administración Clinton se refirió al caso de la Unión Europea, en donde, sostuvo, se ha reducido la migración gracias a que se ha logrado un mayor desarrollo económico en países como España.
En otras palabras, el hecho de que las naciones de Europa occidental hayan llegado al mismo nivel de desarrollo económico, ha hecho más posible su integración en la Unión æuropea, explicó. No obstante, destacó que el de las fronteras abiertas a los trabajadores no es un tema que pueda ser rechazado sin ningún análisis. "Se trata de un asunto legítimo que debemos analizar de tiempo en tiempo, a medida que avancemos hacia el futuro".
Por lo demás reconoció que en Estados Unidos se cometen abusos en contra de los migrantes, pero "con franqueza ocurren con menor frecuencia que lo que indica la percepción popular en México", además que las autoridades investigan los hechos y aplica las sanciones pertinentes si se prueban los alegatos.
Davidow reconoció el respeto del gobierno de México a las leyes migratorias estadunidense, pero puso en duda que la percepción general de los mexicanos sea que no deben ingresar al vecino país del norte sin la debida autorización.
Ante integrantes de la academia que lo recibieron como miembro honoris causa, agregó que la piedra angular de la convergencia es la creencia compartida en la democracia como el mejor sistema de gobierno, así como el respeto a las libertades tradicionales asociadas, como la de expresión, asociación, y elecciones libres.
Recordó que la transparencia y apertura del gobierno se mide con frecuencia por su reacción a las actividades de las organizaciones no gubernamentales y su disposición a responder a sus demandas. Al promover un espíritu de integración entre las naciones deben encontrarse modalidades para dar a estas ONG la atención que merecen, agregó.
En otra parte de su ponencia, sostuvo que la adhesión al estado de derecho es particularmente importante cuando se habla de convergencia económica, pues lo que los ciudadanos de un país más anhelan de su propio gobierno y de cualquier otro con que se puedan asociar es la predecibilidad que proviene del estado de derecho.
Señaló, por ejemplo, que "los sistemas judiciales de Francia e Inglaterra no son idénticos; de hecho son bastante diferentes, pero el ciudadano francés común y su contraparte inglés están relativamente seguros de que si llegaran a requerir el auxilio de la policía o del sistema judicial del otro país, recibirían un trato equitativo".
En este contexto, refirió que si un empresario mexicano busca invertir en Canadá o en Estados Unidos, debe tener confianza en que el sistema judicial de esos países no sería fácil o injustamente manipulado por quienes lo utilizan para sus propios propósitos.
De esta manera, Davidow agregó que las instituciones y procedimientos legales deben ser celosamente guardados para protegerlos de las extravagancias de los poderosos y de los caprichos de la opinión pública.
Otro elemento clave para promover el espíritu de convergencia es que los países se pongan de acuerdo en que no debe darse a los delincuentes un lugar seguro dónde esconderse. Así, el embajador estadunidense dijo que los tres países de América del Norte tendrían que hacer más para facilitar el retorno de individuos para que se les dé el trato judicial apropiado en el país donde se alega que han cometido algún delito. Esto sin importar la nacionalidad, puntualizó.
Con el fin de facilitar la integración económica potencial, añadió que se deben alentar percepciones acertadas y modernas de "nosotros mismos y de nuestros posibles socios en la convergencia. Las actitudes y percepciones que pudieron haber tenido validez hace cien o 50 años pueden no ser apropiadas para el mundo de hoy. De esta manera, señaló que cada nación debe analizar con cuidado de qué manera la educación formal con frecuencia perpetúa la forma de pensar del pasado.
Al respecto, dijo que existe una tendencia desafortunada entre algunas personas de ambos lados del río Bravo de verse a si mismos como víctimas de la relación México-Estados Unidos. Por ejemplo, en el vecino país del norte subsiste en el pensamiento popular una mentalidad acartonada en la que México aparece como el agresor, ya sea que se trate de la migración, los narcóticos o los camiones de carga.
De acuerdo con el embajador, esta manera simplista de pensar proviene de un pasado que ya no existe. De igual forma, señaló que es motivo de continuó interés el que un gran número de mexicanos aún piensa acerca de su propio país como una nación pobre, pequeña y víctima, que no puede defenderse a sí mismo en la escena mundial.
Una forma de superar estas visiones es a través de el diseño de nuevas políticas educativas, explicó Jeffrey Davidow. "No se trata de una tarea fácil. Sin embargo, con seguridad, los gobiernos y las instituciones privadas podrían revisar la sustancia de lo que estamos enseñando a nuestros jóvenes, no en un esfuerzo de oscurecer la verdad o de hacer propaganda, sino más bien de presentar los hechos con objetividad y de aumentar la comprensión a nivel trasnacional", puntualizó.
Para concluir su ponencia, advirtió que la creación de una moneda común en Norteamérica implicaría una mayor interacción. Requeriría la participación de las secretarías de Hacienda de las tres naciones en negociaciones acerca de temas delicados como la política fiscal, tributaria y de gasto social, sin que esto se llegue a considerar una intervención en los asuntos soberanos de los estados, advirtió.