MIERCOLES 27 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť Un paro respiratorio cortó la vida de artista a los 63 años


Murió Baden Powell, guitarrista brasileño, pionero del bossa nova

Ť La chica de Ipanema, que compuso con Antonio Carlos Jobim, fue de sus obras más sonadas

powell El mundo de la música brasileña está de luto: el famoso compositor y guitarrista Roberto Baden Powell de Aquino, uno de los pioneros del bossa nova, murió ayer a los 63 años a consecuencia de un paro respiratorio, después de haber sido internado en una clínica por problemas respiratorios.

El celebérrimo guitarrista -quien compartió escenario con grandes del jazz como Stan Getz y Thelonius Monk- partió de este terrenal mundo por un cuadro infeccioso generalizado debido a una septicemia, mientras se encontraba en el nosocomio Sorocaba, de Río de Janeiro.

Powell dejó un inmenso legado no sólo a la música de su país, sino a la de todo el mundo, ya que sus creaciones han sido escuchadas por varias generaciones. Entre sus temas más sonados están La chica de Ipanema (compuesta junto con Antonio Carlos Jobim) y Berimbau, con letra del poeta y cantante Vinicius de Moraes. Junto con estos dos gigantes de la sensualidad sonora -Jobim y Moraes-, Baden Powell diseñó los ritmos y letras románticas que convirtieron al bossa nova en uno de los géneros musicales más apreciados del mundo. Su estilo interpretativo, combinando el sonido tradicional brasileño, con jazz y música clásica, alcanzó el clímax con su reinterpretación de algunos temas de Bach.

Roberto nació el 6 de agosto de 1937 en la pequeña ciudad de Varre-e-Sai, en el estado de Río de Janeiro; era hijo de un guitarrista y violinista, Lino de Aquino, quien lo acercó al suave mundo de la música, y -por cierto- lo nombró Baden-Powell en honor al líder fundador del movimiento de los Boy Scouts (el inglés Robert Thompson Baden Powell), pues su padre era líder de éstos en Brasil. Asimismo, su abuelo, músico también, dirigió a la primera orquesta negra de Brasil.

A los ocho años, Baden convenció a su padre de que le pagara clases de guitarra con Jaime Florence, un conocido músico popular brasileño de la época, quien presentó a Baden no sólo los ritmos populares cariocas, sino también los clásicos, en particular los guitarristas españoles Francisco Tárrega y Andrés Segovia.

Su primera aparición fue en una iglesia, cuando tenía cerca de 12 años, pero luego, al mudarse a San Cristovao, comenzó a tocar en algunos clubes de Copacabana, como el Cabare Brasil y el Boate Plaza.

Samba triste

El primer éxito de Baden fue Samba triste, compuesta en 1959 (con letras de Billy Blanco); este suceso lo compenetró con el movimiento del bossa nova, por lo que tuvo su primer acercamiento con Antonio Carlos Jobim y Silvia Telles. En 1955, ya con 18 años, trabajaba como músico en la Radio Nacional y llegó a formar parte de un trío dirigido por Ed Lincoln, que se presentó en uno de los más conocidos centro nocturnos de Río.

De igual forma el ya establecido y popular Vinicius de Moraes se enteró del virtuosismo del guitarrista y lo invitó a colaborar con él, en lo que fue la explotación del sensible mundo interior del tímido Baden Powell. De hecho, estos dos músicos se encerraban por días en el apartamento del primero en busca de nuevas composiciones. La primera, de sus casi 50 creaciones, fue Samba em preludio.

Pero no fue hasta 1963 cuando Baden Powell realizó su primer larga duración. Un año más tarde se muda a Bahía, en donde se le impregna la influencia afrobrasileña que proyectó a su regreso a Río, en su grabación Afro-Sambas (con letras de Vinicius). Visitó Europa, donde ofreció conciertos en diversos festivales, como el de Berlín, que le dio gran proyección en el viejo continente.

A su retorno a tierra amazónica, Baden Powell comienza a trabajar ya con artistas de la talla de Paulo César Pinheiro, Michel Legrand, Thelonious Monk y Lalo Schiffrin. Por ese tiempo, ya algunos cantantes como Milton Nascimento (con Cidade Vazia) y Elis Regina (con Canto de Ossanha), interpretaban sus delicias.

Su éxito, y quizá el amor por su novia, le hicieron establecerse en París alrededor de 1973 y hasta el 83. Vinieron muchos recitales y grabaciones, incluyendo una colaboración con el músico Stan Getz, quien introdujo la estética de Baden Powell a los Estados Unidos.

Luego de vivir en Alemania, vuelve a Brasil a tocar en clubes de Río y de nuevo a Francia, donde desarrolla varias de sus grabaciones más importantes.

Se sabe que, como todo un bohemio, el artista carioca disfrutaba de tocar y pasar largos ratos en pequeños bares de Río de Janeiro acompañado de su chica Teresa, su guitarra y un vaso de whisky en la mano.

No obstante que obtuvo éxito en el exterior, siempre se mantuvo fiel a las tradiciones de la música brasileña, así que volvió a su terruño luego de una larga estadía en Europa, que fue la tierra que lo acogió de nuevo. Adiós a un grande. (Reuters, Afp, Dpa y Juan José Olivares)

Entre cuerdas

Ernesto Márquez Ť Su estilo único de tocar la guitarra clásica o española y su enorme capacidad de síntesis entre las influencias afrobrasileñas, el jazz, y elementos de la música clásica hicieron que Baden Powell fuera un modelo a seguir para varias generaciones de guitarristas, que empezó a forjarse en la casa familiar siguiendo el ejemplo de su padre, el guitarrista Lino de Aquino, quien le indujo a explorar en todas las corrientes musicales.

Así, a los seis años, Baden ya tocaba algunos pasajes del repertorio clásico y a los 13 juntaba algunas monedas animando bailes haciendo música popular. Antes había aprobado el examen en el instituto de música, interpretando Motu perpetu, de Paganini, a una velocidad endiablada.

Motivado por gigantes de la guitarra brasileña como Garoto y Dilermando Reis, Powell empezó su carrera profesional debutando con el trío de jazz del pianista Ed Lincoln, y a los 19 se estrenaba como compositor con Samba triste, uno de los grandes iconos del bossa nova.

A principios de los 60 conoció al poeta y diplomático Vinicius de Moraes, con quien entabló gran amistad y compuso una serie de éxitos como Samba de bemçao -incluido en la banda sonora de la película Un hombre y una mujer-, Berimbau y Canto de Ossanha, entre otros.

En 1963 graba para la Philips Um violao na madrugada, su álbum debut, y dos años después su Valsa de do amor que nao vez, letra de Vinicius y cantada por Elizeth Cardoso, se clasifica en segundo lugar en el primer festival de la Tv Excelsior de Sao Paulo.

Cuando viaja a París, en 1991, para presentarse en el Olympia, el productor musical Eddie Barclay le contrata para grabar una antología que aparece bajo el título de O mundo musical de Badem Powell, que fue todo un suceso en Europa y le valió un disco de oro. Más adelante, con Stephane Grapphelli graba La grande reunión, que le posiciona en el ámbito musical del viejo continente, por lo que se anima a fincar residencia allá produciendo desde entonces más de 70 grabaciones discográficas, la mayoría inéditas en Brasil.

En los 70 grabó allí una serie de vinilos titulada Baden-Powell Quartet y los discos Solicitude on guitar, Canto en guitar o Badem Powell & Trio-The Frankfurt Opera Concert, en Alemania, que le acogió en los años 80.

En 1994 pasó un tiempo en Brasil y ofreció un recital en la sala Cecilia Meireles, de Río, en compañía de sus hijos Louis Marcel, guitarrista, y Philippe, pianista. La grabación de este concierto, Baden-Powell & Filhos, se editó años más tarde con un éxito impresionante de ventas. Pero Badem aún mantenía su residencia en Francia en donde en 1996 saca al mercado dos platos espléndidos: Baden-Powell de Rio a Paris", que incluye temas inéditos, y El día que me quieras.

Recientemente la Editora 34 ha puesto a la venta en Brasil la primera biografía del ilustre guitarrista: O violao vadio de Badem Powell, firmada por Dominique Dreyfus. Se trata de 384 páginas que narran una vida aprisionada entre seis cuerdas y un tumulto de notas musicales de las que nunca se pudo liberar.