MIERCOLES 27 DE SEPTIEMBRE DE 2000

 


Ť Emilio Pradilla Cobos Ť

Un gobierno diferente

Rosario Robles, jefa de Gobierno del Distrito Federal, sostuvo en su tercer Informe la tesis de que la administración encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y ella misma es y ha sido un gobierno diferente, porque ha ejercido el poder con eficiencia y responsabilidad, ha gobernado con una estrategia de sustentabilidad, ha enfrentado el modelo económico predominante, y gobernado para la equidad, para la seguridad, con la gente, y desde y para la democracia.

Sustentó su afirmación en las políticas y acciones básicas que realizó la administración perredista para revertir el alto grado de deterioro económico, infraestructural, social, político, cultural y administrativo que predominaba en la ciudad en diciembre de 1997, como legado de décadas de administración priísta.

A pesar del cerco establecido por el gobierno federal y los medios informativos controlados y de las restricciones presupuestales impuestas por el PRI y el PAN en 1999 y 2000, el gobierno capitalino ha actuado con una clara orientación social, democrática y participativa para dar atención prioritaria a los sectores populares empobrecidos y a los de más alto riesgo o vulnerabilidad, rechazando toda tentación de realizar obras suntuarias espectaculares, de prestigio fácil y superfluo. La recuperación de la administración pública, ineficiente y burocratizada, convertida en el pasado en botín de los funcionarios y atravesada por la corrupción de funcionarios y burócratas sindicales corporativizados e interesados en desestabilizarlo, ocupó y ocupa todavía un lugar fundamental en la acción del gobierno democrático.

Se ha llevado a cabo una intensa labor para superar el grave atraso y deterioro de la infraestructura hidráulica, el drenaje, la vialidad, el transporte público (metro, camiones y tren eléctrico) y la recolección de desechos. Las acciones y la nueva legislación para controlar la contaminación atmosférica y frenar la destrucción del medio ambiente han permitido mejorar notoriamente la calidad del aire capitalino. El ataque frontal a la inseguridad pública mediante la lucha contra la corrupción policial, la reestructuración operativa y la modernización del equipo ha logrado reducir su incidencia, aunque con alto costo financiero; sin embargo, aún no se gana la batalla. La prestación de servicios sociales, orientada hacia los sectores más empobrecidos, ha puesto el énfasis en los niños, los jóvenes, las mujeres, la tercera edad y los discapacitados; ha incluido asimismo el reconocimiento de sus derechos, la creación de infraestructura adecuada, la prestación de servicios y la orientación de subsidios en impuestos y tarifas a sus sectores más desprotegidos.

A pesar de sus limitadas funciones en este campo, el gobierno ha buscado revertir la pérdida de dinamismo económico local, apoyar la recuperación de la micro y pequeña empresa y ampliar las oportunidades de empleo.

En el campo de la cultura, se han recuperado plazas y calles para la recreación, se ha creado infraestructura en las áreas mal dotadas para llevarla a los sectores populares con muy buenos resultados. La gestión pública ha tenido una amplia participación ciudadana y un mayor acercamiento a la población con respeto a las libertades y se ha privilegiado el diálogo para enfrentar conflictos, muchos ajenos a su responsabilidad (UNAM, maestros disidentes, El Barzón, jubilados, etcétera); todo ello ha reafirmado la vocación democrática del gobierno capitalino. A esto se suma la defensa de los intereses de los capitalinos en su demanda del tratamiento equitativo en la asignación de recursos federales al DF, el rechazo a la aplicación del horario de verano y al Renave, así como la ampliación de las causales de despenalización del aborto. Aunque no logró que se concluyera la reforma política para el DF, se luchó por ella y se alcanzaron avances significativos. El saneamiento de las finanzas públicas, la ampliación de la base tributaria, la introducción de criterios de equidad y progresión en impuestos, tarifas y subsidios, mayor control y transparencia del gasto, han permitido hacer más con menos y con mayor justicia social, a pesar de las dificultades para erradicar las prácticas que legó la administración priísta en los mandos medios y la burocracia sindical.

Estos hechos (según nuestra lectura), entre otros señalados por Robles en su informe, sustentan la afirmación de que se abrió el camino hacia otra forma de gobernar, como condición de la construcción de una ciudad para todos, que queda como fértil legado al próximo gobierno y como base para su profundización y ampliación en el futuro. En nuestra opinión, la complejidad de la gran ciudad y la grave crisis heredada exigen una acción muy amplia y profunda de corte estructural, transversal, con la participación concertada del gobierno local y de todos los actores sociales.