MIERCOLES 27 DE SEPTIEMBRE DE 2000

 

Ť Jaime Martínez Veloz Ť

El entrañable amor a México

Una película europea de mediados del siglo XX relataba la odisea de un grupo de aventureros franceses y su misión escalofriante en una auténtica república bananera sudamericana. A través de una peligrosa jungla debían transportar en camiones un cargamento de dinamita necesario para apagar el incendio de un campo petrolero. La arriesgada misión en ese rincón perdido del mundo había conjuntado a un grupo de expatriados, desconocidos entre ellos, pero con una acendrada afición al dinero como rasgo compartido. Lo riesgoso del asunto ocasionaba que la paga fuese sumamente atractiva. Sin embargo, al final de la película, tras el sacrificio y heroísmo de los aventureros, y luego de resuelta la emergencia, un accidente absurdo corona el clímax de la película y de sus personajes.

En México parodiamos de cierta forma la imaginación fílmica. Los flamantes miembros del equipo de transición han tomado las provisiones necesarias para llevar a buen término el arriesgado tramo que falta hasta su toma de posesión.

La derrota priísta del 2 de julio y el largo periodo de cinco meses de espera para que asuman poderes los nuevos dirigentes del país son elementos potencialmente generadores de nerviosismo e intranquilidad. Esta última puede ser de orden político, social, económico o financiero.

Los Amigo$ de Fox, tal vez desconocidos entre ellos, pero con una clara afición por los negocios que los hermana, además de su "acendrado amor a México", ya habían tomado sus previsiones.

Muy altamente preocupados por su arriesgada misión en un sistema que adjetivan como moribundo, y cuyos supuestos estertores les son muy preocupantes, estos aventureros de la vida real ya cuantificaron monetariamente su heroísmo, sacrificio y cumplimiento más allá del deber.

La transparencia prometida por el heraldo del cambio empieza a tornarse difusa. Sin embargo, para quienes a su debido tiempo advertimos los zigzagueantes trastabilleos del foxismo, su cambio azuloso de piel es perfectamente normal y se esperaba.

La carta de acreditación de los personeros de Vicente Fox siempre pretendió hacer de la rectitud y probidad, cualidades de su acuñación exclusiva. De esa forma, el reclutamiento de la nueva camada de administradores públicos se regiría (prometieron) por la eficiencia, la productividad, pero sobre todo por su entrañable "amor a México ($)".

Lo que siempre callaron fue que también ésta tan subjetiva declaración de amor filial tenía un precio. Un precio que fue calculado eficientemente y autorizado por quienes buscan congraciarse con los nuevos amos. Así, los quintacolumnistas tecnócratas incrustados en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público tuvieron a bien determinar las jugosas percepciones de quienes llevados por su insondable amor por México ya estaban preparando la transición y sobre todo cobrando suculentos honorarios.

Poco importa que se haya prometido que los colaboradores estrellas de Fox se abstendrían de cobrar un quinto antes del cambio de gobierno. Cuando se informó que obtenían ya jugosos dividendos, el equipo panista montó en cólera, al ser prácticamente balconeados en los medios de comunicación. Denunciado el hecho por la prensa, no les quedó más remedio que aceptar a regañadientes y de manera pública que efectivamente había personajes de la corte foxista cuyas cuentas alegres estaban en relación directa a su linaje y alcurnia.

Si bien es cierto que al otoñal ex jubilado joven José Angel Gurría se le llama a rendir cuentas ante el Poder Legislativo porque dispuso de la hacienda pública para recompensar el nunca bien pagado "amor por México" de los cortesanos Amigo$ de Fox, muchos nos preguntamos: Ƒante quién está obligada a dar informes o responder esta virtual Corte de los Milagros con patente de corso para cobrarse a lo chino el supuesto cariño filial para con la patria?

Como reflexión final me pregunto si los head-hunters, reclutadores de luminarias para el foxismo, no resultaron ser en realidad cazadores de recompensas en un país donde los sueldos de muchos mexicanos son verdaderamente de miedo, comparados con los de la nueva corte imperial.