Ť Trabulse: sus escritos, marcados por erudición, acuciosidad y autocrítica
Glantz, tan indispensable como un paisaje en la infancia: Pereda
Ť "Voy a estar insoportable", declara la maestra al recibir un homenaje en Bellas Artes
César Güemes Ť Maestra desde sus primeras letras, por vocación y por los grados que la academia da, Margo Glantz se merecía un homenaje. A decir de ella misma, se hubiera molestado si se lo hicieran tanto como si no. Pero se hizo, finalmente, la tarde de este domingo en el Palacio de Bellas Artes.
Anamari Gomís condujo la mesa en la que participaron amistosa y amorosamente, Sandra Lorenzano, Elías Trabulse, Carlos Pereda y Mario Bellatín. Este último cerró la primera parte del encuentro con una suerte de video-clip a partir de fotos fijas de la escritora y ensayista, acompañadas de un texto leído por él y tenue música de fondo.
Lorenzano hizo ver a la caminante Glantz que "como el narrador viajero del que habla Walter Benjamin, viajero por la geografía, por la literatura, poco importa dónde ocurran los desplazamientos, recolecta materiales, voces, relatos, que pasarán a formar parte de su propia obra".
Pereda, sin vueltas, la describió como imprescindible, lo cual "indica que nos cuesta imaginar la vida sin ella, que esa persona se ha vuelto casi tan indispensable como un paisaje en la infancia".
Trabulse percibió que Glantz "no sólo es un caso extraordinario de fecundidad literaria, sino también de excelencia intelectual, ya que todos sus escritos están marcados por el sello de la erudición, la acuciosidad y la autocrítica".
A la sala Manuel M. Ponce acudieron, entre otros varios personajes de la cultura, Antonio Rubial, Sergio Pitol, Ignacio Toscano, Federico Alvarez, Martha Lamas, Dolores Bravo y Jorge Alberto Manrique.
La segunda parte del hecho fue un encuentro entre Glantz y Carlos Monsiváis que dio el toque antisolemne y juguetón, pero igualmente afectuoso, para un acto que se llamó, como debía, Homenaje a Margo Glantz.
Carlos Monsiváis: ¿Qué se puede decir de Margo que no se haya dicho hoy? Desde luego habría que responder que todo y habría que complementar diciendo que nada. Margo ha sido desde hace mucho tiempo una referencia multigeneracional, lo que es muy agradecible; una referencia multinacional, lo que también es extraordinariamente estimulante. Uno sabe que en su casa habrá, en la próxima comida, tres uruguayos, dos argentinos, cuatro mujeres de Bielorrusia que de alguna manera llegaron al aeropuerto y desembocaron en la casa de Margo Glantz.
Margo sabe congregar tanto en sus textos a los lectores, como en sus reuniones, comidas y viajes a sus amigos. Me da mucho gusto que esté aquí porque quiere decir que no está en otra parte; lo cual tratándose de ella es siempre una novedad. Ha trabajado intensamente. Simplemente hay que ver lo que ha publicado sobre Sor Juana en distintas ediciones, no todas ellas accesibles, algunas dilapidadas en libros de lujo que desde luego están almacenados en bodegas de pobres. Ha escrito narrativa, ha trabajado sobre la amorosa inclinación de enredarse los cabellos, ha sido la gran teórica del zapato. Recientemente terminó una crónica sobre el zapato en la ciudad de México, que me parece uno de sus textos que hay que recorrer a pie y no aceleradamente.
Para mí, estará ella o no de acuerdo, su mejor texto sigue siendo Genealogías, porque es el registro poderoso de una tradición que se incorpora a otra, de una tradición que no se deja nulificar por las tradiciones circundantes, de una tradición que asimila lo mejor, lo más pintoresco y bello de las tradiciones en derredor. Es un texto extraordinario que merece mucho mayor difusión. (...)
Ya que me toca decir estas palabras finales del incesante homenaje a Margo, lo que quiero decirle a ella es: muchísimas gracias por lo que ha escrito, lo que ha congregado, por lo que invita, por lo que dialoga y por la certidumbre de que mañana ya no va a estar entre nosotros y pasado mañana habrá regresado.
Margo Glantz: Agradezco mucho a Anamari Gomís y Argentina Rodríguez que hayan realizado este homenaje, del cual me he quejado desde que comenzó a iniciarse. Los homenajes son algo muy complicado, me causan un problema muy serio: me muero de ganas de que me lo hagan, y si no me lo hacen me enojo y si me lo hacen me enojo más. Entonces, es un desmadre.
Por eso me he portado quejumbrosa, insoportable, etcétera, pero olvido las quejas, olvido todo, estoy fascinada, realmente ha sido maravilloso. Le agradezco a Sandra Lorenzano que siga leyéndome y escribiendo textos sobre mí, me parece que es una imposición excesiva para una argenmex (...) Agradezco a Carlos Pereda que me crea imprescindible: de ahora en adelante voy a estar insoportable, además de imprescindible. Esto no quiere decir que los deje de invitar a comer a todos, me encanta invitarlos a comer; mi mamá tenía un restaurante, desde que yo era niña había invitados a comer en casa (...) No puedo invitar a todo el público porque sería un poco difícil, pero por partes sí me encantaría hacerlo.
Agradezco enormemente a mi amigo Elías Trabulse, mi colega, mi maestro en Sor Juana, todas las palabras que ha dicho. Estoy de acuerdo con él: no creo en el horóscopo, pero él y yo, que somos acuario, somos exactamente lo que él dijo: amigables. Eso me parece genial. De Mario Bellatín me encantó que me espiara tanto: sacó un montón de fotos de mi casa, que yo no sabía que las había tomado. Me da gusto que él hable de mis perros, que son maravillosos. Tengo muchos amigos que también quieren a los perros, solamente Monsiváis quiere únicamente a los gatos.
Para terminar, voy a leer un texto sobre zapatos, porque es una de mis obsesiones y porque nadie lee el libro Síndrome de naufragios, que yo creo es buenísimo. No estoy de acuerdo con Carlos Monsiváis en que mi mejor libro es Genealogías: creo que todos son mis mejores libros.
Ante negro, nieve blanca
Caía nieve y caminó sobre ella con unos zapatos hermosos y elegantes. Eran de ante negro, marcaban un contraste maniqueo y obvio sobre la nieve. Nunca antes lo había sabido: era primavera y el día 21 de marzo se anunciaba en todos los calendarios de la tierra. Y en esa comarca helada, allá en el norte, era también 21 de marzo. Por eso me puse los zapatos de ante negro para marcar el contraste impoluto con la nieve antes de que la pisara. Caminé sobre los altos tacones y mis tobillos parecían dos lejanos hilos umbilicales a punto de trozarse sobre la tierra agazapada. Era primavera, sin embargo. Supe entonces de verdad que los tobillos son la parte más frágil de nuestra estructura, la parte más frágil de Ulises, el tronco donde se conecta el Caballo de Troya con la desventura.