LUNES 25 DE SEPTIEMBRE DE 2000

 

Ť Iván Restrepo Ť

Askareles en Veracruz

Si las autoridades de Veracruz, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y las dependencias responsables de cuidar el ambiente y la salud cumplen lo prometido meses atrás, la ciudadanía de esa entidad verá resueltos dos problemas que arrastran desde hace años.

El primero se ubica en el municipio de Jaltipan, al sur del estado, donde hay un enorme basurero de 400 hectáreas con residuos de carbón y azufre, que dejó hace nueve años la desaparecida paraestatal Azufrera Panamericana.

Desde que esta empresa cerró, el gobierno prometió poner los residuos a buen resguardo para que no causaran daños al medio y a la población. Faltó a su palabra y el enorme basurero se ha incendiado varias veces, la última en abril del año pasado y fue de tal magnitud que más de 3 mil personas fueron desalojadas para protegerlas de la nube tóxica que formó el fuego.

En julio último, el delegado de la Semarnap en Veracruz informó que se había abierto la licitación para sanear las 400 hectáreas del peligroso basurero. Hasta hoy se desconocen los términos de esa licitación, y si ya tienen la empresa que debe ocuparse de los residuos de carbón y azufre que siguen a cielo abierto. Tampoco nadie se ha ocupado de estudiar los efectos que esa basura ocasiona en los campos de cultivo, mantos freáticos de la región ni mucho menos los vinculados con la salud de la población.

Una segunda promesa data de marzo pasado y se refiere a los mil 200 tambos de 200 litros, cada uno con bifenilos policlorados, conocidos como askareles, y que desde hace cuatro años la CFE depositó en la periferia de la ciudad de Perote. Se trata de sustancias altamente tóxicas y peligrosas para la salud y el ambiente que se utilizan como aislantes y refrigerantes en transformadores y diversos equipos eléctricos.

Debido a sus características, el lugar en el que se almacenen debe reunir condiciones muy especiales a fin de evitar una tragedia. No obstante, los askareles estuvieron depositados muchos años en una bodega semiabierta. La gente de Perote no sabía de su existencia hasta que las lluvias la inundaron y se descubrió lo que había.

Oportunamente denunciamos aquí las violaciones a la legislación vigente en la materia que han cometido diversas instancias oficiales, entre ellas: el Instituto Nacional de Ecología, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y la propia CFE, ya que de diversas maneras permitieron que esos tambos se depositaran en lugar inadecuado. A la CFE se le impuso recientemente una multa de 121 mil pesos, mientras la responsable de Ecología en Veracruz, Keyla Franco, adujo que no había nadie enfermo por los askareles intentando restar importancia al asunto. La citada funcionaria ignora que los efectos de tan peligrosas sustancias a veces tardan años en manifestarse, pues son persistentes y bioacumulables, pueden ocasionar cáncer y afectar el sistema hormonal del ser humano.

El asunto de los askareles en Perote llegó a la misma Comisión de Ecología de la Cámara de Diputados, la cual exigió retirarlos lo más pronto posible y llevarlos a lugar seguro. Las autoridades prometieron hacerlo antes de que concluya el sexenio. Informaron que los llevarán a Nuevo León y de allí a Finlandia. Se descartó así la propuesta de algún despistado en el sentido de incinerarlos, práctica mundialmente cuestionada, pues en el proceso se generan dioxinas, sustancias todavía más tóxicas que los askareles mismos. Por lo demás, México no dispone de planta alguna para ese propósito.

La CFE tiene almacenados en diversos lugares del país miles de toneladas más de askareles que requieren buen resguardo; se desconoce si está haciendo algo en este sentido. Por su parte, la Compañía Luz y Fuerza del Centro arrastra casi 3 mil toneladas de esa sustancia, Ferrocarriles Nacionales 360 y Pemex cerca de 700. En total, las fuentes oficiales aseguran que en México existen 20 mil toneladas de askareles. Así que el problema persiste.

Los casos veracruzanos sirven para insistir en la necesidad de establecer una política en torno a los desechos industriales tóxicos y peligrosos. El sexenio que se va no pudo resolver el problema y el país sigue acumulándolos por doquier, no dispone de sitios adecuados para depositarlos, mucho menos de estrategias para contar con una industria cada vez más limpia en términos ambientales.