DOMINGO 24 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť La agrupación de Dallas demostró por qué es una de las más importantes


La música de acero de Pantera puso hasta el delirio al público

Ť Los teloneros Puya y Tipe O Negative, fuera de lugar Ť Destacó la interacción con los asistentes

Jorge Caballero Ť La pista del Palacio de los Deportes se convirtió en un resquicio infernal cuando salió a escena el grupo Pantera, que con potentes decibeles, excelente técnica en el manejo de sus instrumentos y riffs a mil por hora, entregó y muchísimo heavy metal, y quitó el mal sabor de boca que dejaron las agrupaciones teloneras Puya y Tipe O Negative, que le echaron ganas pero al final quedaron disminuidas ante el verdadero espíritu de acero de esa agrupación de Dallas, Texas, con música contestataria, cruda y rebelde.

Pantera incluso se dio el lujo de entonar, a ritmo de heavy metal, la primera estrofa del Himno Nacional mexicano a capella, y demostró que son, por mucho, una de las bandas seminales/radicales del movimiento metalero actual.

La imagen es inmejorable. La plancha del inmueble lucía repleta, pues para este concierto mostró una nueva faceta: la entrada fue general, sin sillas (špor fin se dieron cuenta!), lo cual el público infestado de tennagers agradeció y celebró hasta el delirio. En el ambiente flotó el recuerdo del concierto del año pasado de Metallica, pues los texanos de Pantera fueron los abridores y las sillas de plástico del Foro Sol fueron desterradas para que la banda ocupara todo el espacio para el slam dance. Otra similitud que tuvo con el anterior fue la clausura de la venta de cerveza, quizá para que los metaleros no hicieran algo más infernal de lo que fue.

El concierto estaba retrasado, pero los rostros del público, lejos de denotar fastidio, reflejaban expectativa ante la cuarta presentación de Pantera en nuestro país.

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Y salió a escena la agrupación de Puerto Rico, Puya. Cantó unas siete rolas: Sal pa'fuera, Remora, Fake y Oasis, entre ellas. Además estrenaron otra: Insecto; pero la verdad nunca se escucharon bien; no porque canten en español, inglés y spanglish (hasta eso que sí se les entendía), sino porque su mezcla de salsa/jazz/heavy/funk únicamente se escuchó como una plasta de ruidos que taladraron los oídos sin misericordia.

Después de una pausa salió a escena Tipe O Negative. Ellos sanaron un poco, no del todo, los maltrechos oídos de los asistentes, con sus interpretaciones de metal/gótico; crearon atmósferas que fueron de lo lascivo/depresivo hasta el éxtasis/horror.

A media actuación de Tipe O Negative, por la puerta número nueve, llegaron en una camioneta los integrantes de Apocalyptica; el profesionalismo del equipo de Seguridad Lobo quedó bien claro: no dejaron pasar a la agrupación de cuerdas finlandés.

-ƑPor qué no los dejan pasar, no ven que son los del grupo de Apocalyptica?

-Porque no traen sus gafetes -respondió el que estaba al mando de esa entrada. Luego de unos quince minutos la gente de producción les permitió el acceso.

Tipe O Negative dio un nuevo giro a las sus interpretaciones; entonaban alguna pieza clásica del rock, como de Pink Floyd o de los beatíficos, para después arremeter con sus instrumentos a ritmo de heavy metal. Su repertorio incluyó Are you afraid, Sabbath Into, Christian woman, Love you to death, Everyone I love is dead y Kill all the white people, entre otras.

Cubrieron el escenario con una manta.

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Por fin, quince minutos después salieron a escena los cuatro miembros de Pantera. Arriba, el nombre de la banda con letras labradas en metal. Detrás, doce torres de sonido. El slam dance y el headbanging se tornaron impecables en los cinco mosh pit que se formaron a lo largo de la plancha del Palacio de los Rebotes.

El concierto comenzó delirante/trepidante; ritmazo capaz de que un chambacuquero enderece el camino.

Apareció una manta entre el público que decía con letras gamadas: ''maestros del acero''; el vocalista exigió que le fuera entregado el pedazo de la tela intervenida; se envolvió en ella y luego la depositó al pie de la batería. Se incendió el nombre de Pantera que estaba en lo alto del escenario. Los cañones de luces estroboscópicas convirtieron el slam dance en imágenes cinemáticas a lo Jarman en The last of England. El sonido sonaba escandalizador.

El vocalista arremetió: "quiero verlos a todos desmadrarse"; pedimento gratuito ya que todos estaban en delirio. Los alaridos fueron ensordecedores. Pidieron otra manta con el nombre de Pantera; un fanático se quizo dar el gusto y aventuró a llevársela; pero el gusto le costó la salida: los Lobo lo desalojaron del escenario.

Pantera hizo un recorrido de sus producciones, desde Cowboys from hell hasta el potentísimo Reinventing the steel, su más reciente grabación, pasando por Vulgar display of power, Mouth for war y The great southern trendkill; donde evocaron con guitarra, bajo, batería y voz las bases tradicionales del heavy metal; sin abusar de los excesos ni de la parafernalia que brinda la tecnológica.

Concierto de güevos que resultó edificante/vivificante, y rescató el atroz espíritu del metal y lo fundió con la rebeldía adolescente de los mexicanos.

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