DOMINGO 24 DE SEPTIEMBRE DE 2000

MAR DE HISTORIAS

La suerte de las mujeres

Ť Cristina Pacheco Ť

 

Raquel se asoma por la puerta del baño. Descubre a Elvira que se acerca por el pasillo y le grita:

-El botiquín está cerrado. Vé a ver si alguien tiene alcohol y nos regala tantito. Córrele, porque Josefina se me está privando.

Elvira aparta a Raquel y se precipita en busca de su compañera. Al ver a Josefina inclinada sobre el lavabo, llorando y expulsando una saliva turbia, se alarma:

-ƑQué te pasó, qué tienes?

Josefina mueve la cabeza y con la mano izquierda hace un movimiento de rechazo: -Nada. Vete. Me da pena que me veas así.

Un nuevo impulso de vómito la sacude y le arquea la espalda. Elvira se dirige a Raquel: -ƑDesde qué horas está así?

-No sé. Vine al baño y me la encontré llorando. No quise dejarla sola. ƑCrees que las de contabilidad tengan alcohol? Si no, te vas a máquinas.

Josefina termina de enjuagarse la cara y se vuelve hacia sus compañeras:

-No hace falta, ya estoy bien -consulta su reloj de carátula fosforescente-. Si Jiménez ve que se tardaron más de cinco minutos en el baño, capaz de que les descuente el día.

Raquel protesta:

-No podemos dejarte así.

-Palabra: ya estoy bien -Josefina se ordena el cabello e intenta sonreír-. Ya se me pasó.

Elvira la ausculta con la mirada:

-No te creo. Estás verde, verde -se vuelve hacia Raquel-: Si estaba mal desde en la mañana, mejor no hubiera venido a trabajar. Total, este año no ha faltado ni una sola vez.

-Por favor, ya váyanse. Las van a castigar, como a Lorena.

-ƑLa suspendieron? Con razón hoy no la vi -Elvira interroga con la mirada a sus dos compañeras-. Y ahora Ƒqué hizo?

Raquel sonríe:

-Lo que estamos haciendo las tres: tardarse en el baño -mira a Josefina-: ƑCrees que puedes regresar al taller? Si no, le digo a Jiménez que todavía estás con Sierra. Ni modo que vaya a comprobarlo.

-ƑTe llamó Sierra? -Elvira se lleva la mano a la frente-. šCon razón te pusiste mal! Yo nada más de verlo siento ganas de no sé qué.

-Y si hubieras visto con lo que me salió... -Josefina mira hacia el techo- Cuando lo oí ya mero lo escupía.

-ƑA poco quiso llegarte? -Elvira escucha la risa leve de Josefina y la carcajada de Raquel-. Es su costumbre. A la chava de Oaxaca, una a la que le pusieron La Tlayuda, le dijo que si no le atoraba, ni maiz de horas extras. ƑNo me creen? Pregúntenle y verán.

-No hace falta. El cerdo ese es capaz de todo -Raquel adopta un gesto malicioso-. Siempre que me habla se agarra el firuláis, y me da un asco... ƑGuácala!

-Bueno, ya en serio, Ƒte quiso dar el salto?

-Si lo hubiera hecho lo habría mandado por un tubo y ya, pero me pidió algo peor -temblando, Josefina se muerde las uñas disparejas-. Que me haga un examen de embarazo si es que quiero que me dé chance de firmar el nuevo contrato.

-šPuta madre! ƑY por qué se le ocurrió exigírtelo ahora? Nunca te había molestado con eso.

-Hace siete meses, cuando llegué aquí y me preguntó mi estado civil dije "soltera". Y es cierto: vivo con Eusebio pero no estamos casados. Lo hice también porque mi prima me había dicho que en esta fábrica a las casadas les quitan el trabajo si se embarazan.

-Es de no creerse.

-Pues no, Elvira, tú sabes que así es. Los patrones no quieren pagar los 40 días de descanso a que tenemos derecho después del parto. Y también piensan que si tienes hijos a lo mejor faltarás cuando se enfermen o te manden llamar de su escuela.

Elvira le arrebata la palabra a Raquel:

-Ay, güera, después sigues con tus explicaciones. Ahorita lo importante es saber por qué se le ocurrió a Sierra que Josefina se hiciera el examen.

-Por la cosa más idiota del mundo -Josefina se da fuerzas para seguir adelante-. El domingo Eusebio quiso que fuéramos a la Macroplaza. ƑY a quién creen que nos encontramos allí?

Elvira y Raquel responden al mismo tiempo: -šA Sierra!

-Le atinaron. Casi chocamos y ni modo, tuve que presentarle a Eusebio. Dije que era mi esposo.

-ƑY por qué no dijiste un amigo o nada más su nombre? -pregunta Raquel.

-Porque Eusebio me hubiera matado.

-Es muy celoso, Ƒverdad? -afirma Elvira.

-Antes no. Se volvió así desde que la doctora nos explicó que no hemos encargado porque él tiene un problemita.

-Lo bueno es que ahora para esas cosas hay tratamiento. ƑVerdad, Raquel, que un primo tuyo estaba así y se arregló?

-Sí, porque siguió el tratamiento, no como Eusebio que lo suspendió al mes. Como no quedé embarazada, luego luego discurrió que no servía. No sé por qué lo tomó así. La doctora nos dijo que era cosa de tiempo, y sobre todo que guardáramos la calma, porque los nervios hacen daño, y más al hombre -Josefina desvía la mirada-. Para mí que eso es lo que nos está perjudicando, que Chebo a fuerzas quiere un hijo.

Raquel adopta tono confidencial: -Josefina, Ƒte hago una pregunta? ƑCuál es la prisa de Eusebio? Ahorita, como están las cosas, un hijo...

Elvira levanta la mano:

-ƑPuedo opinar? Para mí que el tipo quiere amarrarte. Pensará: "Con un hijo mío la tengo asegurada". ƑPor qué te me quedas viendo así, Raquel?

-Porque no sabes lo que dices. A los hombres, cuando quieren largarse, los hijos les valen gorro. Y que te lo digo yo, que me quedé solita con cuatro pelones de hospicio. ƑCrees que le importa a Joaquín cómo batallo para mantenerlos? Para nada. Con decirte que no ha vuelto a mandarnos ni un centavo.

-Mejor -en la voz de Elvira hay rabia-. No te vaya a pasar lo que a mi hermana. El marido se largó, pero como de vez en cuando le da sus 500 pesos, cree que tiene derecho a tirársela cuando se le antoja. Y lo peor es que ella se lo permite.

-Pues qué tonta. Yo en su caso le diría: "Toma tus pinches 500 pesos y no vuelvas a molestarme".

-Ay, Raquel, es muy fácil opinar desde afuera; pero cuando una es la de la bronca no sabe qué hacer. Yo por ejemplo: Sierra me exige el comprobante de embarazo...

-Pues tráeselo. Total: no estás embarazada y al menos por un buen rato seguirás así -Elvira advierte el gesto reprobatorio de Raquel-: No estoy mintiendo. Ella misma acaba de decirnos que Eusebio anda medio mal...

-Perdóname: no anda medio mal. Está muy bien, pero por el momento no podemos encargar. No te confundas, Elvirita.

-Pues qué suertuda. Es como tener coche y no pagar tenencia.

La broma de Elvira provoca la risa de sus amigas. Josefina culmina en un llanto suave: -Palabra que si no fuera por estos momentos. Gracias de verdad.

-ƑYa te sientes mejor?

-Claro que sí, Raquel -Josefina guarda silencio y de pronto vuelve a reír a carcajadas.

-Y ora Ƒqué te da tanta risa? -pregunta Elvira.

-Pensar que haga lo que haga estoy fregada. Si tengo un hijo el patrón se disgusta y me quita la chamba; si no me embarazo, Eusebio me abandona.

-La doctora ya le explicó que es de su parte.

-Pero él no le acepta. Se le ha metido en la cabeza que, sin decirle, tomo anticonceptivos. Le juré que no, pero no me cree. Piensa llevarme con un médico para que él le diga si uso o no pastillas. Ay, muchachas, Ƒpor qué me pasarán estas cosas?