DOMINGO 24 DE SEPTIEMBRE DE 2000

 

Ť Guillermo Almeyra Ť

Varios no que son un sí

La protesta en Praga contra las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y aplicadas servilmente por los fundamentalistas de esa adoración de Mamón que es el neoliberalismo, es la reproducción de la de Seattle, esta vez en Europa, la otra superpotencia del capital.

Como resume bien Tommaso di Francesco, especialista en asuntos de Europa Oriental de Il Manifesto, en la Praga de Franz Kafka, en el famoso Castillo, centro alucinante de un poder enloquecido y surreal, vive ahora la Cucaracha y muchos se preparan a aplastarla...

Hay, sin embargo, quien dice que la protesta no es más que un momento de rabia de todo tipo de nostálgicos del pasado. O sea, de un montón de comunistas y socialistas rancios que se obstinan en seguir siendo eso; de un montón de obreros tozudos que siguen pretendiendo obligar a los patrones a reducir sus ganancias disminuyendo la semana laboral y distribuyendo parte de los excedentes logrados con el aumento gigantesco de la productividad, y con la reducción del costo de las materias primas y de la fuerza de trabajo incorporada a cada unidad de producto; de un grupo de campesinos y de artesanos que se niegan a desaparecer; de un conjunto heterogéneo de libertarios, homo-sexuales, ecologistas, feministas y raros, anormales, más algunos intelectuales sin fe en el "pensamiento único" y empeñados en seguir utilizando sus propias neuronas, aunque lluevan sables de punta e, incluso, algunos fascistas históricos, que protestan plebeyamente contra el capital y son antiestadunidenses por puro nacionalismo despechado.

Según esos críticos tan equilibrados y tan sensatos que, razonablemente, se han instalado en el sistema declarando que no hay otro posible y llaman a eso "realismo político" (o "tercera vía"), todos esos no diferentes a la política del capital financiero no tienen nada en común ni ofrecen una alternativa a la política de Von Hayek-Milton Friedman.

Dejemos de lado el hecho de que las autoridades de Praga piensan lo contrario, al concentrar 11 mil policías de choque entrenados por Husak, por la KGB y ahora por la FBI y la CIA, para intentar frenar a sus mucho más numerosos opositores checos y de todos los países que se dan cita contra el Castillo; pasemos por alto que el gobierno del ex intelectual Vaclav Havel hace recomendaciones propias de una ciudad sitiada, pidiendo la evacuación del centro y que los praguenses hagan reservas de alimentos y de agua. No nos concentremos por el momento sobre ese reflejo desesperado de defensa, esa ilegalidad reconocida por el mismo ladrón agarrado con las manos en la masa. Demos, en cambio, un vistazo a las reivindicaciones de los protestatarios que ponen contra la pared al FMI y a sus mastines, ideológicos o con gases y garrotes.

Una buena parte de los manifestantes exige, en efecto, la imposición de la tasa Tobin al capital especulativo, para destinar así unos 250 mil millones de dólares resultantes de ella al desarrollo de los sectores más pobres, víctimas de los huéspedes del Castillo. Otra buena parte agrega a esto la reducción de la semana laboral por lo menos a 35 horas, para crear puestos de trabajo, "trabajando menos para que trabajen más". Casi todos (con excepción de los fascistas) coinciden en la exigencia del respeto a los derechos humanos de las minorías sexuales, étnicas o nacionales y en la lucha por la igualdad social y legal entre ambos sexos. Todos exigen el respeto a los derechos del ser humano establecidos por Naciones Unidas y firmados por los gobiernos de los países que hoy niegan el derecho a la vivienda, a la educación pública, a la sanidad, a la información, a la libertad de credo y de circulación. Todos buscan dar una base ética a sus reivindicaciones y al funcionamiento de la economía, cosa que el imperio de la libre competencia rechaza. Todos se oponen al racismo (de nuevo con la excepción citada) implícito en sostener un modelo apto para una minoría de ricos pero cuya aplicación se niega a tres cuartas partes de la humanidad.

Ahora bien, dado que la economía es una relación social y no la expresión de leyes divinas o naturales, esas reivindicaciones integran un frente único y le dan base programática por arriba de las diferencias entre sus integrantes. ƑCoincidían acaso en todo Madero, Villa, Carranza, Zapata, que se unieron para derrocar la tiranía y abrir otro camino a México? ƑTenían puntos de vista comunes en todos los campos los que impusieron la República en Francia o la independencia en las colonias ibéricas? ƑPor qué, entonces, pedirle a un proceso que está dando sus primeros pasos desde Seattle a Praga lo que ningún movimiento social ha tenido desde su comienzo?

[email protected]