SABADO 23 DE SEPTIEMBRE DE 2000

 


Ť Claudia Sheinbaum Ť

Los precios del petróleo

Los impactos en la economía mundial de corto plazo dominan la agenda en el debate actual acerca del precio del petróleo; pocos se cuestionan la relación del precio de esta fuente de energía con su agotamiento o con los impactos que ocasiona en el medio ambiente. La escena está copada por el ajuste inmediato del mercado y sale del escenario la visión de largo plazo.

A diferencia de la situación actual, cuando ocurrió el primer embargo petrolero de la OPEP en 1973, la reacción de los países industrializados se expresó en varios sentidos, entre los que destaca la búsqueda de nuevos productores de petróleo fuera de la OPEP (léase México), pero también una importante inversión en investigación y desarrollo sobre fuentes alternas de energía y el desarrollo de políticas orientadas al uso más eficiente de la misma. La posibilidad de llegar a una verdadera crisis energética, es decir, de agotamiento de los recursos fósiles fue planteada como una eventualidad de mediano plazo y los países definieron políticas de sustitución paulatina del petróleo.

Sin embargo, la disminución de los precios del petróleo hacia mediados de la década de los ochenta, gracias entre otras razones a la incorporación de nuevos actores en el mercado petrolero, disminuyeron de manera importante los cuestionamientos a los patrones de consumo y, por supuesto, la inversión y desarrollo de tecnologías de eficiencia energética y fuentes renovables. Por si fuera poco, la caída del muro de Berlín y la incorporación de las grandes reservas de gas natural de Rusia al mercado occidental disminuyeron aún más el álgido debate que se dio en la década de los setenta acerca de las alternativas energéticas a los combustibles fósiles.

De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, entre 1973 y 1997 el mundo incrementó su consumo de energía en 57 por ciento, pasando de 6 mil 49 Millones de toneladas de petróleo equivalente a 9 mil 521. Mientras en 1973, 44.9 por ciento del consumo de energía era petróleo, esta proporción disminuyó a 35.8 por ciento en 1997. Sin embargo, en términos nominales el consumo de petróleo aumentó en 25 por ciento en los últimos 25 años. Esto significa que a pesar de los embargos petroleros de los años setenta y principios de los ochenta y del importante crecimiento de la energía nuclear (de 0.9 por ciento a 6.6 por ciento), el petróleo sigue siendo la principal fuente de energía mundial.

Un nuevo actor que vino a cuestionar la forma de utilización de los recursos energéticos en la década de los noventa es el medio ambiente; en particular, las implicaciones que plantea el uso de combustibles fósiles. El incremento de la emisión de los llamados gases de efecto invernadero, que es fundamentalmente producto de la quema de petróleo, gas natural y carbón, ya ha ocasionado, de acuerdo con el Panel Intergubernamental de Cambio Climático de las Naciones Unidas, una elevación de la temperatura media del planeta entre 0.3 y 0.6 grados centígrados y una elevación del nivel del mar de entre 10 y 25 centímetros en los últimos 100 años. De seguir esta tendencia en el consumo de combustibles fósiles se predice que en los próximos 100 años la temperatura media de la Tierra podría aumentar hasta en 3 grados centígrados y el nivel se elevaría hasta un metro.

A pesar de que el problema del cambio climático está en un debate importante, particularmente en la próxima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático, a celebrarse en noviembre de este año, en el debate de los altos o los bajos precios del petróleo este tema no es parte de la agenda. Si incorporáramos las externalidades ambientales al precio del petróleo, los impuestos serían aun más elevados de los que son actualmente.

Con los puntos que he tratado de presentar, intento plantear argumentos y puntos que han estado poco en el actual debate de los altos precios del petróleo. Existen diversos argumentos en contra de los precios actuales del hidrocarburo; sin embargo, en el largo plazo y considerando tanto la agotabilidad del recurso y por tanto la necesidad de uso racional como los impactos ambientales del mismo, en particular el cambio climático, existen argumentos a favor de un alto precio del combustible que permita promover un uso eficiente y la búsqueda de alternativas energéticas al mismo. Por supuesto que esto no lo va a dar el mercado por si sólo, la política pública debe orientarse en este sentido.