SABADO 23 DE SEPTIEMBRE DE 2000

 

Ť Luis González Souza Ť

Cambio, Ƒhacia dónde?

Fue justamente una alianza por el cambio lo que triunfó el pasado 2 de julio. De modo que nadie ha de engañarse. La sociedad mexicana reclama un cambio. No tolera más lo que México ha vivido, o más bien sufrido, durante las últimas décadas.

Eso está claro. Lo que sigue oscuro -no si los ojos se abren bien- es Ƒcuál cambio queremos?, Ƒhacia dónde se quiere transitar?, en fin, Ƒqué país deseamos? Esto urge aclararlo antes que los triunfadores hagan de la foximanía una nueva religión plagada de intolerancia y autoritarismo. O antes de que los foxianos sigan interpretando -y dilapidando- su triunfo cual cheque en blanco, dizque firmado por un electorado güey.

Al parecer, Fox y su equipo están engrosando muy rápido su expediente antilibertario. Eso preocupa. Y no hace prematuras sino urgentes las críticas, porque ocurre aun antes de que se instalen como gobierno. Tal vez el caso límite se asoma detrás de la intolerancia mostrada ante la libertad de prensa. Peor aún, mostrada en torno a un asunto de transparencia elemental: Ƒganan o no, qué sueldo y de dónde, Fox y sus coequiperos del momento? La preocupación se torna casi en pánico, al recordar que el propio Fox en mucho debe su triunfo precisamente a la libertad de prensa, conquistada por muchos y con arduas luchas, como todo lo valioso de cualquier país.

No pensamos que el nuevo gobierno por fuerza será un paso atrás, digamos un foximato. Pero ello podría ocurrir si no desecha pronto -hoy, hoy, hoy- todo viso, a la vez aviso, de intolerancia y endurecimiento. No deseamos el fracaso del nuevo gobierno, porque ello equivaldría a la traición y el desplome de todos los convencidos en la necesidad de un nuevo gobierno -y régimen, y cultura, y economía- para México. Por lógica, no creemos en la tesis del electorado güey-con-su-PAN-se-lo-coma. Mucho menos avalamos su abuso, sea desde las derechas o las izquierdas.

Más bien creemos que nuestra gente votó por un cambio, y no cualquiera, sino un cambio hacia delante, es decir, progresista. Y creemos que ese cambio no tiene nada que ver con los dogmatismos, las intolerancias y su secuela dictatorial.

Por el contrario, pensamos que un cambio progresista antes que nada exige el ensanchamiento de la libertad: de las libertades todas, pero para todos. Y hay que subrayar para todos, porque lo primero que urge cambiar es el libertinaje de pocos afincado en el encarcelamiento de muchos.

Si algo ha acentuado esa educación diabólica, libertad elitista/cárcel masiva, es el llamado neoliberalismo. Transformado el Estado en gerente cómplice de las grandes corporaciones, la libertad de éstas para enriquecerse a sus anchas lógicamente desemboca en el fin, hasta de las libertades más primarias, para el resto de la sociedad. Y como el grueso de la sociedad mexicana no es masoquista, el 2 de julio también se votó contra el neoliberalismo.

A nuestro entender, fue un voto contra el ya insoportable libertinaje de las cúpulas, así económicas como políticas y culturales. O puesto en positivo, un voto a favor de todas las libertades para todos, comenzando por las de orden económico y comenzando por los más, y desde siempre encarcelados: los pueblos indios.

Lo saben los triunfadores en esa jornada histórica. Por eso Fox ha tenido el acierto de definir a su gobierno como plural e incluyente. Pero si no lo saben, o ya se les olvidó, sólo tendrían que preguntárselo al electorado. Para eso se inventaron las consultas, los plebiscitos y demás. Aunque lo ideal sería que la sociedad termine de autodesarrollarse, inclusive en esto de las preguntas y respuestas.

Lo ideal sería que hablaran fuerte y pronto quienes tienen claro el sentido de su voto. Y donde no es el caso, convendrían reflexiones inmediatas, públicas y colectivas para aclarar el tipo de cambio por el cual se votó.

Sólo así lograremos que la histórica movilización del 2 de julio desemboque en un mejoramiento real de México. Sólo así impediremos que los próximos gobernantes ignoren o manipulen el mandato de quienes los encumbraron a través de las urnas. Todo lo que tienen que hacer es gobernar bien: con estricto apego al mandato de la mayoría (y con mucho respeto a la libertad de prensa y todas las otras).

 

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