SABADO 23 DE SEPTIEMBRE DE 2000

 

Ť Enrique Calderón A. Ť

ƑLos salarios de la transición?

A falta de noticias más importantes, la prensa nacional ha dedicado sus titulares y buena parte de sus contenidos a comentar y discutir el asunto de los salarios de Fox y su equipo de colaboradores, poniendo en entredicho al futuro presidente de México y motivando su enojo.

Varias son las razones para ello; la responsabilidad y los asuntos que hoy debe atender el señor Fox, por el bien de todos, son inmensamente más importantes que el tema que hoy se discute, y para el cual no ha tenido respuestas coherentes y transparentes por una sola razón: porque no hay reglas escritas que digan cómo se debe hacer una transferencia del gobierno federal, cuando el gobierno entrante pertenece a un partido distinto al del gobierno saliente. Durante setenta años, cada nuevo gobierno preparó su toma de posesión, utilizando todos los recursos del sistema, con excesos que seguramente sobrepasan a nuestra imaginación; sin embargo, nadie reparó en ello, los equipos de trabajo contaban con dinero para dar y repartir: con sólo un recurso tenían el acceso a él de inmediato.

Pero los tiempos han cambiado, hoy la sociedad exige y requiere transparencia de sus gobernantes, cuentas claras. En ello no debemos olvidar que lo que estamos viviendo es un proceso de transición y lo que aquí se ha visto, es que quizás no estamos preparados para ello.

Considero que los cinco meses de gestación del nuevo equipo de gobierno, el diseño y la integración de sus estrategias, la preparación de los nuevos programas de gobierno, distintos de los que hasta hoy existen (porque ese fue precisamente el mandato de la sociedad), no constituyen una tarea trivial y por ello requieren de recursos que implican no sólo salarios, sino oficinas, personal de apoyo, telecomunicaciones, transporte, etcétera.

Sin embargo Ƒcuál fue el presupuesto que el pasado Congreso aprobó para esta delicada tarea? Pues ninguno, porque al Ejecutivo no se le ocurrió que esos recursos llegarían a ser necesarios. ƑY por qué no se le ocurrió al gobierno tan previsor de Zedillo incluir tal presupuesto? Porque en el esquema anterior no se había necesitado nunca. Este es el tipo de costos que tiene cualquier proceso de cambio, y el primero que debe aprender la lección es el nuevo gobierno, porque de otra manera se continuarán cometiendo los mismos errores.

Veamos las cosas desde el lado de Fox, que un buen día se ve frente al hecho de que ya es presidente electo de México y que por ello enfrenta la inmensa responsabilidad que el pueblo le ha conferido, pero resulta que al mismo tiempo se enfrenta con el hecho clarísimo y definitivo de que no existen formalmente recursos para iniciar su tarea, y entonces lejos de indicar esta grave incongruencia, exigiendo al Congreso le proporcione tales recursos, con un presupuesto de contingencia, prefiere resolver o tratar de resolver el problema al estilo usual, a la antigüita, pretendiendo hacer una cosa, cuando en realidad se hace otra, minimizando la falla del Congreso y del gobierno, y recurriendo a soluciones truculentas e innecesarias, que incluyen el uso de instalaciones ofrecidas por un magnate, a cambio seguramente de nada; pero un día, alguien de la prensa detecta lo que está pasando y entonces, él enfrenta la situación exactamente como lo hacemos todos los mexicanos, con verdades a medias, con contradicciones, enredando las cosas. Bueno, pues esto es lo que ha sido la cultura de la simulación, del engaño y del autoengaño en la que hemos aprendido a vivir, por lo menos durante todo el siglo xx.

Fox no puede ser juzgado como un mentiroso ni como un demagogo por su comportamiento en este asunto, sino como un presidente inexperto, que es todavía parte y víctima del sistema y de la cultura que debe cambiar y que él se ha propuesto cambiar. La lección debe ser para todos, porque la cultura de la simulación y del engaño, que nos ha impedido ver el desempleo, la pobreza, las estrategias económicas equivocadas, la desigualdad del sistema de justicia, las fallas en el quehacer gubernamental, debe ser desterrada. Ese es el sentido del voto por el cambio que se dio el 2 de julio. Nada más y nada menos.