VIERNES 22 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť Los intérpretes cubanos se presentarán hoy y mañana en Salón 21


Adalberto Alvarez e Issac Delgado ofrecerán noches de son y salsa

Ť Ambos representan expresiones rítmicas que actualmente dominan la escena musical de la isla

foto-Isaac Ernesto Márquez Ť Adalberto Alvarez e Issac Delgado, dos de los más auténticos representantes del son y la salsa, las expresiones musicales que actualmente mandan en Cuba, vienen para presentarse en el Salón 21 (Andrómaco y Molière, Polanco) las noches del 22 y 23 de septiembre.

Ambos maestrazos representan el inmejorable momento que vive ahora la música bailable cubana. Adalberto Alvarez está ubicado entre los tres compositores más importantes de la década, mientras Issac es el primer cantante líder que le surge a la música cubana tras de la desaparición de Benny Moré.

Caballero del son

El Caballero del Son, como le llaman a Adalberto Alvarez, proviene de una familia de soneros y con esa audacia de los niños precoces empezó a componer canciones que por su temática hacían creer que pertenecían a una persona mayor. Su madre, Rosa Sayas, recuerda cómo a los cuatro años entonaba canciones de moda, como Mata Siguaraya. Ella quería que estudiara medicina, pero el joven Adalberto se interesó primero por la aviación y después por la música. Siendo estudiante de piano en La Habana, hizo contacto con Rumbavana, agrupación para la que trabajó como arreglista y compositor, dando a conocer materiales como Un besito mi amor y su clásico El son de Adalberto.

La itinerancia musical juvenil le llevó de regreso a Camagüey, su pueblo natal, donde empezó a darle forma a Son 14, agrupación que consolidó en Santiago de Cuba y que, tras su debut en 1978, se convirtió en la más popular de la isla, justo cuando el son languidecía a causa de la nueva trova y las formas modernas de quehacer musical.

Con Son 14, Adalberto encontró un vehículo importantísimo para dar a conocer sus composiciones y un medio idóneo para desarrollar sus ideas renovadoras. El buscaba crear una atmósfera que tuviera relación con la salsa que se escuchaba en Nueva York y que por demás contenía fuertes elementos de música cubana. Sus temas reflejaban esa fuerza pero a la vez una forma rítmica-armónica de avanzada. La brillantez de las trompetas y las voces al unísono o pregonando en los montunos eran otros de los distintivos que le diferenciaban del común denominador de las agrupaciones soneras.

Con su liderazgo, Son 14 proyectaba una música muy dinámica, acorde con las exigencias y formas del bailador cubano. En las notas del disco A Bayamo en coche, la primera grabación del grupo, el pianista Frank Fernández escribe: ''El conjunto Son 14 funde lo culto, lo popular y lo tradicional. Este es el lenguaje musical del son tradicional en el momento actual''.

Este disco fue un punto importante en el desarrollo musical de Adalberto, quien permaneció con Son 14 por ocho años más hasta su separación por presiones internas. La noticia del rompimiento estremeció los medios musicales. La mitad de la agrupación se quedó en Santiago y la otra mitad, incluyendo a Adalberto, se marchó a La Habana, donde reclutó a otros músicos y cantantes con los que dio forma a El Son de Adalberto, un nuevo proyecto que comienza con buena fortuna, pues sus composiciones Esperando que vuelva María, El mal de la hipocresía y Fin de semana se convierten en éxitos internacionales.

Tras una experiencia de casi 30 años de quehacer musical y más de 20 álbumes grabados, Adalberto Alvarez se mantiene firme en la escena afroantillana defendiendo el son tradicional; ese es su verdadero signo e identidad.

El chévere de la salsa

De elegante presencia, Issac Delgado nos recuerda a esos ídolos mestizos, como Miguelito Valdés, Roberto Faz o Pepe Olmo, cuya presencia en el escenario era siempre bien recibida por el público de ambos sexos.

El Chévere de la Salsa es una de las grandes voces de hoy, que con su presencia y su forma de cantar los géneros del Caribe ha venido a llenar ese vacío escénico que existía desde la desaparición de Benny Moré.

Originario del barrio habanero de Buena Vista, Issac se encuentra en el vértice del fenómeno de la salsa cubana. Procedente de la escuela NG, transcurre la misma ruta de los creadores de la famosa Timba Cubana: la de hacer un trabajo de fusión que lleve a definir la música popular contemporánea de la isla. Algo que no debe extrañar, porque siempre ha sucedido a lo largo de la historia tonal de Cuba.

El se define como salsero por todos los elementos de los que se provee para hacer su música. Elementos que vienen del pop, el jazz, la trova y el son. Sin embargo, no quiere que lo sitúen en la salsa erótica, voluptuosa, trasplantada de la balada. Si se trata de ubicar su estilo mejor decide por el de salsa intelectual.

El son, la matriz; la salsa, el resultante

Pero el chico de Buena Vista también es un defensor del son; él dice que el son es la matriz y la salsa es la resultante, el medio comercial de internacionalizarla.

Una de sus intenciones cuando pensó en su música y diseñó la banda que le acompañaría fue la de darle un vuelco a la sonoridad un tanto estética de la música bailable. En su propuesta pensó en una amplia representación de la música cubana mezclada con una sonoridad de alta frecuencia. El se sitúa en un sonido intermedio entre Van Van y NG, con elementos extraídos de la charanga. Para ello se vale de dos trombones, dos trompetas, un saxofón, piano, bajo y un set de percusiones afrocubanas.

Sus precisas orquestaciones, la acertada elaboración del montuno (talón de aquiles de la música bailable), en el que incluye estribillos de canciones conocidas, y la belleza de los números escogidos, son los valores que, además de su voz, vindican su creatividad y talento musical.

En relación con los temas que interpreta, mantiene mucha atención a lo que se le ofrece y es muy cuidados a la hora de seleccionarlos. Después de la experiencia con NG, cuyas canciones contenían una lírica bastante agresiva, ha optado por una forma de canción con un contenido más acorde con su personalidad, es decir, temas románticos o de corte social, sin llegar a ser cursis ni barrioteras.

Issac es hijo de Aggayé y devoto de Ochén, lo que nos da la imagen de un hombre que busca la fe para encausar el canto. Su prueba de fuego fue cuando se presentó en el Madison Square Garden, donde tuvo que pararse bonito frente a estrellas como Marc Anthony, Celia Cruz y el Grupo Niche, acompañado además por una orquesta que no era la suya.

La crítica neoyorquina lo narró así: "El sonero cubano fue la sorpresa de la noche que surgió de bateador emergente cuando El Cano Estremera no se pudo presentar''.

Un año después, Issac Delgado se presentó en el Central Park de Nueva York ante 7 mil personas. Dos horas de concierto fueron más que suficientes para hacer delirar a la multitud.